Vincent Lindon : ¡°La pol¨ªtica tradicional ya no es suficiente¡±
El actor franc¨¦s refleja la brutalidad del mercado laboral en ¡®La loi du march¨¦¡¯
En su nueva pel¨ªcula, los trabajadores hacen lo que se espera de ellos. Aceptan el sistema sin rechistar. No se rebelan porque no hay revuelta imaginable en el horizonte y no abren la boca por miedo a no tener con qu¨¦ llenar sus est¨®magos. Son c¨®mplices, sin quererlo, de un sistema brutal que se aprovecha de su debilidad. En el centro de ese paisaje, aparece Vincent Lindon (Boulogne-Billancourt, 1959), protagonista entre decenas de actores no profesionales de La loi du march¨¦ (La ley del mercado), presentada en la secci¨®n oficial a concurso del Festival de Cannes. En esta panor¨¢mica brutal del mercado laboral, el actor franc¨¦s interpreta a un hombre en paro, con una esposa y un hijo discapacitado a los que mantener, luchando por encontrar un empleo tras haber superado la fat¨ªdica barrera de los cincuenta.
?Ya hace a?os que Lindon, actor de trayectoria algo err¨¢tica, ha anclado su carrera en el cine social y comprometido, participando en pel¨ªculas que ¡°tanto podr¨ªan figurar en la secci¨®n de Cultura como en la de Sociedad¡±, asegura este hombre de f¨ªsico monol¨ªtico, especializado en papeles de bruto que no han perdido completamente su humanidad. ¡°Gilipollas que logran enmendarse¡±, dijo una vez. Fiel a la leyenda, en las distancias cortas Lindon se revela amable y brusco a la vez, de maneras corteses pero tambi¨¦n cortantes, aunque m¨¢s receptivo a la pregunta inc¨®moda que a la sencilla. ¡°No me gusta el confort¡±, reconoce. A lo largo de una hora, el actor elabora sus respuestas librando un concierto de tics nerviosos ¨Cel ojo, la boca, el hombro y hasta el brazo; sorprende que en el cine ni se intuyan¨C, con esa voz rota que ya es marca de f¨¢brica.
¡°Los seres humanos de todos los pa¨ªses del mundo van a tener que meterse en pol¨ªtica¡±
?¡°La pel¨ªcula quiere ser una fotograf¨ªa, un testimonio de lo que vive hoy la mayor parte de la sociedad¡±, afirma Lindon. Es decir, la dificultad de conservar su trabajo o de encontrar uno nuevo, pero tambi¨¦n la humillaci¨®n continua que inflige el mercado laboral en tiempos de crisis. ?Cine pol¨ªtico, entonces? ¡°Cuando el cine habla de situaciones contempor¨¢neas, siempre tiene algo de pol¨ªtico. No se trata de dar ¨®rdenes al espectador ni decirle c¨®mo debe pensar, pero s¨ª de empujarle a hacerse ciertas preguntas¡±, responde. ¡°?Qu¨¦ me ha parecido lo que acabo de ver? ?Qu¨¦ puedo hacer para intervenir, si es que puedo hacer algo? ?C¨®mo he logrado vivir todo este tiempo sin hacerme esas preguntas? En ese sentido, s¨ª es un filme pol¨ªtico¡±.
El dilema moral de su personaje es inaudible, pero a¨²n as¨ª perceptible. Encontrar un trabajo como guardia de seguridad tras meses de viacrucis no pondr¨¢ fin a su sufrimiento. M¨¢s bien lo contrario: su misi¨®n consistir¨¢ en denunciar a compa?eros que cometen delitos tan graves como robar peque?os bonos de descuento por valor de pocos c¨¦ntimos de euro. El cineasta St¨¦phane Briz¨¦, que se estrena en la competici¨®n de Cannes y con quien Lindon ya ha rodado tres pel¨ªculas, rueda a su protagonista de espaldas. Pero no cuesta adivinar su rostro descompuesto en esas secuencias de brutal delaci¨®n, que a veces terminan de manera tr¨¢gica. ¡°No todo el mundo puede ser valiente. Hay muchos trabajadores que est¨¢n cogidos, con perd¨®n, por los cojones. Dar un portazo puede estar muy bien, pero no si tienes mujer e hijos y acabas durmiendo en la calle. La pel¨ªcula se pregunta si vale la pena dar ese portazo¡±. Para encontrar respuesta, habr¨¢ que esperar hasta el ¨²ltimo minuto de metraje.
El sistema descrito por La loi du march¨¦ es de una perfidia insoportable, aunque no haya ning¨²n malvado caricaturesco a la vista. El personaje de Lindon se enfrenta a personas que son, en el fondo, iguales que ¨¦l: peque?os encargados del banco que le niega un pr¨¦stamo, funcionarios amargados de la oficina del paro, compradores que le regatean con desfachatez al adquirir su casa prefabricada y directores de recursos humanos superados por la situaci¨®n. Todos colaboran con el sistema, siguiendo el protocolo indicado sin hacerse demasiadas preguntas. ¡°Yo creo que s¨ª se las hacen, pero no pueden actuar de otra manera. Desde arriba se divide para reinar mejor. Contraponen a precarios de la misma condici¨®n, que se enfrentan como en la palestra¡±.
