Enzensberger: ¡°Esta es una enciclopedia contra la estupidez¡±
El autor de 'El hundimiento del Titanic' ofrece en 'Reflexiones del se?or Z.' la sabidur¨ªa e iron¨ªa de sus 87 a?os. Y advierte: ¡°Hay que prepararse por si viene el iceberg¡±
El siglo pasado conoci¨® ilusiones y desastres que tuvieron como epicentro, para Europa, guerras devastadoras, y para Espa?a, el peor de nuestros dramas, la Guerra Civil. Hubo ilusiones tambi¨¦n, claro, como aquel Mayo del 68 o como la revoluci¨®n cubana, que se diluy¨® como el Titanic para desencanto de quienes creyeron que all¨ª comenzaba una nueva historia.
Entre los primeros que vislumbraron el desastre despu¨¦s de la ilusi¨®n est¨¢ Hans Magnus Enzensberger, el poeta y ensayista alem¨¢n que en 1978 public¨® El hundimiento del Titanic, un poema ir¨®nico y rabioso que tiene su ra¨ªz en aquella experiencia cuyo emblema principal quedar¨ªa tan desgastado como el p¨®ster del Che Guevara.
Anagrama, su editorial espa?ola, ha publicado de nuevo ese viejo libro; da escalofr¨ªo leerlo ahora, porque, como suele ocurrir, la poes¨ªa es mejor testimonio que un acta notarial de los acontecimientos, y El hundimiento del Titanic explica como un temblor lo que pasaba entonces en la construcci¨®n de aquellas ilusiones luego defraudadas. Coincide la reedici¨®n de ese libro con la llegada a la mesa de novedades de otra muestra del desencanto frente al tiempo de Enzensberger: Reflexiones del se?or Z. o migajas que dejaba caer, recogidas por sus oyentes. No es dif¨ªcil sugerir que el se?or Z. de su relato sincopado es el propio Enzensberger, este hombre de 87 a?os, alto, elegante y sumamente ir¨®nico, que nos recibe en su estudio de M¨²nich (Alemania) bien iluminado en el que ¨¦l atesora las luces de su amplia y diversa sabidur¨ªa. Tiene un esp¨ªritu juvenil y risue?o, y habla espa?ol a¨²n, aunque ya no lo practica como cuando viajaba a aquella isla de antiguas enso?aciones o cuando depart¨ªa en Espa?a con sus colegas los poetas espa?oles.
Aqu¨ª estuvo tambi¨¦n, por ejemplo, cuando la Transici¨®n empezaba a dejar cristales rotos y, mucho m¨¢s tarde, cuando el 15-M dibuj¨® el contorno pol¨ªtico que dio de s¨ª, por ejemplo, el fen¨®meno Podemos. En aquel mayo espa?ol se vino a quedar en un hotel de la plaza de Santa Ana (por donde vivi¨®, en 2006, su amigo G¨¹nter Grass) para estar cerca de los campamentos de los j¨®venes contestatarios. All¨ª fue, a la Puerta del Sol, tocado con su sombrero blanco, su traje beis estilo Gran Gatsby y su camisa de rayas, como un veterano al que la edad le resbala. Entonces aquel fervor lo entusiasmaba. Pero ni ¨¦l ni el se?or Z. de su reciente libro encuentran ahora muchos motivos para el entusiasmo sobre lo que sucede en el mundo. De hecho, este ¨²ltimo libro suyo es una especie de breve enciclopedia esc¨¦ptica sobre la estupidez contempor¨¢nea
PREGUNTA.?El se?or Z. dice en el libro que a ciertas edades es muy delicada la pregunta ¡°?c¨®mo le va?¡±. Pero ?c¨®mo le va a usted?
RESPUESTA.?Desde el punto de vista de la salud, bien. Sigo fumando moderadamente. En ese sentido no soy excesivo, ?no necesito coca¨ªna!
P.?El desastre de Cuba es uno de los motivos de El hundimiento¡ y en El se?or Z. trata algunos desastres de la estupidez. ¡°Lo peor no termina nunca¡±, dice.
