Fernando Mar¨ªas: ¡°Hoy lamento todo lo que no pregunt¨¦¡±
El autor desnuda la vida de su padre para investigar la suya. Con lagunas por descubrir
Hay biograf¨ªas que dicen m¨¢s de quien la escribe que de quien se trata. O al menos igual.
Fernando Mar¨ªas ha elegido la vida de su padre, un marino adusto de largas ausencias fallecido en 2013, para bucear en su propia oscuridad en un libro, La isla del padre, que tambi¨¦n suma un tercer protagonista clave: el Miedo Mutuo, el abismo de recelo entre los dos.
No es la primera vez que Mar¨ªas (Bilbao, 1958) baja al fango para desnudar su vida, lo hizo con honesta crudeza en El mundo se acaba todos los d¨ªas, una novela sobre el infierno del alcoholismo en el que ¨¦l mismo ardi¨®. Pero entonces se puso la m¨¢scara de la ficci¨®n. En esta ocasi¨®n, escribe a cara descubierta sobre un padre de ¨¦pica y claroscuros y un hijo -¨¦l- que reconoce la distancia entre su biograf¨ªa oficial y la real. Como escribe: ¡°Kafka no concibi¨® a Samsa desde la paz interior¡±.
PREGUNTA. ?Le ha costado desnudarse?
RESPUESTA. Yo creo que no me he desnudado tanto, pero tom¨¦ dos decisiones al empezar: que lo que contara fuera verdad y hacerlo sin pudor.
P. ?Y eso no se llama desnudez?
R. El ¨²nico esfuerzo fue decidir. Despu¨¦s fue todo tan simple que si me he desnudado no lo he sentido as¨ª. Para m¨ª todo ha fluido.
P. ?Ha sido m¨¢s dif¨ªcil por usted o por su familia?
R. He tenido una especie de extra?a intuici¨®n con mi padre y es que he sentido que ¨¦l estaba de acuerdo con lo que hac¨ªa, eso ha sido interesante. Mi madre tuvo un proceso muy curioso: tard¨® mucho en leerlo, ya editado, uno al final de la vida tiene una idea de lo que ha sido su vida y creo que tem¨ªa confesiones que la perturbaran. Pero despu¨¦s se qued¨® tranquila: es un libro maravilloso, dijo, y ahora que ya lo he le¨ªdo, lo voy a leer tranquilamente. Muy cabal. Ella es la tercera protagonista del libro, la foto de portada la hizo ella, y la eleg¨ª porque me gusta pensar que ella estaba detr¨¢s, maquinando para que nos llev¨¢ramos bien.
P. Su padre a?oraba unos apartamentos en Buenos Aires... usted sugiere misterios abismales.
R. Eso lo cont¨® cuando ya ten¨ªa demencia senil. No hay en el libro nada que me permita decir que tuvo otra vida en otro lugar, pero siempre me han fascinado esas zonas oscuras que sugieren que la fantas¨ªa se ponga en marcha. La realidad te suele negar todas las formas de fantas¨ªa, pero tambi¨¦n te deja la puerta abierta a una vida interior de mi padre en aquellos espacios en que estaba solo mirando el horizonte en el mar. Ahora me asalta una sensaci¨®n nueva, una extra?a uni¨®n entre mi padre y yo, una especie de c¨ªrculo secreto: que viaj¨® para que yo lo contara y que yo cuento su viaje. De alg¨²n modo estamos creando un curioso c¨ªrculo que me hace estar m¨¢s unido a ¨¦l. Cada vez descubro que me gusta m¨¢s estar solo, encontrarme en una estaci¨®n de autob¨²s una hora y entonces me pregunto: cu¨¢ntas veces estar¨ªa mi padre solo, comiendo algo en la barra de un bar. ?l nunca acababa de estar en los sitios.
P. ?Por qu¨¦ lo escribi¨®? ?Por descubrirle a ¨¦l o a usted?
R. Primero, como un impulso que no puedo controlar, luego coge vuelo propio y me sale un libro de aventuras en el que el h¨¦roe es mi padre y yo soy alguien que se cuenta y se indaga a s¨ª mismo. Creo que m¨¢s que liberarme del pudor para hablar de mi padre me he liberado del pudor para hablar de m¨ª. Es como adentrarme en las zonas oscuras de m¨ª mismo. Es como si hubiera escrito dos libros que han confluido: sobre mi padre y el libro sobre mi padre d¨¢ndome aval para hablar de m¨ª. Yo estoy protegido por mi padre.
