El final de ¡®Mad Men¡¯, ?adi¨®s a una era?
La serie pondr¨¢ su punto final en una semana convertida en un icono televisivo
Mad Men es la historia del final de una ¨¦poca. Esa que Don Draper, el intrigante publicista de ¨¦xito hecho a s¨ª mismo que la protagoniza, se resiste a abandonar. Don cada vez se ha ido quedando m¨¢s solo, m¨¢s perdido. No encuentra su sitio en unos a?os, los ¨²ltimos sesenta y primeros setenta, en los que las cosas cambian demasiado r¨¢pido para ¨¦l.?El pr¨®ximo lunes, la serie llegar¨¢ a su fin en Espa?a, al d¨ªa siguiente de concluir en EE?UU. Y se volver¨¢ a hablar mucho del adi¨®s de una ficci¨®n que ha marcado ¨¦poca en la televisi¨®n.
Mad Men arrancaba en el canal AMC el 19 de julio de 2007, un mes y nueve d¨ªas despu¨¦s de que Tony Soprano se despidiera en la estadounidense HBO con uno de los finales que m¨¢s ha dado que hablar (con permiso de Perdidos) en la reciente historia de la televisi¨®n. Con ella, AMC abr¨ªa de golpe la puerta que da acceso a la llamada tercera edad de oro de la televisi¨®n, una era marcada por la apuesta de los canales de cable por la ficci¨®n propia de alta calidad, con t¨ªtulos como Los Soprano, The Wire, A dos metros bajo tierra, Breaking Bad o la propia Mad Men. Unas series plagadas de antih¨¦roes en las que el bien y el mal se confunden, nada es blanco o negro sino que todo es gris, con personajes complicados, creadores y guionistas todopoderosos y cadenas que no se preocupan por las cifras de audiencia sino por generar un halo de calidad y reputaci¨®n a partir de sus producciones.
"Mad Men es uno de los aceleradores de part¨ªculas de este boom de las series que vivimos. Supuso un vuelco radical en la vida de AMC, que dio paso luego a Breaking Bad y a The Walking Dead, y pas¨® de ser un canal irrelevante a la ni?a bonita del cable en Estados Unidos", explica Miguel Salvat, director de Canal +, la cadena que emite Mad Men en Espa?a.
?El adi¨®s de Mad Men ser¨¢ el fin de una era, esa que cambi¨® la televisi¨®n para siempre y que arrancaba con el ataque de p¨¢nico de ese mafioso grandote llamado Tony Soprano? "M¨¢s que un final, creo que Mad Men es un cl¨ªmax, la culminaci¨®n de todo lo bueno que tiene esa forma de hacer televisi¨®n que da libertad total al creador cuando resulta que es alguien de un talento extraordinario", apunta Isabel V¨¢zquez, autora del libro Yo soy Peggy Olson (Ediciones B), centrado en uno de los principales personajes femeninos de la serie. "El final de Mad Men nos dejar¨¢ una sensaci¨®n de orfandad. Hubo un momento de overbooking de series que ha ido terminando. Ahora encontramos sobre todo variaciones sobre esa nueva modernidad", explica Enric Ros, que junto con Raquel Cris¨®stomo coordina el volumen Mad Men o la fr¨¢gil belleza de los sue?os en Madison Avenue (Errata Naturae).
Adem¨¢s de esa est¨¦tica tan caracter¨ªstica y que tanta repercusi¨®n tuvo durante las primeras temporadas de la serie, Cris¨®stomo apunta como una de las se?as de identidad de Mad Men su particular ritmo. "El espectador, por todo lo consumido en muchos ¨¢mbitos (tele, cine, videojuegos...) est¨¢ acostumbrado a un ritmo r¨¢pido". Adem¨¢s, la serie se vincula en muchos aspectos con el cine cl¨¢sico. "Su audacia est¨¢ en utilizar recursos de toda la vida para construir una narraci¨®n excelente. Mad Men no necesita sacar los pies del tiesto para figurar", a?ade Isabel V¨¢zquez. Y, como se?ala Enric Ros, la mirada al pasado que caracteriza a la serie dialoga constantemente con el presente. "Somos un poco continuadores precarios de su generaci¨®n: esa obsesi¨®n por el triunfo, el capitalismo prometeico que nos ha marcado...".