R.?Ese es un proverbio italiano que dice eso, ¡°en lo peor no hay final¡±¡ Siempre hay una posibilidad de ir peor a¨²n, pero eso tambi¨¦n es un consuelo: porque todo podr¨ªa ser peor que ahora, a¨²n no ha terminado de ser peor¡
P.?El hundimiento del Titanic lo escribe contemplando lo que usted cre¨ªa entonces que estaba siendo el final de la euforia cubana¡ ?Qu¨¦ le produjo la sensaci¨®n de que Cuba se podr¨ªa hundir?
R.?Hubo un momento inolvidable de euforia, algo exuberante en 1959, pero ya en los a?os sesenta la cosa no funcionaba porque hab¨ªa un se?or que lo hac¨ªa todo y cre¨ªa hacerlo todo bien. Hay una parte bastante espa?ola en Fidel Castro. ?l es un gallego, de cabeza dura; su familia en Galicia era de terratenientes, prepotente. Y as¨ª hizo el trabajo, con prepotencia. Por eso no funcion¨®.
P.?En ese poema cita una frase de Jean Paul Sartre: ¡°Guevara es el ser humano m¨¢s completo de nuestro tiempo¡¡±.
R.?Pobre Che Guevara. ?l firmaba los billetes del Banco Nacional sin tener conciencia de que ese peso no val¨ªa nada¡ En ese sentido fue tambi¨¦n un ignorante. Y con respecto a lo que dijo Sartre, siempre hay que recordar que entre los intelectuales hay tonter¨ªas de las que son capaces sobre todo los intelectuales. ?El hecho de que sean intelectuales no significa que sean m¨¢s listos que los dem¨¢s! ?Las tonter¨ªas son muy variadas, es muy rica la lista! Y hay un departamento de tonter¨ªas de los intelectuales. Las suyas son mayores porque ellos han trabajado muy arduamente en la fabricaci¨®n de la tonter¨ªa.
P.?El libro alerta, por ejemplo, contra el exceso de informaci¨®n. Y contra Internet, contra el uso incesante del tel¨¦fono¡
R.?S¨ª, en ese sentido hay una parte reaccionaria del se?or Z. Naturalmente estos aparatos no le gustan: no tiene m¨®vil, lo rechaza, por tanto no tiene Twitter, ?no, por favor, qu¨¦ horror! En ¨¦l hay todos los aspectos: el sabio, pero tambi¨¦n el provocador, el gur¨², el payaso¡ ?S¨ª, est¨¢ entre S¨®crates y Jeff Koons! [risas]. Y s¨ª, esta es una enciclopedia que alerta contra la estupidez humana. Pero tengo la cortes¨ªa de escribir libros breves; creo que es m¨¢s amable que imponerle al p¨²blico libros de mil p¨¢ginas. La vida no es tan larga, ?ser¨ªa una presunci¨®n poner a disposici¨®n de las personas vol¨²menes tan pesados! Lo ¨²ltimo que escrib¨ª fueron poemas de tres l¨ªneas durante 365 d¨ªas del a?o, estaban firmados con seud¨®nimo y los public¨® Frankfurter Allgemeine Zeitung. El seud¨®nimo es Kilroy, el nombre colectivo con el que firmaban los soldados norteamericanos en la II Guerra Mundial. Es una especie de calendario de haikus. Me acuerdo de uno: ¡°Es f¨¢cil imprimir billetes, pero imprimir confianza es imposible¡±.
A diferencia de Hitler, el pol¨ªtico normal quiere sobrevivir. Como los espa?oles: tras un esc¨¢ndalo no se retiran, siguen ah¨ª¡±
P.?Y se los acept¨® un peri¨®dico. Es notable teniendo en cuenta lo que dice el se?or Z.: ¡°Muchos consideran la lectura de los peri¨®dicos una depravada p¨¦rdida de tiempo¡±.
R.?Pero el peri¨®dico es una especie de droga. Sin un peri¨®dico al d¨ªa mi vida ser¨ªa impensable; puedes no soportar a un articu?lista, pero todo peri¨®dico tiene inter¨¦s, incluso aquello que ni te gusta ni usas. Por ejemplo, son important¨ªsimos los crucigramas, y hay que prestarles mucha atenci¨®n desde el punto de vista editorial: hay que cuidar las preferencias de los lectores. Y a m¨ª no me interesa la moda, pero hay mucha gente a la que le gusta. Los diarios son un almac¨¦n extraordinario de cosas que interesan a gente muy diversa.
