Marilynne Robinson: ¡°Nunca condeno a un personaje por no comprender¡±
La escritora concibi¨® su novela 'Lila' como una balada. Lo que le interesa es el interior de las personas. Y cada una, sostiene, se construye su versi¨®n de la realidad en su mente
Marilynne Robinson dice que la voz del reverendo John Ames, el narrador de la novela con la que obtuvo el Premio Pulitzer, Gilead, desat¨® una especie de ¡°ansia¡± en ella. Un ansia que ha convertido en dos novelas m¨¢s situadas en el pueblo ficticio de Gilead, Iowa: En casa, en 2008, y ahora Lila.
Lila es la joven segunda esposa del reverendo Ames, despu¨¦s de que este haya enviudado. Abandonada por sus padres cuando era ni?a, Lila es rescatada por una dura mujer llamada Doll. Juntas, las dos llevan una vida dif¨ªcil, viajando de pueblo en pueblo con una cuadrilla de obreros, tratando de eludir a la familia de Lila, que tiene deseos de venganza, y ganando dinero como pueden. Hasta que Lila llega a Gilead, donde vive durante un tiempo en una caba?a abandonada a las afueras del pueblo. Un d¨ªa, Lila entra en una iglesia para resguardarse de la lluvia y se encuentra con el reverendo Ames, el hombre que ser¨¢ su marido.
Las novelas de Gilead est¨¢n unidas por su inter¨¦s por la religi¨®n y la prosa luminosa de Robinson. Pero lo que hace que formen una serie extraordinaria de novelas es su manera de abordar el tiempo. En conjunto, las novelas no avanzan cronol¨®gicamente, sino que vuelven atr¨¢s para examinar los mismos sucesos otra vez desde la mente de un personaje nuevo. En la obra de Robinson, para emplear las palabras de Marcel Proust, ¡°el verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos¡±.
Me sent¨¦ a hablar con Marilynne Robinson un fr¨ªo d¨ªa de primavera, en un caf¨¦ pr¨®ximo al campus de la Universidad de Iowa, en Iowa City, donde da clase. Con el ruido de fondo de las charlas de los estudiantes que remoloneaban para no dedicarse a sus libros de texto, hablamos de Lila y de las preocupaciones constantes de la escritora: la soledad, la conciencia y la fe religiosa.
PREGUNTA. ?C¨®mo descubri¨® la voz de Lila?
RESPUESTA. Conceb¨ª esta novela como una balada. Existe en la esencia misma de la cultura estadounidense un dialecto que suele ir asociado a la m¨²sica, la m¨²sica tradicional, la m¨²sica popular. Es tambi¨¦n el lenguaje que usa la gente para comunicarse con sus hijos. Un lenguaje hermoso que todos conocemos. De modo que, para la voz de Lila, no tuve m¨¢s que utilizar ese lenguaje y reconocerlo.
Se han cometido actos tan perversos en nombre de la religi¨®n que es impresionante que siga teniendo tanta resistencia¡±
P. Lila es incre¨ªblemente inteligente, pero no tiene mucha educaci¨®n acad¨¦mica. ?Fue dif¨ªcil escribir desde esa perspectiva?
R. En Gilead me encant¨® escribir la voz de John Ames porque quer¨ªa transmitir cierta sensaci¨®n de lo bello que es su dialecto nativo, una especie de voz caballerosa que aborda temas de muy variada complejidad. Con Lila, ten¨ªa el reto de explorar otro tipo de belleza con su forma de hablar y de pensar. Si escribo otra novela sobre el pueblo de Gilead ¡ªy la gente me pide que lo haga (risas)¡ª, creo que tendr¨¦ la oportunidad de estudiar otro dialecto m¨¢s. Lo que es asombroso, en mi experiencia, es que, cuando tienes una voz, ella te dice qu¨¦ contar.
P. Las novelas de Gilead se superponen, pero sus historias no son coherentes. En esta novela o¨ªmos el relato que hace Lila de cuando el reverendo Ames le pidi¨® matrimonio, por ejemplo, y es muy diferente de lo que nos cont¨® Ames en Gilead.
