Una mente brillante en movimiento
Las memorias del neur¨®logo Oliver Sacks encarnan un trepidante viaje por uno de los cerebros m¨¢s privilegiados de su tiempo
Es imposible leer On the move sin tener presente un art¨ªculo publicado el pasado mes de febrero en The New York Times en el que Oliver Sacks anunciaba a sus lectores que no le quedaba mucho tiempo de vida. Pese a lo devastador del mensaje, el art¨ªculo transmit¨ªa un sentimiento de intensa gratitud por la vida que le hab¨ªa sido dado vivir. El tono de On the move es jubiloso desde la primera p¨¢gina, en la que el neur¨®logo afirma con desenfado que lo que m¨¢s ama en el mundo son las motos. La foto de portada refuerza esta aseveraci¨®n: un Oliver Sacks irreconocible, jovenc¨ªsimo, sonr¨ªe montado en una BMW. La imagen remite deliberadamente a otra foto, ¨¦sta muy conocida, de Marlon Brando en una pose semejante. Los viajes nocturnos en moto por el desierto en California, la halterofilia, el culturismo y la nataci¨®n son algunos de los hilos conductores de un relato que da cuenta de una vida presidida por el ideal del movimiento. La trayectoria vital de Oliver Sacks est¨¢ marcada por dos pasiones obsesivas: la ciencia y la literatura.
On the move se inscribe en un prestigioso linaje de autobiograf¨ªas escritas por cient¨ªficos en el que figuran los nombres de Alexander von Humboldt, Charles Darwin o Sigmund Freud, todos ellos invocados en el libro. Freud, pionero del llamado relato cl¨ªnico y uno de los mayores genios literarios del siglo XX, seg¨²n Harold Bloom, es el antecedente m¨¢s directo de Sacks, que supo adaptar el g¨¦nero con eficacia extraordinaria a las coordenadas de nuestro tiempo.
¡°Tengo la impresi¨®n de que me he mantenido siempre a cierta distancia de la vida¡±, escribe el autor de Despertares
El Sacks de On the move es un animal narrativo de una especie muy distinta a la que nos tiene acostumbrados el escritor en su larga trayectoria dedicada a la dilucidaci¨®n de toda suerte de misterios neurol¨®gicos (su obra, un total que rebasa los setenta t¨ªtulos, algunos de ellos verdaderas joyas literarias, incluye cl¨¢sicos universalmente conocidos como El hombre que confundi¨® a su mujer con un sombrero, Un antrop¨®logo en Marte, Alucinaciones o Musicofilia). Hay algo de chejoviano en el proceso de alquimia verbal en virtud del cual Oliver Sacks logra que los misterios aparentemente insondables de la ciencia se transmuten en sustancia literaria, y eso est¨¢ muy presente en las p¨¢ginas de On the move, s¨®lo que aqu¨ª lo que podr¨ªamos denominar efecto Sacks reviste caracter¨ªsticas muy particulares.
El relato que traza Oliver Sacks de su vida en este libro arroja una luz que le da un sentido inusitado a cuanto hab¨ªa escrito con anterioridad. El inter¨¦s mayor de On the move estriba en su capacidad para conmover, en su hondura y luminosidad como confesi¨®n ¨ªntima. Es un privilegio acceder (uno piensa en Rousseau) a los recovecos m¨¢s ¨ªntimos del alma de un ser humano cuya peripecia vital es tan excepcional como compleja. De los distintos haces narrativos que configuran la textura de este libro, el m¨¢s poderoso es la indagaci¨®n en la naturaleza del deseo sexual y el amor como experiencia primordial. Cuando Sacks anunci¨® p¨²blicamente que le quedaban unos meses de vida, el escritor Lawrence Wechsler se apresur¨® a desempolvar unos cuadernos en los que hab¨ªa estado a?os tomando notas con la idea de escribir la biograf¨ªa de su amigo Ollie. En la introducci¨®n a los extractos, publicados en Vanity Fair, Wechsler explica que la raz¨®n por la que abandon¨® el proyecto fueron las reticencias de Sacks a la hora de afrontar su homosexualidad. Sin abordar algo tan crucial, el libro sencillamente carec¨ªa de sentido.
Y eso es lo que se nos da, de lleno, aqu¨ª, y resulta conmovedor leerlo. Cuando el futuro neur¨®logo le confes¨® a su madre, la persona m¨¢s importante de su vida, su orientaci¨®n sexual, aqu¨¦lla maldijo a su v¨¢stago en t¨¦rminos b¨ªblicos: ¡°Eres una abominaci¨®n, ojal¨¢ no hubieras nacido¡±. El episodio en el que Sacks cuenta c¨®mo perdi¨® la virginidad est¨¢ narrado con una inmediatez que deja al lector desarmado. Alguien que lo encontr¨® borracho hasta la inconsciencia en una calle de ?msterdam se lo llev¨® a su cama. Son muchos los momentos que punt¨²an con parecida fuerza la educaci¨®n sentimental del autor. El hilo que los enhebra es el convencimiento de que el amor verdadero es algo que le estar¨¢ vedado siempre. El autor vivi¨® su ¨²ltima aventura er¨®tica a los 40 a?os, cuando un desconocido lo abord¨® mientras nadaba. Seguir¨ªan 35 a?os de abstinencia sexual.
Son infinitas las facetas de esta narraci¨®n fascinante: la vida en los kibbutz, a?os de peligrosa adicci¨®n a la anfetamina y otras drogas, amistades profundas (Auden) o puntuales con personajes de gran relieve p¨²blico (Harold Pinter, Robert de Niro, Robin Williams); la intensa relaci¨®n con sus pacientes; la fragilidad de sus lazos familiares, algo particularmente desgarrador en el caso de su hermano Michael, que padec¨ªa esquizofrenia; sus lecturas¡
¡°A veces¡±, leemos cuando el libro se acerca a su final, ¡°tengo la impresi¨®n de que me he mantenido siempre a cierta distancia de la vida. Esto ha cambiado¡±. Es su manera de decir que con 75 a?os, por fin le ha sido dado descubrir el amor verdadero en la persona del escritor Bill Hayes. ¡°A lo largo de mi vida¡±, reza el p¨¢rrafo final del libro, ¡°he escrito millones de palabras, pero escribir me sigue pareciendo tan divertido y refrescante como cuando empec¨¦ hace casi 70 a?os.¡±
Babelia
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