P. En un momento reconoce que la biograf¨ªa oficial en su web tiene poco que ver con la real. Y a?ade sus miserias. ?Le cost¨®?
R. Llevo a?os pensando qu¨¦ m¨¢s a?adir en la web y no he sido capaz. La verdadera valent¨ªa es contar las oscuridades. Con ellas llevo tiempo conviviendo, psicoanaliz¨¢ndome, a m¨ª no me crea ning¨²n trauma reconocer mi alcoholismo porque ya lo super¨¦ hace mucho tiempo. Y me pregunto si este libro no es un precalentamiento, un telonero del otro, aqu¨ª estoy hablando de oscuridades ligeras, incluso luminosas, y el siguiente tendr¨¢ oscuridades que me dan m¨¢s miedo.
P. Escribi¨® ya sobre su alcoholismo en El mundo se acaba todos los d¨ªas (2005). ?Cu¨¢l fue m¨¢s dif¨ªcil?
R. Tard¨¦ ocho a?os en escribir sobre ello desde que dej¨¦ el alcohol y fue un libro dif¨ªcil, pero ten¨ªa un escudo, que era la ficci¨®n. Ahora me pregunto c¨®mo pod¨ªa vivir en esa ¨¦poca. Viv¨ªa en una mentira, en Madrid, trapicheando, era alcoh¨®lico, mi pareja tambi¨¦n, no pod¨ªamos pagar el alquiler pero beb¨ªamos todos los d¨ªas. Pero este ha sido m¨¢s dif¨ªcil porque aqu¨ª he tenido que contar mis historias.
P. Su libro recrea el momento en que su padre se alist¨® voluntario en las filas republicanas. M¨¢s tarde huy¨® a Asturias, dondes se pas¨® a las tropas franquistas, pero eso se resuelve en tres l¨ªneas. ?Por qu¨¦ no indaga m¨¢s?
R. Mi padre se qued¨® como soldado, cuando acab¨® la guerra hizo siete a?os de mili, porque le daban un sueldo. No es que no indague en eso, es que no hay nada m¨¢s interesante
P. Pero hay una ¨¦pica en torno a etapa republicana y silencio despu¨¦s.
R. No s¨¦ exactamente qu¨¦ periplo sigui¨®, lleg¨® hasta Madrid y se qued¨® como un soldado m¨¢s. No s¨¦ si combati¨®, nunca dijo una palabra de eso. El agujero negro que me reprocho es por qu¨¦ nunca se lo pregunt¨¦, comet¨ª ese error, no s¨¦ m¨¢s, pero tengo hambre de saber. Tambi¨¦n opera aqu¨ª ese miedo mutuo que opera en la novela. Me tent¨® muchas veces preguntarle: ?mataste a alguien en la guerra?
El autor se recrea en otras historias de su padre -la magia de conocer que no iba a misa o el entusiasmo que sinti¨® cuando logr¨® que escuchara a Leonard Cohen- pero se ha quedado con la duda de la guerra y vuelve a ello una y otra vez.
- Ahora veo que el valor tendr¨ªa que haber sido preguntarle: d¨®nde estuviste el a?o y medio de guerra. Creo que hab¨ªa un miedo, tal vez un miedo a saber si mat¨® a alguien. Pero esto lo voy a hablar con mi psicoanalista: me doy cuenta de que hay 14 meses de guerra de los que no me he hecho esa pregunta. Entiendo este libro como una indagaci¨®n, pero lo que ahora es interesante y puedo resolver de esta pregunta no es la respuesta, sino por qu¨¦ yo no me he hecho esa pregunta.
P. Veo entonces una segunda parte.
R. Veo la Isla del padre 2 (r¨ªe). Y lo preguntar¨¦ a mi psicoanalista por qu¨¦ ah¨ª he elegido dejar eso en blanco.
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