Descarte
El abandono de Juan Carlos Monedero de la disciplina de partido ha provocado una reacci¨®n exultante en los rivales de Podemos. Pero su abandono puede convertirse en una ventaja m¨¢s que en un inconveniente. M¨¢s si lo contrastamos con las dificultades del PP para justificar a un alto cargo al que grabaron contando billetes de una mordida. Incorporarse a la pol¨ªtica y salir indemne es una fantas¨ªa que delata ingenuidad. El caso Monedero se pod¨ªa haber transformado en el caso Montoro de haber tenido el joven partido la fuerza de su rival en el Gobierno. Pero no era as¨ª, y la sospecha de que el pago por unos estudios econ¨®micos estaba sobrevalorado le da?aba m¨¢s que los infundios que denuncia. De ser un infundio estaba bien fundado, como reconoce su dimisi¨®n. Para quienes sosten¨ªan que la televisi¨®n era el nuevo Parlamento pervive la advertencia de que la televisi¨®n crea su propia realidad, desmesurada, caprichosa y ficticia, y que someterse a ella es someterse al descontrol de la qu¨ªmica-espect¨¢culo.
En su carta abierta de dimisi¨®n a Pablo Iglesias, que leemos como corintios expectantes, Monedero, cuyo apellido ya dejaba presagiar que el punto d¨¦bil le atrapar¨ªa por la contabilidad, escribe algo sobre lo que merece la pena detenerse a repensar: ¡°Recupero una voz que s¨®lo me representa a m¨ª mismo. Que no compromete sino a quien est¨¦ de acuerdo con mis errores y con mis aciertos, y que le quita a los que viven del infundio la posibilidad de achacar a nadie que no sea yo mismo mis opiniones¡±. Expresa el da?o que causaba al partido y el deseo de recuperar la individualidad y, con ella, la libertad.
Ese partido de Yo Mismo ya no se expondr¨¢ a las dificultades de cualquier organizaci¨®n colectiva para atraer votos. Los personalismos excesivos perjudican a los partidos en el largo plazo. Pero quiz¨¢ es tambi¨¦n preocupante, en lo individual, pensar que los dem¨¢s han de estar de acuerdo con tus errores y tus aciertos. Lo mejor de tus errores es que te sean se?alados con toda claridad, precisamente para diferenciarlos de tus aciertos, y ah¨ª es donde el edificio personal demuestra si los cimientos son s¨®lidos para aguantar la riada cr¨ªtica o exigen tan solo fidelidades ciegas.
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