P.??Y a usted qu¨¦ le interesa de los pe?ri¨®dicos?
R.?Los corresponsales. Est¨¢ la prensa amarilla, esa que tiene una gran tirada, pero que no contiene noticias, sino entretenimiento, as¨ª que no tiene que ver con el estado de las cosas. EL PA?S es uno de los peri¨®dicos del mundo con una gran red de corresponsales. Ese es un lujo que muchos peri¨®dicos no tienen; es muy importante ver c¨®mo se cuenta la realidad desde un punto de vista propio desde Mosc¨², desde Wa?shington o desde Londres. Es muy costoso mantener esa red. Y mantenerla convierte en imprescindible la prensa diaria: son periodistas en los que uno conf¨ªa, no son el producto de una agencia an¨®nima. Y yo me f¨ªo de ese tipo de informaci¨®n selectiva.
P.?El se?or Z. deplora que los buenos peri¨®dicos norteamericanos tengan cada vez menos corresponsales en el extranjero, as¨ª que a veces es usted su personaje.
R.?El se?or Z. es una m¨¢scara. Es un pensionista, un tipo peque?o con bomb¨ªn, y ya ves que yo no soy ese. A veces dice lo que pienso y a veces dice cosas con las que no estoy de acuerdo.
P.??Est¨¢ de acuerdo con ¨¦l en que el escepticismo es una manera de ver este tiempo?
R.?El escepticismo forma parte del sentido com¨²n del ser humano. Cada uno es un esc¨¦ptico a su manera, ?no? ?l dice que no cree en la publicidad, porque solo dice mentiras. Lo dice en defensa propia: es su arma para defenderse de la pol¨ªtica comercial, del consumismo. En la vida privada todos tenemos mecanismos de defensa, y entre ellos el sentido com¨²n y el escepticismo son muy valiosos.
P.?El esc¨¦ptico, dice Z., es el que otea. En el diccionario espa?ol, esc¨¦ptico es quien duda. ?
R.?Es un concepto griego. Hab¨ªa entonces una escuela de esc¨¦pticos que descre¨ªa pr¨¢cticamente de todo. ¡°?El mundo existe, pues yo no estoy tan seguro!¡±. En esa capacidad para dudar de todo hay una exageraci¨®n tambi¨¦n.
P.??Usted de qu¨¦ est¨¢ seguro?
R.?Por ejemplo, del solipsismo. Yo entiendo que existo. Los dem¨¢s no existen, es una ilusi¨®n que yo me he fabricado. Juan Cruz es una invenci¨®n m¨ªa, est¨¢ ante m¨ª, pero es una ilusi¨®n m¨ªa. Yo produzco un interlocutor para divertirme, para hacer una ficci¨®n, para inventar algo. Pero ese se?or que veo y que me pregunta no existe. Eso es solipsismo, en eso creo.
P.?Tanto en este libro como en El hundimiento se describe el escepticismo ante lo que ocurre. Parece que todo es un sue?o b¨¢rbaro, y es tambi¨¦n una burla del poder, de la pol¨ªtica, incluso de la poes¨ªa¡
R.?Hay una larga tradici¨®n en esto. Mire a Goya, que expresa muchas cosas inciertas, muchas pesadillas. Trabajaba para la corte, pero no cre¨ªa en la monarqu¨ªa. No cre¨ªa en el catolicismo. Cre¨ªa en pocas cosa. ?l representa el escepticismo oscuro, m¨¢s bien negro, no cree.
P.?El se?or Z. reflexiona sobre pol¨ªtica. Cita a Montaigne: ¡°Habr¨ªa que dejar la pol¨ªtica en manos de los m¨¢s robustos y menos dubitativos que de buena fe sacrifican su honor y su conciencia por ella¡±. Eso lo piensan Montaigne y el se?or Z. ?Tambi¨¦n el se?or Enzensberger?
