Hermida, por encima de todo, un innovador
Apasionado de la comunicaci¨®n, creativo de un estilo propio, contribuy¨® decisivamente a modernizar el oficio de corresponsal
La muerte siempre golpea, pero a¨²n m¨¢s si es inesperada. Cre¨ªamos sinceramente que contar¨ªamos durante varios a?os m¨¢s con la sabidur¨ªa de Jes¨²s Hermida al que, con frecuencia, consult¨¢bamos desde la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisi¨®n, de la que fue su primer presidente. Sin ir m¨¢s lejos, la revista Academia TV lleva en el n¨²mero que acaba de aparecer unas declaraciones suyas con motivo del 25? aniversario de la aparici¨®n en Espa?a de la televisi¨®n privada.
Hermida fue un periodista innovador por encima de cualquier otra consideraci¨®n. Televisi¨®n, radio y prensa, en cualquier orden. Apasionado de la comunicaci¨®n, creativo de un estilo propio, contribuy¨® decisivamente a modernizar el oficio de corresponsal desde la oficina de TVE en Nueva York, que ¨¦l convirti¨® en emblem¨¢tica y destino privilegiado, porque entremezcl¨®, junto a asuntos de alta pol¨ªtica, ese anecdotario de las cosas de cada d¨ªa que solo algunas escuelas period¨ªsticas saben combinar. El azar lo situ¨® all¨ª justo cuando el hombre pis¨® la Luna por primera vez y ¨¦l lo convirti¨® con su narraci¨®n, obviamente jamas ensayada antes, en el espect¨¢culo informativo m¨¢s relevante de lo que llev¨¢bamos hasta entonces de siglo XX. Y lo hizo como siempre hac¨ªa con todo, con un estilo propio, con una cadencia, que hac¨ªa la delicia de sus imitadores, pero que ya hab¨ªa cautivado a la audiencia, que era el objetivo de Jes¨²s y, sin duda, lo importante.
Considerado como un caballero, jam¨¢s falt¨® a una cita informativa. Quienes lo solicitaban desde cualquier programa de segundo orden ¡ªno necesariamente desde un telediario estelar, o equivalente¡ª para contar con una colaboraci¨®n suya jam¨¢s encontraron un rechazo, y acudi¨® a la cita siempre puntual y creativo. Como si en cualquier colaboraci¨®n, en alguna de esas llamadas para entrar en antena, se jugara su carrera y su prestigio.
Cuando hace ya casi 20 a?os un grupo de profesionales decidi¨® en Espa?a impulsar la Academia de Televisi¨®n, tomando como referencia la existente en EE UU, no se invirti¨® m¨¢s de un minuto en acordar que Jes¨²s Hermida seria su presidente ideal. Y en la Academia conservamos esa foto en la que, en los inicios, Hermida est¨¢ sentado en un hotel madrile?o, junto con Rafael Ans¨®n, otros impulsores de la instituci¨®n y, nada m¨¢s y nada menos que Adolfo Su¨¢rez, al que su protecci¨®n como presidente del Gobierno y piloto de la Transici¨®n a la democracia tap¨® su condici¨®n de hombre de televisi¨®n durante tantos a?os. Aquella foto quiz¨¢s se desvaneci¨® en la memoria de los que compartieron ese d¨ªa, pero Jes¨²s la guardaba en su casa como un tesoro preciado y nos la entreg¨® cuando hace poco perdimos al presidente Su¨¢rez, aunque en realidad sab¨ªamos hac¨ªa mucho tiempo que se hab¨ªa marchado.
La marcha de Jes¨²s ha sido bien distinta. Sin aviso previo, sin mayor alharaca. Creo que se puede revelar ahora que en los ¨²ltimos tiempos se hac¨ªa de rogar para cualquier intervenci¨®n p¨²blica, incluso se alter¨® cuando por encargo del jurado del Premio Nacional de Televisi¨®n lo llam¨¦ para anunciarle que la presidenta del mismo le llamar¨ªa en un par de minutos para comunicarle que hab¨ªa sido elegido por unanimidad para tal honor.
Algunos leyeron en su reticencia a comparecer en p¨²blico el anuncio de una enfermedad acaso oculta, o quiz¨¢s una distancia calculada. Pero nunca lo supimos con certeza. Solo sabemos, y nos duele, que estamos consternados porque hemos perdido de forma inesperada a uno de los m¨¢s grandes de nuestra televisi¨®n.
Manuel Campo Vidal
Presidente de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisi¨®n
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