Joseph P¨¦rez: ¡°La Europa que se est¨¢ haciendo es la del dinero¡±
El historiador mantiene que "no podemos empezar a hablar de Espa?a hasta el siglo XVIII¡±
Sin el trabajo de Joseph Perez (Laroque d¡¯Olmes, Francia, 1931) no podr¨ªa entenderse uno de los momentos cruciales de la historia de Espa?a y de Europa, el nacimiento de un Imperio y, a la vez, el final de una ¨¦poca. Especialista sobre todo en la Espa?a de la Modernidad, ha publicado biograf¨ªas del cardenal Cisneros y de Teresa de ?vila, una historia de los jud¨ªos en la Pen¨ªnsula y de la Inquisici¨®n, ha escrito tambi¨¦n obras m¨¢s generales sobre la historia del siglo XVI o sobre los reyes cat¨®licos. Uno de sus ¨²ltimos libros es un ensayo sobre la Leyenda Negra. Su primera obra fue un estudio sobre el movimiento de las Comunidades de Castilla ¨Clevantamiento contra Carlos V entre 1520 y 1522¨C, que se public¨® en 1977, en plena Transici¨®n.
Ante un ejemplar de la primera edici¨®n de aquel estudio, recuerda una accidentada visita al pueblo vallisoletano de Villalar de Comuneros el 23 de abril de aquel a?o, d¨ªa de la conmemoraci¨®n de la batalla en la que las tropas de Juan Bravo, Padilla y Maldonado fueron derrotadas (sigue siendo la fiesta de Castilla y Le¨®n). El recepcionista del hotel le recibi¨® con un ¡°usted es el de los Comuneros¡± y a continuaci¨®n le dijo que no le iban a dejar pasar (aunque lo logr¨®, acompa?ado de dos senadores de nombramiento real). Este historiador cordial, hijo de emigrantes valencianos, convertido en un jacobino militante defensor a ultranza de los valores republicanos franceses, visit¨® recientemente Madrid, invitado por la Fundaci¨®n Banco Santander, para pronunciar una conferencia titulada ¡°Los espa?oles y su historia¡± con la que se cerraba el ciclo ¡°La construcci¨®n de la naci¨®n y el discurso de la historia. De leyendas negras y nacionalismos¡±.
Pregunta. Durante la transici¨®n, cuando Luis L¨®pez ?lvarez public¨® el poema ¨¦pico en el que luego se bas¨® el disco del Nuevo Mester de Juglar¨ªa sobre los Comuneros, aquella rebeli¨®n era un s¨ªmbolo muy poderoso en Castilla. ?Cree usted que ahora ha perdido la memoria de los Comuneros?
Respuesta. Creo que se ha perdido mucho ya. Si tuviera que reescribir aquel libro, lo har¨ªa de una manera un poco distinta. Estoy convencido de que los Comuneros tuvieron la intuici¨®n de que, con la llegada de Carlos V a Castilla y la integraci¨®n en el Imperio, se iba a perder la personalidad de Castilla, que iba a ser sacrificada. Y es lo que ocurri¨®. El desarrollo de Castilla no digo que se interrumpi¨®, pero se torci¨®, porque tuvo que defender la pol¨ªtica imperial de Carlos V en Flandes, en Alemania, en Italia y en muchos otros lugares. Esto los Comuneros lo intuyeron muy bien. Ahora estoy convencido de que el cardenal Cisneros fue el gran ¨²ltimo gran hombre de Estado. Si Cisneros llega a morir diez a?os despu¨¦s, el panorama cultural e hist¨®rico de Castilla hubiese cambiado totalmente. No hubiera habido Comunidades, ya que el motivo aparente de la rebeli¨®n de Toledo, Salamanca y Segovia es que Carlos V le entrega el poder a un extranjero. De estar vivo Cisneros, hubiese sido el gobernador natural. Cisneros nunca hubiera firmado el decreto contra los alumbrados de Toledo en 1525. Hubiese sido una Castilla sin persecuci¨®n de los erasmistas. Cisneros no hubiera firmado el decreto del inquisidor general Vald¨¦s con el ¨ªndice de libros prohibidos, porque figuraban libros que hab¨ªa recomendado para que se imprimieran. Creo que la gran oportunidad perdida para Castilla es la muerte de Cisneros.
