Collejas de extrarradio
Alejada del cine social de autor que se suele practicar en Europa, esta pel¨ªcula es cine popular de toda la vida
En el a?o 2003, el hasta entonces actor Daniel Guzm¨¢n se adentr¨® por primera vez en el territorio de la escritura y la direcci¨®n con Sue?os, multipremiado cortometraje, incluido el Goya de la categor¨ªa, que mostraba una palpitante habilidad para el retrato de la cotidianidad del chaval de barrio, de sus tiempos muertos, su modo de hablar, respirar y gritar, de sus anhelos y sus incertidumbres.
A cambio de nada
Direcci¨®n: Daniel Guzm¨¢n.
Int¨¦rpretes: Miguel Herr¨¢n, Antonio Bachiller, Luis Tosar, Mar¨ªa Miguel, Antonia Guzm¨¢n.
G¨¦nero: comedia. Espa?a, 2015.
Duraci¨®n: 104 minutos.
Tras aquel clamoroso ¨¦xito, el camino natural de Guzm¨¢n estaba en un largometraje con semejantes se?as de identidad, pero, como muestra de que esto del cine es un camino casi siempre empedrado, este ha tardado en llegar m¨¢s de una d¨¦cada: A cambio de nada, pel¨ªcula que, con tales caracter¨ªsticas, ya viene con el triunfo en el Festival de M¨¢laga metido en su mochila.
Alejada del cine social de autor que se suele practicar en Europa, riguroso, sutil, de trama somera y cercan¨ªa ¨¢spera, A cambio de nada es cine popular de toda la vida. Anclado en la realidad social y generacional, pero sin desde?ar el entretenimiento, la emoci¨®n y la risa emp¨¢tica. Una historia ambientada en el aqu¨ª y el ahora, pero que parece haber detenido el tiempo a principios de los ochenta (Demis Roussos, Julio Iglesias, las revistas porno y el boli de cuatro colores), en un encuentro de Guzm¨¢n consigo mismo y con su pasado, menos dirigido a una cierta intelectualidad que busca en el cine unos ambientes de extrarradio que seguramente desconoce que a una feliz juerga con el p¨²blico al que est¨¢ representando en su relato.
Sin los anhelos po¨¦ticos de Barrio, de Fernando Le¨®n, y sin la fuerza visual de 7 v¨ªrgenes, de Alberto Rodr¨ªguez, con las que comparte el coraz¨®n ardiente de sus personajes, la pel¨ªcula encuentra su propio estilo, su identidad natural, en la enorme credibilidad de los di¨¢logos, las expresiones y la actitud de los dos chavales (fant¨¢stico, sobre todo, Antonio Bachiller), y en una historia que, a pesar de forzar demasiado unas cuantas situaciones, puede lograr con justicia el calor de ese espectador que es m¨¢s de piel gallina que de esforzado estrujamiento de neurona.
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