Juan Goytisolo: ¡°Digamos bien alto que podemos¡±
El escritor hace un gui?o al partido de Pablo Iglesias en su discurso del Premio Cervantes
¡°A la llana y sin rodeos¡±. Con esta frase cervantina quiso titular Juan Goytisolo uno de los discursos m¨¢s breves en la historia del Premio Cervantes y, sin duda, uno de los m¨¢s pol¨ªticos. En apenas 10 minutos, el escritor, de 84 a?os, reivindic¨® sobre todo dos cosas: la justicia social y la cara menos glamurosa del inventor del ingenioso hidalgo. ¡°Volver a Cervantes y asumir la locura de su personaje como una forma superior de cordura, tal es la lecci¨®n del Quijote. Al hacerlo no nos evadimos de la realidad inicua que nos rodea. Asentamos al rev¨¦s los pies en ella¡±, subray¨® antes de lanzar un gui?o al partido que ha revolucionado en apenas unos meses el panorama pol¨ªtico espa?ol: ¡°Digamos bien alto que podemos. Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia¡±.
En una jornada tan justiciera, Goytisolo dijo sentirse ¡°como B¨¢rcenas cuando llega al juzgado¡± al entrar en el Colegio de San Ildefonso de la Universidad de Alcal¨¢. Tal era la expectaci¨®n. El novelista barcelon¨¦s cumpli¨® con lo anunciado: prescindi¨® del chaqu¨¦ protocolario, se puso la americana de las ocasiones y una corbata de hace 35 a?os.
En su novela Casetas de ba?o, la novelista francesa Monique Lange, esposa de Goytisolo, fallecida en 1996, cuenta que entre las intenciones de su marido estaba ¡°conducir la lengua espa?ola por el desierto¡± y ¡°llevar a La Meca a Isabel la Cat¨®lica¡±. ?l suele evocar el particular sentido de humor de Lange para explicar esas frases, pero lo cierto es que el autor de En los reinos de taifa llev¨® a Felipe VI hasta la valla de Melilla. Al menos simb¨®licamente.
Pasaban 11 minutos del mediod¨ªa cuando Juan Goytisolo, con la corbata ya descolocada, el primer bot¨®n de la camisa desabrochado y la medalla del Cervantes al cuello, subi¨® lentamente al p¨²lpito del paraninfo, abri¨® una carpeta roja, se ajust¨® mec¨¢nicamente los pantalones y se lanz¨® a leer las 1300 palabras de su discurso ¡ªunos cuatro folios al cambio de las antiguas pesetas¡ª. Antes improvis¨® una doble dedicatoria: a su ¡°maestro¡± Francisco M¨¢rquez Villanueva ¡ªestudioso de los heterodoxos espa?oles fallecido hace dos a?os¡ª y a los habitantes de la medina de Marraquech, que han acogido, dijo, su ¡°inc¨®moda¡± vejez.
"?No ser¨ªa mejor sacar a la luz los episodios oscuros de la vida de Cervantes?"
Sin rodeos, pero rodeado de autoridades (civiles y militares), un pu?ado de amigos y dos sobrinos ¡ªGonzalo y Julia, la famosa Julia de las palabras de su hermano Jos¨¦ Agust¨ªn¡ª, el autor de Contracorrientes subray¨® que hoy ¡°las razones para indignarse son m¨²ltiples y el escritor no puede ignorarlas sin traicionarse a s¨ª mismo¡±. Ante el ¡°sombr¨ªo" panorama de una crisis triple ¡ªecon¨®mica, pol¨ªtica y social¡ª resulta dif¨ªcil, insisti¨®, resignarse a ¡°la existencia de un mundo aquejado de paro, corrupci¨®n, precariedad, crecientes desigualdades sociales y exilio profesional de los j¨®venes¡±.
Por eso quiso imaginar a don Quijote deshaciendo nuevamente ¡°tuertos¡± y socorriendo a los ¡°miserables¡±, es decir, ¡°acometiendo lanza en ristre contra los esbirros de la moderna Santa Hermandad que proceden al desalojo de los desahuciados, contra los corruptos de la ingenier¨ªa financiera o, a Estrecho traviesa, al pie de las verjas de Ceuta y Melilla que ¨¦l toma por encantados castillos con puentes levadizos y torres almenadas socorriendo a unos inmigrantes cuyo ¨²nico crimen es su instinto de vida y el ansia de libertad¡±.