P. Usted ha escrito que bajo Felipe II, Espa?a era m¨¢s una monarqu¨ªa cat¨®lica que un pa¨ªs. ?Cu¨¢ndo cree que podemos empezar a hablar de Espa?a?
R. En el XVIII. ?C¨®mo podemos llamar a esta monarqu¨ªa? En tiempos de Carlos V se hablaba del Imperio porque era el emperador. Pero Felipe II no recoge la herencia imperial, no puede llamarse emperador porque no lo es. ?C¨®mo llamar a este conjunto de territorios? Monarqu¨ªa hisp¨¢nica no puede ser porque esta monarqu¨ªa tiene territorios fuera de la pen¨ªnsula, en Italia, en los Pa¨ªses Bajos, sin contar Am¨¦rica. La mejor soluci¨®n es llamarla monarqu¨ªa cat¨®lica. Despu¨¦s del testamento de Carlos II, la monarqu¨ªa se queda reducida a los territorios peninsulares y Am¨¦rica, s¨®lo entonces la monarqu¨ªa y el territorio coinciden. El Ej¨¦rcito de Felipe II cuando vence en la batalla de San Quint¨ªn. ?Podemos decir que es una victoria espa?ola? El Ej¨¦rcito lo mandaban dos flamencos. Eso lo explica muy bien Manuel Aza?a, cuando dec¨ªa que en el concepto de Espa?a se confunden dos cosas, lo que pertenece a la dinast¨ªa y lo que pertenece a Espa?a; la pol¨ªtica, el Ej¨¦rcito, todo esto era de la dinast¨ªa, defend¨ªa los intereses no de Espa?a sino de los Austrias. La naci¨®n era otra cosa.
P. Usted siempre se ha definido como jacobino. ?Cree que Europa necesitar¨ªa ahora un poco de jacobinismo?
R. Se ha dicho que Francia era una excepci¨®n en Europa, el Estado naci¨®n, el jacobinismo. Lo que la Europa actual no perdona a Francia es el sentido de la Rep¨²blica, lo que significa el jacobinismo, los servicios p¨²blicos. Lo que lleg¨® a su cumbre en 1945 por obra del general De Gaule y el gobierno nacido de la resistencia. Servicios p¨²blicos, nacionalizaci¨®n de las fuentes de energ¨ªa. Dec¨ªa De Gaule, como buen jacobino, que no es posible que la independencia de una naci¨®n dependa de intereses privados. Tres cosas simbolizan el jacobinismo: la escuela p¨²blica, la estaci¨®n de ferrocarril y la oficina de correos. En toda Francia, todos tienen los mismos derechos. He nacido en el Pirineo, en el Departamento de Arries, con poblaciones donde viven 100, 200 habitantes. La Tercera Rep¨²blica hizo escuelas all¨ª, no como los barracones que est¨¢n haciendo ahora, sino escuelas que todav¨ªa existen. El reino no es del rey, es de la comunidad. Eso es lo que Europa no nos perdona a Francia.
P. Es muy cr¨ªtico con Europa.
R. La Europa que se est¨¢ haciendo ahora no es una Europa de las patrias, sino del dinero y de la explotaci¨®n. No me reconozco. ?Por qu¨¦ se mete Europa cuando achaca a Francia que consienta que haya un servicio de correo p¨²blico? Si esto funcionaba muy bien, ?por qu¨¦ lo vamos a quitar? Usted tiene un problema de salud, en Francia se lo solucionan. Pero tambi¨¦n lo quieren quitar. O sea, que tienen derecho a enviar correo, a viajar, a cuidarse, s¨®lo los que tienen dinero. Ese es el ideal Europeo, pero no el m¨ªo. Prefiero el jacobinismo, que significa que los ciudadanos, vivan donde vivan, tienen derechos iguales.
P. Mantiene que los problemas de Espa?a en el siglo de oro ya eran la deuda y el paro, lo que entonces se llamaba mendicidad. ?Realmente las cosas han cambiado tan poco?