?Marx que los trabajadores alienados eran poco m¨¢s que ¡°bestias de carga con la conciencia entumecida¡±. Esos son los seres que describe la pel¨ªcula. Lindon no ve s¨ªntomas de mejora a su alrededor. ¡°Al rev¨¦s, la distancia entre precariedad y riqueza no deja de aumentar¡±, opina. ?Qu¨¦ puede hacer la pol¨ªtica para enfrentarse a esa deriva? ¡°Nada. A la vista est¨¢ que no consiguen resolverlo. La pol¨ªtica tradicional todav¨ªa cuenta, pero ya no es suficiente¡±, diagnostica. ¡°Habr¨¢ que inventar formas anexas de hacer pol¨ªtica. Formas subterr¨¢neas, en grup¨²sculo o individuales, a trav¨¦s de peque?as asambleas y agrupaciones que te permitan hacer pol¨ªtica en tu barrio o en tu propio edificio. Lo quieran o no, los seres humanos de todos los pa¨ªses del mundo van a tener que meterse en pol¨ªtica¡±.
El actor no siempre ha mantenido esa distancia prudencial. En 2007, apoy¨® al candidato centrista a las presidenciales francesas, Fran?ois Bayrou, mientras que en 2012 se le vio en un mitin de Fran?ois Hollande (y sentado al lado de Val¨¦rie Trierweiler, para m¨¢s inri). ¡°No tengo ganas de hablar de eso. Conf¨®rmese con mi respuesta anterior¡±, zanja Lindon, sin negociaci¨®n posible. Una inflexibilidad que sorprende, ya que nunca ha escondido sus opiniones al respecto. Luego aclarar¨¢ que no le gusta que se hurgue en su pasado. ¡°Se empieza preguntando por Bayrou y se acaba haci¨¦ndolo por Carolina de M¨®naco¡±, se excusar¨¢. Durante los a?os noventa, convivi¨® cinco a?os con la princesa. Al mismo tiempo, salt¨® a la fama tambi¨¦n en el cine, gracias al ¨¦xito en Francia de La crisis, comedia social de Coline Serreau que le catapult¨® a la primera fila, tras haber empezado siendo asistente de vestuario para Alain Resnais, microfonista del gran c¨®mico Coluche e incluso granjero en Texas. Precisamente, en esa pel¨ªcula ya interpretaba a un hombre en paro.
?Lindon es hijo de periodistas y procede de una familia burguesa e intelectual, pero lleva a?os especializado en los papeles de extracci¨®n humilde. En los ¨²ltimos tiempos, ha sido alba?il de provincias, profesor de nataci¨®n y jardinero antisemita (en lo ¨²ltimo de Beno?t Jacquot, nueva versi¨®n del Diario de una camarera que film¨® Bu?uel). Una vez dijo que era un burgu¨¦s metido en un cuerpo de obrero. ?Lo vive como una contradicci¨®n? ¡°No. Me educ¨® un padre que se sent¨ªa m¨¢s a gusto con la gente humilde y cercana que con snobs. A m¨ª me pasa lo mismo. Me fascina la manera de hablar y de moverse que tienen esas personas¡±, responde. Pese a todo, recuerda que en el cine tambi¨¦n ha sido ¡°cirujano, empresario, profesor y primer ministro¡±. ¡°No me haga pasar por lo que no soy. Si me gusta la historia, puedo interpretar a Luis XIV o a un mendigo sin ning¨²n problema. Pero le concedo que tengo una manera de actuar muy terrenal. Por ejemplo, cuando como, como de verdad¡±, dice Lindon, simulando ser un croma?¨®n que devora a su presa. Sus papeles tambi¨¦n una virilidad a la antigua. ¡°As¨ª soy yo, este es mi cuerpo y mi cara. Ni puedo ni quiero escapar a lo que soy¡±, dice encogi¨¦ndose de hombros.
Existen pu?ados de actores maduros aferrados a los papeles que interpretaron en sus respectivas juventudes, incapaces de aceptar el paso del tiempo. No es el caso de Lindon. Al rev¨¦s, se dir¨ªa que se siente m¨¢s a gusto a los 55 a?os que con treinta menos. Sobre todo, delante de la c¨¢mara: en algunas de sus primeras pel¨ªculas parece casi avergonzado de interpretar al gal¨¢n rom¨¢ntico. ¡°?Exacto!¡±, se entusiasma, al fin. ¡°Eso era exactamente lo que me suced¨ªa. No me aceptaba en absoluto a m¨ª mismo, mientras que ahora me siento muy a gusto, en la vida como en el trabajo. Est¨¢ bien que envejecer te d¨¦ alguna virtud y no solo defectos¡±, asegura.
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