Pajak: ¡°La literatura no revela nada; en todo caso, esconde algo¡±
'La inmensa soledad', biograf¨ªa cruzada de Nietzsche y de Pavese, alumbr¨® un g¨¦nero: el ensayo gr¨¢fico. Su autor es el primero que recibe el Premio M¨¦dicis por su obra gr¨¢fica
Fr¨¦d¨¦ric Pajak (Suresnes, 1955) vive bajo el tejado de zinc de un edificio parisiense situado frente a un convento de monjas, cuyas ocupantes no tienen permitido salir al exterior m¨¢s que unas cuantas veces al a?o. Sobra decir que la calma reina en el lugar. ¡°Necesito este silencio, ya que combino dos oficios a jornada completa. Mi semana laboral dura entre 70 y 80 horas¡±, explica este hombre de timbre grave y mirada doliente. Su primer empe?o es el de editor. Hace 20 a?os fund¨® la editorial Les Cahiers Dessin¨¦s, donde publica a los grandes dibujantes de nuestra era (una exposici¨®n repasa su historia, hasta el 14 de agosto en la Halle Saint-Pierre de Par¨ªs). Su segunda ocupaci¨®n es la de escritor e ilustrador, que le ha llevado a firmar una veintena de vol¨²menes, con los que incluso ha llegado a inventar lo que muchos consideran un nuevo g¨¦nero, a medio camino entre el dibujo y la filosof¨ªa. No le gusta la etiqueta, pero se le suele llamar ¡°ensayo gr¨¢fico¡±.
En sus obras, Pajak entreteje la biograf¨ªa de grandes figuras del pensamiento y la literatura ¡ªBenjamin, Schopenhauer, Beckett, Joyce, Breton o Apollinaire¡ª con la suya propia. Este peculiar formato germin¨® en 1999 con la publicaci¨®n de La inmensa soledad, biograf¨ªa cruzada de Nietzsche y Pavese con la ciudad de Tur¨ªn como tel¨®n de fondo. La editorial Errata Naturae la edita ahora en castellano, a la espera de traducir tambi¨¦n su Manifiesto inacabado, que contar¨¢ con nueve vol¨²menes, tres de los cuales ya han sido publicados en Francia. Su profundidad y su rotunda belleza hicieron que Pajak se alzara con el Premio M¨¦dicis de ensayo en 2014, el primero de esta disciplina que se concede en Francia a una obra obra gr¨¢fica.
Cuanto m¨¢s extra?o me resulta un personaje, m¨¢s me interesa hacer un libro sobre ¨¦l. Por ejemplo, Walter Benjamin¡±
PREGUNTA. ?Dir¨ªa que La inmensa soledad marca el nacimiento de un nuevo g¨¦nero?
RESPUESTA. No lo veo exactamente as¨ª. En realidad, a?os atr¨¢s ya hab¨ªa escrito otro libro usando un formato similar, que hablaba de la vida de Mart¨ªn Lutero. Sin embargo, aquel libro no tuvo ning¨²n eco y no encontr¨® ning¨²n p¨²blico, as¨ª que me dije que ese h¨ªbrido no ten¨ªa futuro. Que La inmensa soledad funcionara fue una sorpresa may¨²scula para todo el mundo, empezando por m¨ª mismo.
P. ?Por qu¨¦ cree que este libro funcion¨® y el anterior fue ignorado?
R. Lutero no significa nada para los franceses. Incluso para los protestantes, que son de tendencia calvinista, excepto en Alsacia. Para muchos creyentes fue un libro escandaloso, porque se alejaba totalmente de la versi¨®n oficial. Present¨¦ a Lutero como un hombre no creyente, que ve¨ªa al diablo cuando observaba el crucifijo, adem¨¢s de llamarle alcoh¨®lico, bul¨ªmico, obeso y suicida. Lo consideraron un libro teol¨®gico excesivo y poco serio.
P. ?Fue su empat¨ªa respecto a los protagonistas de La inmensa soledad, Nietzsche y Pavese, lo que hizo que en el segundo intento tuviera mejor suerte?
R. No lo creo. En realidad, cuanto m¨¢s extra?o me resulta un personaje, m¨¢s me interesa hacer un libro sobre ¨¦l. Por ejemplo, si pude escribir sobre Walter Benjamin fue porque no me reconoc¨ªa en su dial¨¦ctica marxista, ni en su juda¨ªsmo mesi¨¢nico. Sin ir m¨¢s lejos, el propio Nietzsche es un tipo dif¨ªcil de entender. Me cuesta estar de acuerdo con ¨¦l o sentir esa empat¨ªa de la que habla usted. Por ejemplo, cuando habla de su nostalgia por la Grecia presocr¨¢tica me pierde.