R. Ha puesto el dedo en la llaga. Nos est¨¢n abrumando con lo de la deuda. En Francia ?de d¨®nde nace la Revoluci¨®n? De la deuda. Francia se desarroll¨® antes, durante y despu¨¦s de la Revoluci¨®n a pesar de la deuda. Carlos V y Felipe II ten¨ªan un problema de deuda enorme y, sin embargo, Espa?a era respetada, temida en toda Europa. Todo esto de la deuda me parece que en cualquier periodo ha habido problemas de deuda y la vida sigue como sigue.
P. Dos de las series que m¨¢s ¨¦xito han tenido en Espa?a en los ¨²ltimos tiempos, El Ministerio del tiempo e Isabel, tienen como tema la historia de Espa?a. ?Cree que los espa?oles est¨¢n descubriendo que les interesa su propio pasado?
R. En Espa?a, durante bastante tiempo, se ha creado un ambiente de no consideraci¨®n hacia el pasado. He estudiado mucho la Leyenda Negra. Debajo de esta expresi¨®n hay tres cosas muy distintas: se entiende en el sentido originario de la palabra, la censura de Castilla como naci¨®n imperialista. Se considera que la Espa?a de Felipe II ten¨ªa vocaci¨®n imperialista. Se la admiraba pero al mismo tiempo se la consideraba como enemiga, arrogante, lo mismo como en la actualidad todo lo que se ha podido decir de Estados Unidos. Luego, en el siglo XVII, aparece otro motivo m¨¢s sutil. No se trata ya de Espa?a solo, sino de Espa?a como naci¨®n cat¨®lica, lo mismo que Portugal o que Italia. Se considera por parte de las naciones del norte que la Reforma es la religi¨®n del progreso, de la tolerancia, de las luces y que las naciones que se han mantenido fieles al catolicismo romano son las que llevan las de perder, que han dejado pasar una oportunidad. En el siglo XIX, ha habido una tercera m¨¢s sutil, que considera que las naciones superiores son los anglosajonas o los alemanas. Los mediterr¨¢neos son inferiores. Cuando leo ahora ciertos comentarios en la prensa alemana sobre la Europa mediterr¨¢nea, pienso que esto se mantiene. Ning¨²n historiador se toma esto en serio, pero quedan muchos resabios en la prensa o en la opini¨®n p¨²blica.
P. Usted ha estudiado mucho la historia de los jud¨ªos en Espa?a. ?Mira con preocupaci¨®n el resurgimiento del antisemitismo en Europa? ?Por qu¨¦ ese sentimiento es tan resistente?
R. Las naciones democr¨¢ticas no han sabido responder a los problemas de Oriente Pr¨®ximo y esto alimenta un antisemitismo preocupante, porque volvemos a las andadas, algo que parec¨ªa haber desaparecido vuelve a surgir. La historia nos dice que, en el caso de Espa?a, en la Edad Media, hubo una ¨¦poca de convivencia pac¨ªfica entre las tres religiones, pero lo que Am¨¦rico Castro llama la edad conflictiva empieza cuando hay problemas econ¨®micos, en el siglo XIV. Con la prosperidad no hab¨ªa problemas de razas, la edad conflictiva empieza las epidemias a mediados del XIV, que ocupan la segunda mitad de este siglo y del XV. Y hay que buscar responsables. Me preocupa tambi¨¦n la discriminaci¨®n que, por motivos religiosos, se est¨¢ haciendo con los j¨®venes musulmanes. Tengo un ejemplo personal: nac¨ª en Francia, de padres espa?oles. Mis padres llegaron en 1924, nac¨ª en 1931, mi lengua materna era el valenciano, no el castellano. A los cuatro o cinco a?os ingres¨¦ en la escuela. En la escuela jacobina entraba un peque?o espa?ol, un peque?o portugu¨¦s y sal¨ªa un franc¨¦s. Eso se ha terminado. La idea jacobina es fundar una naci¨®n formada por ciudadanos con los mismos derechos, nadie me dijo nada por ser espa?ol. ?Por qu¨¦ no se hace con los ¨¢rabes como se hizo conmigo?
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