El destino final de Don Draper sigue siendo un misterio. En los cap¨ªtulos finales, melanc¨®licos y con sabor a despedida, hay pocas pistas que permitan deducir c¨®mo terminar¨¢ el ic¨®nico personaje interpretado por Jon Hamm. "Tony Soprano y Walter White [protagonista de Breaking Bad] eran personajes desintegrados socialmente. Don conserva la fachada de triunfador, pero el avatar que se ha inventado no le convence, no est¨¢ a su altura, algo muy relacionado con la sociedad contempor¨¢nea", dice Ros. "Por encima de todo, es alguien que sufre, que cae mil veces y vuelve a levantarse, y que lucha por entender su propia identidad. Es un perdedor con aspecto de todo lo contrario", a?ade Miguel Salvat sobre el protagonista de esta historia.
Para Jorge Carri¨®n, autor de Teleshakespeare (Errata Naturae), hay algo que diferencia a Don Draper de otros personajes que han marcado esta era televisiva: "Don no es expl¨ªcitamente violento. Mad Men es la ¨²nica serie can¨®nica dram¨¢tica en que no hay violencia, crimen y muerte. Tal vez por eso despu¨¦s de la quinta temporada se vuelve tan dif¨ªcil mantener nuestro inter¨¦s. La apuesta por una conflictividad banal pierde fuerza", argumenta.
En esta historia que se desarrolla en el mundo machista de los publicitarios neoyorquinos de la d¨¦cada de los sesenta, si hay unos personajes que han avanzado y han crecido son los femeninos. "Mad Men es, sobre todo, una serie sobre las mujeres en los a?os sesenta. Y tiene sentido que sean personajes secundarios. As¨ª se escrib¨ªa la realidad entonces", explica Isabel V¨¢zquez sobre los personajes de Peggy, Joan, Betty e incluso Sally, la hija de Don que los espectadores han visto crecer en la serie.
Sus 15 premios Emmy y cuatro Globos de Oro reconocen unos logros que se han traducido en un p¨²blico quiz¨¢ no tan numeroso como el de otras ficciones pero s¨ª muy fiel. Mad Men dejar¨¢ un legado en forma de unos personajes cuidados, la atenci¨®n hasta al m¨ªnimo detalle y el reflejo de una ¨¦poca m¨¢s cercana a nosotros de lo que parece. "Es una serie hecha a base de capas. Podemos quedarnos con el retrato del mundo de las agencias de publicidad de Madison Avenue, donde los personajes fuman y beben sin parar, incluso con el retrato de la d¨¦cada de los sesenta, la evoluci¨®n de la mujer, los problemas raciales... Pero tambi¨¦n podemos adentrarnos en un universo de ambici¨®n, de vanidad, de lucha por el poder, de desencanto, infelicidad o frustraci¨®n en un mundo machista en el que los personajes m¨¢s interesantes son femeninos. Mad Men es muchas cosas y muy bien contadas", dice Miguel Salvat.
"La gran herencia de Mad Men es su demostraci¨®n de que la perfecci¨®n formal es posible. Fija un nivel alt¨ªsimo de calidad", sostiene Jorge Carri¨®n. Para Raquel Cris¨®stomo, la serie ser¨¢ recordada por haber sabido reflejar en una ¨¦poca que parece lejana "el sentido contempor¨¢neo de nuestra modernidad" y por sus personajes: "Son el sello de identidad de la ficci¨®n contempor¨¢nea, personajes que permanecen en la memoria mucho tiempo. Si no, piensa por ejemplo en Perdidos".
Y, por supuesto, permanecer¨¢n sus caracter¨ªsticas est¨¦ticas. "Creo que, lamentablemente, siendo fiel a su vivencia, en el futuro inmediato se recordar¨¢ m¨¢s todo lo superficial, los sesenta, la ropa, la perspectiva hist¨®rica, cuando su aportaci¨®n es mucho m¨¢s profunda y su lectura, atemporal", argumenta Isabel V¨¢zquez.
Con el final de la serie a la vuelta de la esquina, parece indiscutible que ya se ha situado dentro de las ficciones que han hecho historia en la televisi¨®n. "Tengo la sensaci¨®n de que estamos viendo c¨®mo se escribe la Historia de la televisi¨®n en tiempo presente. Mad Men es el culmen de la postelevisi¨®n, la que no consumimos en la televisi¨®n, m¨¢s ambiciosa en sus planteamientos", dice Enric Ros. Una era que marc¨® un antes y un despu¨¦s en la forma en que se entiende la televisi¨®n y de la que el final de Mad Men marcar¨¢ un punto y seguido.
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