R.??Por qu¨¦ nos ocupamos de la pol¨ªtica? No lo hacemos por gusto, porque es aburrida, sino por autodefensa. Y los que la hacen seguramente sienten que la pol¨ªtica les da vigor, segrega una especie de serotonina. Mira a la pobrecita Merkel, viajando de pa¨ªs en pa¨ªs, noches sin dormir. A ella le gusta, le apasiona. Por la serotonina. Para ella es sublime. Es como lo que segregan cierto tipo de deportes, por ejemplo el marat¨®n. El marat¨®n es una tortura, pero le gusta a tantos, como los saltos en la nieve, ?300 metros de abismo! Una tortura, pero al parecer una tortura exquisita.
P.??A estos pol¨ªticos les gusta tanto que estar¨ªan dispuestos a perder su conciencia y honor por la pol¨ªtica?
R.?Resulta inevitable; a veces est¨¢s en una situaci¨®n en la que las opciones son limitadas y la posibilidad de error es infinita, pero les gusta el riesgo. Mira a los griegos, qu¨¦ partida de p¨®quer tan excitante llevan a cabo con Europa. Es una raza extra?a la de los pol¨ªticos. Una carrera rara en la que la dimisi¨®n no es lo natural.
P.?Y si les gusta tanto el riesgo, podr¨ªa pensarse que al final los pol¨ªticos tambi¨¦n ser¨ªan suicidas¡
R.??Depende de su grado de megaloman¨ªa! Por ejemplo, est¨¢n los casos de Napole¨®n y de Hitler: la megaloman¨ªa es m¨¢s fuerte que ellos. Realmente no pueden parar, no pueden retirarse, necesitan dominar el mundo entero. ?Gente que se cree capaz de dominar a toda la humanidad, que de ellos dependa el planeta! Est¨¢n alienados, contin¨²an hasta la autodestrucci¨®n: uno acaba en la soledad de Santa Elena y el otro se dispara una bala en Berl¨ªn.
P.?Otros sobreviven.
R.?S¨ª, el pol¨ªtico normal quiere sobrevivir, tiene un residuo de autoconservaci¨®n, porque hay dictadores en el exilio, que se retiraron cuando los iban a matar. Sadam Husein fue hallado en su b¨²nker y lo mataron. Al final quiso sobrevivir. Hitler no, Hitler se mat¨®. Por fortuna, el pol¨ªtico normal quiere sobrevivir. Es mejor. Y mira lo que ocurre con los pol¨ªticos espa?oles: cuando han perdido sus funciones, cuando les estalla un esc¨¢ndalo, no se retiran, siguen ah¨ª: quieren continuar, vivir. No son suicidas en ese sentido, ?por fortuna! Es mejor.
P.?Tambi¨¦n tienen tendencia a inventar historias o leyendas para crear naciones y desde?ar objetivos, como se dice en su libro.
R.?Eso siempre funciona: la naci¨®n¡ Esa idea es m¨¢s bien reciente. Al inicio fue la tribu, la familia, los vecinos¡ Por ejemplo, los indios de Am¨¦rica se distribu¨ªan en peque?os grupos, hasta que uno se inventaba la idea de un rey. Un peque?o grupo con la tendencia a engrandecerse, con la idea de hacerse se?ores feudales. Todo el mundo sabe esto mejor que yo: hay vol¨²menes enteros de Hobbes, de Marx, gente que sabe much¨ªsimo, de modo que yo lo digo como si esparciera las migajas de mi personaje¡
P.?El se?or Z. dice que no hay capitalismo, sino capitalismos, y que por eso sobrevive.
R.?El capitalismo es proteico porque es m¨¢s capaz de adaptarse a circunstancias cambiantes que el socialismo. El socialismo no conoce modificaciones, aunque haya diferencias, por ejemplo entre Corea del Norte y Cuba. El capitalismo puede coexistir con un partido comunista unitario en China y tambi¨¦n tranquilamente con el fascismo italiano o con el nazismo en Alemania.
P.?Hay en el libro una iron¨ªa sobre el progreso: le ha dado mucho a la humanidad, pero tambi¨¦n ha tra¨ªdo terrorismo o campos de concentraci¨®n.