R. Lo que m¨¢s me ha interesado siempre es el interior de las personas, por supuesto. Me llama la atenci¨®n la especie de l¨®gica est¨¦tica que crea cada mente a partir de la experiencia, en las historias que relata para dar coherencia a lo que ha vivido. Esa l¨®gica no pertenece a la escala de la verdad y la mentira. Mi intenci¨®n no es nunca condenar a un personaje por no saber comprender algo. Lo que me interesa es ver c¨®mo la gente construye y ampl¨ªa los t¨¦rminos en los que entiende su vida.
P. ?Hay una especie de soledad en esa idea, que todo el mundo tiene su propia versi¨®n de lo que ha ocurrido?
R. Desde luego, creo que Ames y Lila consiguen llegar a un entendimiento a prop¨®sito de su experiencia com¨²n. Ames tiene una visi¨®n del mundo muy concreta, a la que es leal, pero tambi¨¦n est¨¢ abierto a darse cuenta de que tiene que haber muchos m¨¢s aspectos que los que est¨¢ acostumbrado a comprender sobre el mundo.
P. En Lila utiliza con frecuencia la palabra ¡°soledad¡±. Pero no siempre en sentido negativo.
R. La soledad puede ser una experiencia de individuaci¨®n. Si una persona administra bien su soledad ¡ªcon coherencia, respet¨¢ndose a s¨ª misma¡ª, es el descubrimiento de una especie de integridad, aunque un descubrimiento doloroso.
P. A Lila le gusta confrontar al reverendo Ames con los libros m¨¢s dif¨ªciles de la Biblia: Job o Ezequiel. La novela parece empe?ada en hacer preguntas dif¨ªciles a la religi¨®n.
R. Tengo demasiado respeto por la religi¨®n para ser paciente con sus formas m¨¢s c¨®modas. Y creo que el reverendo Ames estar¨ªa de acuerdo. Lila, en cierto sentido, est¨¢ abriendo el mundo a su marido. Cuando rele¨ª el Antiguo Testamento, lo que me llam¨® verdaderamente la atenci¨®n es que en realidad habla de las viudas y los hu¨¦rfanos. Los reyes van y vienen. Los profetas van y vienen. A la hora de la verdad, lo importante siempre es saber si han tratado bien a las viudas y los hu¨¦rfanos.
P. Despu¨¦s de su infancia turbulenta, Lila es una persona que lucha para encontrar su camino hacia una vida corriente de casada.
R. Un medio camino (risas).
P. Siempre tiene presente la posibilidad de huir, de volver a la carretera.
R. Siente la fragilidad de lo cotidiano, y no quiere apoyarse demasiado en ello ni someterlo a un peso excesivo. El propio hecho de que la vida normal sea fr¨¢gil es lo que disminuye su autoridad a ojos de ella. Creo que tiene la sensaci¨®n de que quiere algo m¨¢s profundo, m¨¢s ¡°real¡±.
P. Esto me recuerda uno de mis fragmentos favoritos en el libro. Escribe usted: ¡°Aun as¨ª, estaba este momento, este despertar cuando el beb¨¦ empezaba a agitarse, este hacer huevos revueltos y untar la tostada a la nueva luz de cualquier d¨ªa, con los geranios en la ventana, el anciano con el ni?o temblequeante en las rodillas, apoyado en su brazo, mientras le le¨ªa los tebeos¡±. Como Lila entiende la fragilidad de la vida corriente, es capaz de sumergirse en su belleza.
R. Cuando suceden cosas que tienen la connotaci¨®n de que te elevan ¡°por encima¡± de lo ordinario, responden a una definici¨®n cultural muy precisa, y acabamos descubriendo que son todav¨ªa m¨¢s artificiales. Con toda su fragilidad, la vida cotidiana posee una especie de autoridad ontol¨®gica.
La gente no conoce su historia. Los brit¨¢nicos no dan muchas vueltas a su pasado esclavista. EE UU s¨ª se plantea estas dudas¡±
P. Uno de los t¨®picos de la vida en Estados Unidos es que sus ciudadanos ignoran su historia. Sin embargo, los habitantes de Gilead est¨¢n inmersos en largas aventuras del lugar y sus familias.