P. Es curioso que diga eso, porque el libro parece marcado por su comuni¨®n con ambos protagonistas, a quienes est¨¢ unido por un rasgo biogr¨¢fico fundamental: los tres son hu¨¦rfanos de padre desde una edad temprana.
R. Tiene raz¨®n, pero eso vino mucho despu¨¦s. Lo que lleg¨® primero fue la ciudad. Al descubrir las colinas de Tur¨ªn me pareci¨® ver a Pavese. Entend¨ª hasta qu¨¦ punto sus descripciones eran precisas, y su melancol¨ªa, perceptible. Poco despu¨¦s me encontr¨¦ en la plaza donde Nietzsche sufri¨® su primera crisis de apoplej¨ªa. Me puse a leer todo lo que escribieron sobre Tur¨ªn y descubr¨ª dos visiones opuestas. Para Nietzsche era la ciudad ideal, barroca y aristocr¨¢tica. Para Pavese, en cambio, se trataba de una villa triste, a la que los campesinos como ¨¦l se desplazaban para encontrar trabajo en la f¨¢brica de la Fiat. Si le soy sincero, nunca me hab¨ªa parado a pensar en la orfandad, porque ninguno de los dos habla abiertamente de ello en sus textos, como tampoco lo hago yo. En el fondo, creo que la literatura no revela nada. En todo caso, esconde algo.
P. Tur¨ªn acab¨® con los dos hombres: uno se volvi¨® loco y el otro se suicid¨®. ?Qu¨¦ efecto tuvo en usted?
Yo defiendo una vuelta, si no a la moral, s¨ª a una cierta ¨¦tica. La conducta de un dibujante debe ser irreprochable¡±
R. La ciudad fue una bendici¨®n o incluso un milagro. Piense que yo ya no era un hombre joven ¡ªhab¨ªa cumplido 40 a?os¡ª y segu¨ªa sin saber qu¨¦ camino tomar en la vida. Quer¨ªa hacer cine, pero tambi¨¦n escribir libros y convertirme en pintor. Al descubrir Tur¨ªn y experimentar los sentimientos que le describo, decid¨ª instalarme cerca de la ciudad y trabajar durante cuatro a?os, sin rumbo fijo y sin saber qu¨¦ surgir¨ªa de aquel trabajo. Me dej¨¦ llevar y cre¨¦ sin saber ad¨®nde iba.
P. Aunque suene a t¨®pico, ?la creaci¨®n le salv¨®?
R. Expresarse a uno mismo siempre implica liberarse. Con La inmensa soledad encontr¨¦ una forma de expresi¨®n que me correspond¨ªa plenamente, entre la biograf¨ªa, la autobiograf¨ªa, el ensayo filos¨®fico y la cr¨ªtica de arte y literatura. No s¨¦ si invent¨¦ un nuevo g¨¦nero, pero creo que no existe equivalente a lo que hago. No es c¨®mic, ni novela gr¨¢fica, ni tampoco autoficci¨®n. Tampoco me convence llamarlo ¡°ensayo gr¨¢fico¡±. Prefiero decir que es ¡°un relato escrito y dibujado¡±.
P. ?Dir¨ªa que ha creado una escuela? ?Se siente imitado o incluso plagiado por otros autores?
R. No tengo esa sensaci¨®n. Mi posici¨®n es bastante solitaria. No formo parte de una camarilla de escritores, ni tampoco de dibujantes. En el fondo, mi oficio es el de editor. Me encanta ayudar a otros a dar a conocer su trabajo. En especial, si son personalidades infrecuentes. Por ejemplo, he editado a El Roto en Francia. ?l s¨ª ha inventado algo. Es un pensador que con cada dibujo nos da un pu?etazo. En Francia no tenemos la suerte de contar con alguien como ¨¦l.
P. ?No hay ninguna otra personalidad que le interese en el dibujo de prensa?
R. Solo queda Willem, que publica en Lib¨¦ration. El resto, como Topor o G¨¦b¨¦, ya han fallecido. El ¨²ltimo superviviente era Honor¨¦, que fue asesinado en el atentado de Charlie Hebdo. Fue un dibujante brillante, que ten¨ªa un problema: trabajar para esa publicaci¨®n, que ya no tiene nada que ver con lo que fue en los setenta¡
P. ?En qu¨¦ ha cambiado Charlie Hebdo?
R. Antes daban una p¨¢gina a cada dibujante, que ten¨ªa derecho a expresarse libremente. Al llegar Philippe Val [director del semanario entre 1992 y 2009], a quien considero un impostor y un arribista, se convirti¨® en un peri¨®dico de militantes, en la antec¨¢mara del Partido Socialista. Eso fue lo que les conden¨®. La verdad es que no me gusta. No me convence su humor escatol¨®gico, que ten¨ªa sentido en los sesenta, cuando nos tuvimos que liberar de la religi¨®n y la austeridad, pero no en la sociedad de hoy, donde todo est¨¢ permitido. Yo defiendo una vuelta, si no a la moral, s¨ª a una cierta ¨¦tica. La conducta de un dibujante debe ser irreprochable. Los daneses que hicieron aquellas horribles caricaturas de Mahoma no tuvieron ning¨²n sentido de la responsabilidad. Es normal que cualquier musulm¨¢n sin ninguna cultura sat¨ªrica se moleste.
