Un idilio con La Habana
La escritora cubana Zo¨¦ Vald¨¦s cuenta su relaci¨®n con la ciudad que dej¨® hace 20 a?os
Es amor, s¨ª, pero marcado por la distancia. La cubana Zo¨¦ Vald¨¦s ha publicado La Habana, mon amour, una novela donde evidencia su relaci¨®n conflictiva con la isla que la vio nacer en 1959. Entre p¨¢rrafos, se mezclan su adoraci¨®n a la capital con las cr¨ªticas m¨¢s duras al Gobierno castrista, al que ella no le ve una salida democr¨¢tica cercana.
"La Habana y yo somos un mismo latido en este libro", cuenta Vald¨¦s, que hace 20 a?os se fue a? Francia, en principio con una invitaci¨®n para hablar sobre Jos¨¦ Mart¨ª, y nunca regres¨®. No porque no quisiera sino porque desde la publicaci¨®n de La nada cotidiana (1995) el r¨¦gimen comunista prohibi¨® su trabajo en la isla, y sab¨ªa que si regresaba su vida ser¨ªa cuando menos complicada. "Recib¨ªa amenazas de que me iban a golpear, e incluso lo intentaron una vez en una manifestaci¨®n frente a la Embajada de Cuba en Par¨ªs", recuerda.
Lo que a veces describe como calles perfumadas de an¨ªs, rodeadas de piedras y escombros, llenas de ni?os y alegr¨ªa, pronto se transforma en un bordado de edificaciones bajas inundadas por la miseria. Y se enfrasca en contar esa versi¨®n de su tierra que le parece que nadie conoce, alejada del fetiche paradis¨ªaco que usualmente se promociona fuera de sus fronteras.
"Es un pa¨ªs muy bello, se supone que sea un lugar ideal donde nunca ocurren cr¨ªmenes, pero s¨ª pasa. Hay una gran violencia en la calle, muchas veces alimentada por la polic¨ªa del r¨¦gimen, pero por supuesto que no lo publican". Claro que esa es la menor de sus cr¨ªticas. Habla con m¨¢s pasi¨®n de las persecuciones a homosexuales y los asesinatos a quienes piensan diferente a las autoridades que llevan m¨¢s de medio siglo en el poder. "La ¨²nica salida es que los dictadores dejen el poder y que con su ausencia haya pluripartidismo y democracia. Pero los dictadores no hacen eso, as¨ª que solo puedo esperar que se logre a trav¨¦s de una v¨ªa pac¨ªfica, y que no sea como en Venezuela", otro r¨¦gimen al que ella ve con sumo desagrado.
Y si se le pregunta por los movimientos de izquierda que han resurgido en Europa, admite que siente miedo: "Tienen que ver con el chavismo y con otros populismos de Latinoam¨¦rica. Son peligrosos para la democracia, pero entiendo que hay una nueva generaci¨®n cansada de los viejos partidos que quieren un cambio. El surgimiento de estos movimientos es culpa de los pol¨ªticos que no han sabido ofrecer algo mejor... pero su existencia tambi¨¦n es prueba de la grandeza de la democracia".
Ella, que consigui¨® la nacionalidad espa?ola en 1997 aunque vive en Par¨ªs desde entonces, se mantiene firme en su convicci¨®n de que lo ¨²nico que puede hacer es seguir denunciando y dar su opini¨®n. "Es lo que nos queda", clama. En cuanto a su regreso a Cuba, confiesa que sue?a con ¨¦l, pero no en las actuales circunstancias. "No tengo ninguna intenci¨®n de volver a una dictadura".
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