Juan Goytisolo hab¨ªa anunciado que tratar¨ªa de decir muchas cosas en poco tiempo y cumpli¨®. En sus cuatro apretados folios encontr¨® acomodo a los grandes nombres de su canon particular: Clar¨ªn, Francisco Delicado, Luis de G¨®ngora o Manuel Aza?a. Sin olvidar a Luis Cernuda, al que cit¨® para hablar de los ¡°vientres sentados¡± de esa burocracia oficial, empecinada en remover los huesos de Cervantes.
En 2001 Goytisolo public¨® una recopilaci¨®n de ensayos usando como t¨ªtulo la definici¨®n de intelectual acu?ada por el reci¨¦n fallecido G¨¹nter Grass ¡ªP¨¢jaro que ensucia su propio nido¡ª y tuvo tiempo tambi¨¦n de incluir en su discurso una raci¨®n de autocr¨ªtica. Tras dividir a los escritores entre literatos que ¡°conciben su tarea como una carrera¡± e ¡°incurables aprendices de escribidor¡±, que la viven como una ¡°adicci¨®n¡±, reconoci¨® que ¨¦l fue antes lo primero que lo segundo. ¡°Incurr¨ª en la vanagloria de la b¨²squeda del ¨¦xito¡±, dijo sobre los comienzos de su trayectoria ¡ªque arranc¨® como novelista en 1954 con Juegos de manos¡ª y antes de distinguir, citando a Aza?a, la ¡°actualidad ef¨ªmera¡± de la modernidad atemporal. ¡°La vejez de lo nuevo se reitera a lo largo del tiempo con su ilusi¨®n de frescura marchita¡±, afirm¨®. ¡°La verdadera obra de arte no tiene prisas: puede dormir durante d¨¦cadas como La regenta o durante siglos como La lozana andaluza¡±. El resto es eso que, por la tremenda, record¨® Goytisolo, Garc¨ªa M¨¢rquez llam¨® ¡°exquisita mierda de la gloria¡±.
En un discurso m¨¢s intenso que extenso, el novelista ponder¨® la mirada del exilio espa?ol frente a ¡°los centinelas del canon nacional-cat¨®lico¡± y se reconoci¨® de ¡°nacionalidad cervantina¡±. Cervantear, apunt¨®, es dudar y dudar nos ayuda a eludir ¡°el dilema que nos acecha entre la uniformidad impuesta por el fundamentalismo de la tecnociencia en el mundo globalizado de hoy y la previsible reacci¨®n violenta de las identidades religiosas o ideol¨®gicas¡±.
¡°La luz brota del subsuelo cuando menos se la espera¡±, dijo Juan Goytisolo en otro tramo de su intervenci¨®n. Los que conocen la obra del autor de Belleza sin ley pod¨ªan esperarse la contundencia de un discurso que esta vez no brot¨® del subsuelo sino de un p¨²lpito flanqueado por dos maceros de gala. All¨ª, en lo alto y bien alto, sin rodeos y a la llana, el ¨²ltimo premiado con el galard¨®n m¨¢s importante de la lengua espa?ola dijo, aunque fuera con pe min¨²scula, que ¡°podemos¡±.
Enseguida llegaron los aplausos, el discurso del ministro de Cultura, el de Rey y el Gaudeamus igitur de la coral. Tres cuartos de hora despu¨¦s de abrirse ¡°la sesi¨®n¡±, se levantaba. Quedaban el aperitivo, las fotos, los corrillos y la apertura de la exposici¨®n Compromiso y disidencia en honor del premiado. Tambi¨¦n, de retirada, la tuna universitaria, esa ¡°gallarda y donosa estudiantina¡± a la que Goytisolo, el destino tiene estas cosas, dedica uno de los cap¨ªtulos m¨¢s locos de su novela Paisajes despu¨¦s de la batalla. En esas p¨¢ginas, el protagonista, que se parece sospechosamente al autor, se esfuerza en contener el v¨®mito cada vez que escucha cantar Clavelitos. El cap¨ªtulo se titula ¡®Defectos, sicosis, puntos flacos¡¯. Tambi¨¦n los inmortales los tienen. En Alcal¨¢, por ese lado, la cosa no pas¨® a mayores.
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