R.?Es que, como dicen los norteamericanos, no hay almuerzo gratis¡ Eso se aplica tambi¨¦n al progreso, no es gratuito. Mira la esclavitud en la colonizaci¨®n de las Antillas. Para que tom¨¢ramos caf¨¦ en el Norte hubo que explotar a los hombres. Y eso se hizo en nombre del progreso. Puso en marcha la esclavitud, la deportaci¨®n, el colonialismo, los imperios. Todo eso se paga.
P.?Este se?or Z. dice que la avalancha de informaci¨®n se evaporar¨¢. Y a?ade que ¡°existe vida m¨¢s all¨¢ de los medios¡±.
R.?Yo tambi¨¦n digo que en este momento todos los medios hablan de la digitalizaci¨®n y predicen que todo ha de ser digital. ?Abajo con el papel, es demasiado anal¨®gico! No estoy de acuerdo: yo como anal¨®gicamente, duermo anal¨®gicamente¡ Este es un sistema anal¨®gico. La rodilla es anal¨®gica, la lengua no es un ordenador. ?No hay que exagerar con lo digital, no es la soluci¨®n de todo! Los industriales dicen que hay que digitalizar lo m¨¢s posible, porque hay capacidad de reducir el tama?o de las m¨¢quinas¡ ?No te parece que se muere tambi¨¦n anal¨®gicamente, no digitalmente?
P.?Espa?a es un asunto suyo desde hace a?os. ?C¨®mo ve ahora la situaci¨®n?
R.?En relaci¨®n con Espa?a siempre he sido ignorante, pero tambi¨¦n un observador. Veo en la prensa alemana art¨ªculos sobre el nuevo partido, Podemos. Es interesante, y en toda Europa hay analog¨ªas, de uno u otro signo, con esa formaci¨®n. Siempre se les recibe con una reacci¨®n de rechazo hasta que se ve que es imposible ignorarlos. No es buena idea pretender que no existen. Creo que todos los tipos de populismos, de derechas, nacionalistas o de izquierdas, son fruto de los graves errores de la clase pol¨ªtica dirigente, porque vienen a representar lo que ellos no han querido ver. Por ejemplo, la operaci¨®n de salvamento de los bancos. Es una monstruosidad: ??por qu¨¦ los bancos son santos, como el Vaticano, a los que hay que rescatar?! F¨ªjate en Bankia, con las tarjetas negras, de las que se sirven partidos y sindicatos. ?Y luego viene el Gobierno a salvar Bankia con millones de euros! Y los responsables son personas concretas, nombres propios que se conocen. No es una abstracci¨®n. Y si un partido como Podemos tiene una posibilidad de llegar al poder es como consecuencia de esa clase descuidada. F¨ªjate tambi¨¦n en lo que ha pasado en Andaluc¨ªa, con el partido socialista¡ No hay que hacer distinciones: aunque se llamen de modo diferente, PP y PSOE se han comportado de manera similar. Y el resultado es populismo, una palabra derivada de pueblo. Pero, repito, soy un ignorante de lo que ocurre en Espa?a. Y la que muestro es la pasi¨®n de un ignorante, un historiador amateur, un soci¨®logo amateur, siempre amateur.
P.?En su muy famoso libro de poemas dice que el iceberg avanza hacia nosotros inexorablemente. ?Cree que estamos en el tiempo de esa met¨¢fora?
R.?S¨ª, pero se puede dudar de eso: existe el cambio de clima, los icebergs terminan disolvi¨¦ndose. El cambio de clima est¨¢ m¨¢s all¨¢ de la responsabilidad del hombre, de su control. Es mayor que el hombre, qui¨¦n sabe qu¨¦ pasar¨¢ con el iceberg¡
P.??Y metaf¨®ricamente estamos en un tiempo en que es posible el iceberg contra el que podr¨ªamos encontrarnos fatalmente?
R.?El crash econ¨®mico siempre es posible, ma?ana por la ma?ana vas al banco y no hay dinero, baja la renta, bajan las posibilidades, y te vas adaptando como si la fatalidad marcara sus reglas. Pas¨® en Alemania tras la guerra, lleg¨® el hambre, nos acostumbramos. La disminuci¨®n del nivel de vida ha llegado a Europa ahora, y mira c¨®mo nos estamos acostumbrando. Tenemos que acostumbrarnos, por si viene el iceberg¡
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