He editado a El Roto en Francia. ?l s¨ª ha inventado algo. Es un pensador que con cada dibujo nos da un pu?etazo¡±
P. ?Y por ese motivo hay que dejar de satirizar? ?No cree en la libertad de expresi¨®n como principio universal?
R. Todo eso es pura ideolog¨ªa. Nada de lo que decimos puede ser universal. Si en Alemania el humor ya es distinto, imag¨ªnese en N¨ªger. En Francia convivimos con musulmanes que han asfaltado nuestras carreteras, fabricado nuestros coches y limpiado nuestras calles. Durante d¨¦cadas han hecho trabajos que nadie quer¨ªa hacer. ?Tenemos, encima, que insultar a su religi¨®n? Una cosa es criticar a los ayatol¨¢s, que me parece muy bien, y otra a la creencia en s¨ª. ?C¨®mo podemos imponer im¨¢genes a una religi¨®n que no acepta las im¨¢genes? Adem¨¢s, suelen ser im¨¢genes vulgares y feas. No se puede combatir el oscurantismo con la fealdad.
P. ¡°Todos los hombres tienen un c¨¢ncer que les corroe¡±, dec¨ªa Pavese en referencia a la muerte de su padre. ?Lo comparte?
R. No. Desde que mi padre muri¨®, cuando ten¨ªa nueve a?os, he mantenido un di¨¢logo benevolente con ¨¦l. ?l, que era pintor, siempre me ha animado a expresarme. Incluso le he o¨ªdo hablar alguna vez. Pero no soy m¨ªstico, no se preocupe. Nunca he ido a ver su tumba, porque cuando muri¨® no me dejaron, pero pienso ir pronto, cuando est¨¦ preparado¡
P. En el primer tomo de Manifiesto inacabado escribe lo siguiente: ¡°Tengo ganas de escribir como quien escribe un diario, pero no todos los d¨ªas y mejor por la noche, cuando todo muere, al fin¡±. ?Qu¨¦ tiene la noche que no tenga el d¨ªa?
R. Es el momento en que el murmullo de la ciudad desaparece. Por la noche, uno encuentra otro tipo de inspiraci¨®n, de orden m¨¢s po¨¦tico y metaf¨®rico. Y yo estoy a favor de la met¨¢fora, de la l¨ªrica y de la narraci¨®n. En definitiva, de todo lo que prohibi¨® el nouveau roman. Usted no lo vivi¨® porque es joven, pero yo s¨ª lo sufr¨ª, y fue duro. En los setenta tambi¨¦n estaba prohibido hablar de la biograf¨ªa de un autor, cuando para m¨ª resulta fundamental. Por ejemplo, no se puede entender el desarraigo de Pavese sin abordar su biograf¨ªa.
P. Ha declarado que sus sue?os son fuente de inspiraci¨®n. ?Su obra es, como se ha dicho a veces, un psicoan¨¢lisis de cara al p¨²blico?
R. Eso me dicen los psiquiatras. No es mi voluntad, aunque supongo que algo de eso hay. Toda mi familia ha hecho psicoan¨¢lisis: mi madre, mi hermano, mis dos hermanas, mis t¨ªos¡ Todos menos yo, aunque puede que exista una explicaci¨®n. A los 13 a?os, las cosas me iban muy mal. Era el peor alumno de mi clase, no me entend¨ªa con mi familia y no me gustaba la sociedad. Un buen d¨ªa decid¨ª tirarme a la piscina y ahogarme hasta morir. Cuando me rescataron, mi madre me llev¨® a ver a un psic¨®logo. Para mi sorpresa, ese hombre le dijo: ¡°No se preocupe. Todo ir¨¢ bien. ?l ya sabe qu¨¦ quiere hacer en la vida¡±. En realidad no ten¨ªa ni idea, pero desde ese momento mi madre decidi¨® dejarme tranquilo y yo recobr¨¦ la confianza en m¨ª mismo. Ese tipo me salv¨® la vida¡
P. Al final de su vida, estando interno en Jena, Nietzsche segu¨ªa so?ando con Tur¨ªn. ?Qu¨¦ marca le dej¨® a usted la ciudad?
R. He vuelto muchas veces, pero nunca he reencontrado el sue?o. Desde que dej¨¦ Tur¨ªn, no he vuelto a dormir igual que antes. Es una ciudad que me volvi¨® un poco loco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.