R. Cuando hablamos de relatos familiares o de una ciudad, la gente s¨ª es muy consciente de la historia. Cada persona tiene un relato propio que hace referencia al pasado: ¡°Mi abuelo era t¨ªpico de Nueva Inglaterra¡±, o ¡°Mi abuelo vino desde Holanda¡±. Los personajes de Gilead ¡ªpor lo menos las viejas familias, como los Ames y los Boughton¡ª saben muy bien que su ciudad se ha desarrollado capa sobre capa. Ahora bien, en otros aspectos, creo que, en general, la gente no conoce su historia. Por ejemplo, los brit¨¢nicos no dan muchas vueltas al hecho de que fueron los mayores traficantes de esclavos. En Estados Unidos s¨ª que nos planteamos constantemente estas dudas sobre nuestra complicada historia, y en eso somos bastante excepcionales, porque todo el mundo tiene preguntas, pero no siempre preguntas que quiera hacer.
P. Los cr¨ªticos suelen hablar del papel de la religi¨®n en sus novelas y lo sit¨²an en el contexto de una ¨¦poca laica. Pero yo no estoy seguro de que estemos viviendo en una era tan laica como a veces se nos quiere hacer pensar.
R. Creo que se ha utilizado muy mal la palabra ¡°laico¡±. Para m¨ª, el mundo laico es el gran espacio neutral y compartido que garantiza la libertad religiosa a cualquiera que forme parte de ese espacio. No creo que sea enemigo de la religi¨®n, creo que la protege. Hay que estar verdaderamente entregado a la idea de la autoridad de un culto dominante para ver un enemigo en el laicismo. No deber¨ªamos haber cedido el uso de esa palabra. En mi opini¨®n, ¡°laicismo¡±, en sentido negativo, no es un fen¨®meno importante. Francamente, ha habido tanta gente que ha cometido actos tan perversos en nombre de la religi¨®n que es impresionante que a pesar de ello siga teniendo tanta capacidad de resistencia.
P. He escuchado conversaciones suyas con cient¨ªficos que no proceden del mismo entorno espiritual que usted pero parecen plantearse preguntas muy similares sobre la existencia humana: de d¨®nde procede, qu¨¦ significa.
R. ?Es absolutamente cierto! Por supuesto que no creo que haya que tratar de poner la ciencia al servicio de la religi¨®n, pero es algo que debemos contemplar: la ciencia es tan bella que la gente deber¨ªa disfrutarla. La idea de que la ciencia va en contra de la religi¨®n es una especie de argumento mezquino.
P. Sus libros se han publicado en todo el mundo. ?Nota diferencia en c¨®mo se reciben esas cuestiones religiosas fuera de Estados Unidos?
R. Mucho menos de lo que cre¨ªa. A menudo pienso que resulta extra?o, en cualquier contexto, escribir sobre un sacerdote que muere de viejo en 1956, como hice en Gilead. En una ocasi¨®n habl¨¦ con un sacerdote ortodoxo, con su imagen tan espectacular, y en un tono de lo m¨¢s afectuoso me dijo del reverendo Ames: ¡°Es como todos nosotros: predica. Reza. Se enamora¡±. Me llegan reacciones de personas que piensan que estos libros nos dicen ¡°c¨®mo ser cristianos en los tiempos modernos¡± o cosas as¨ª. Pero tambi¨¦n he estado en los Emiratos ?rabes Unidos, y all¨ª los cr¨ªticos dec¨ªan: ¡°Este libro no habla de una religi¨®n; habla de religi¨®n¡±. Un comentario precioso y reconfortante.
P. Hay lectores que no tienen ninguna creencia religiosa en absoluto, pero que encuentran en sus libros una forma de pensar sobre el car¨¢cter majestuoso del mundo que nos rodea. Es como si el sentimiento de gracia en sus libros fuera¡
R. ?Inmanente! (Risas).
P. Hay una gracia inmanente en la experiencia. ?Se puede decir as¨ª?
R. Exacto.
P. Le promet¨ª que iba a hacerle una pregunta relacionada con el fil¨®sofo William James, que s¨¦ que es uno de sus personajes favoritos. James escribe: ¡°Estar extasiado, con la atenci¨®n satisfecha¡ ante el mero espect¨¢culo de la presencia del mundo, es una forma, la forma m¨¢s fundamental, de confesar que uno siente su inconmensurable significado e importancia¡±. Estas palabras podr¨ªan describir la actitud ante el mundo que el lector encuentra en sus libros.
R. ?Es un gran hombre! (Risas). ?No es maravilloso? Desde luego, me gustar¨ªa pensar que es verdad.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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