Donde empez¨® todo
Brillante y apocal¨ªptico, F¨¦lix de Az¨²a cierra su falsa autobiograf¨ªa con 'G¨¦nesis'. En esta tercera entrega mezcla la antropolog¨ªa cultural con una historia ambientada en Venezuela
No es f¨¢cil poner l¨ªmites al contenido posible de una autobiograf¨ªa, g¨¦nero que tiende a fagocitar cuanto le rodea; la que F¨¦lix de Az¨²a acaba de concluir con su tercer volumen, G¨¦nesis, empez¨® por renunciar al principal de esos l¨ªmites: seguir el curso de una vida individual. Desde el inicio de Autobiograf¨ªa sin vida supimos que hablaba por muchos: ¡°No es este un libro que cuente mi vida, sino la de muchos que, como yo, han tenido similares sensaciones, experiencias, emociones, decepciones, aprendizajes¡±. Tambi¨¦n en Autobiograf¨ªa de papel se apelaba a la experiencia de ¡°quienes empezaron a escribir entre 1960 y 1980¡±, hijos todav¨ªa de la llama rom¨¢ntica y de la conciencia burguesa. En uno y otro libro, lo que import¨® no fue la vida en bruto, sino lo que le proporcionaba sentido y orden: el conocimiento. En el primero nos dio su experiencia del mundo del arte; en el segundo, la de su cultivo de las letras. En ambos, el resultado fue una brillante s¨ªntesis de antropolog¨ªa cultural.
Me gust¨® m¨¢s la Autobiograf¨ªa sin vida, que alcanza rel¨¢mpagos de lucidez y prosa inolvidables al reflexionar sobre la pintura rupestre, proponer la relaci¨®n entre la representaci¨®n de la violencia en la Grecia cl¨¢sica y la Alemania moderna, o al abordar el descubrimiento de lo dom¨¦stico en la pintura holandesa del siglo XVII¡ Autobiograf¨ªa de papel es un texto m¨¢s pro domo sua, que aporta sin embargo un refrescante balance de la poes¨ªa espa?ola hacia 1970 y algunas pistas de inter¨¦s sobre la historia de la novela y el destino del ensayo. Son textos que no disimulan su convicci¨®n de ser testamentos de un tiempo que acaba: en el arte pl¨¢stico se propone una fecha final, la victoria del arte conceptual en la Documenta de Kassel de 1972; en literatura, Az¨²a est¨¢ persuadido de que ha cambiado su papel en la vida social y ya nunca recobrar¨¢ el que tuvo. Por eso, ¡°todav¨ªa somos primitivos de nuestra era, que comenz¨® hacia 1970¡±.
Quienes empiecen esta compleja y magn¨¦tica autobiograf¨ªa por G¨¦nesis, su ¨²ltimo tomo, se sorprender¨¢n de que, al cabo de tanta decepci¨®n, Az¨²a regrese a donde empez¨® todo. Autobiograf¨ªa de papel nos hab¨ªa prevenido: ¡°Ya que el final casi lo conozco, me queda a m¨ª mismo explicarme cu¨¢l fue mi principio. Mi g¨¦nesis¡±. Pero el lector tampoco deber¨¢ olvidar que hemos definido el prop¨®sito de los vol¨²menes como una antropolog¨ªa de las formas art¨ªsticas. ?Por qu¨¦ no iniciarlos, entonces, con una verdadera cosmogon¨ªa, que averig¨¹e c¨®mo el ser humano se empe?¨® en complicarse la vida al reflejarla en un repertorio de objetos y lenguajes simb¨®licos? En los cap¨ªtulos impares de G¨¦nesis, Az¨²a ha escrito una personal¨ªsima, corrosiva e hilarante revisi¨®n del primer libro de la Biblia (con algunos rasgos de las leyendas wagnerianas), donde las luchas de los dioses entre s¨ª han dejado por vencedor al m¨¢s paranoico y arbitrario de todos y donde el aburrimiento de este ha dado origen a la creaci¨®n. Son espl¨¦ndidas las p¨¢ginas sobre la torpeza inicial del ser humano, sus inquisiciones sobre los animales que lo acompa?an o las conversaciones con la mujer, en el empe?o caprichoso de dar nombre a todo; lo son tambi¨¦n las p¨¢ginas que suceden a la muerte de Abel por Ca¨ªn ¡ªun accidente provocado por el propio Dios¡ª y sobre los pasos de las tribus que se dispersaron cuando la ruina de la torre de Babel, en demanda de un perd¨®n imposible. Pero no nos impresionan menos los atrevidos escenarios ¡ªel para¨ªso, el ¨¢rbol de la vida y el de la ciencia del bien y del mal¡ª que Az¨²a imagina con el poder visual de un nuevo William Blake.
Y no es tan dif¨ªcil intuir, cuando menos, la oscura relaci¨®n que une la cosmogon¨ªa de los cap¨ªtulos impares con el relato de los pares, ambientado en la Venezuela de los a?os cincuenta, en plena fiebre petrolera, bajo el signo del despilfarro y del machismo rampantes. ?No tiene algo de historia b¨ªblica el episodio de una viuda apetitosa y millonaria que va a cambiar el marido muerto ¡ªque casi ejerc¨ªa funciones de padre¡ª por un sobrino reci¨¦n llegado de Espa?a al que, en realidad, interesa m¨¢s la hija n¨²bil de su futura esposa? ?No hay mucho de primigenio y salvaje en ese duelo de autom¨®viles americanos en el que pretendiente y enemigo hallan la muerte? Y es que, justo al final de esta historia, la autobiograf¨ªa encuentra a su autor: Ver¨®nica, la joven heredera venezolana, ha ido a vivir a Madrid y ha hallado al protagonista, ocupado en estudios de arte y literatura, ¡°actividades caracter¨ªsticas de aquellos que habiendo conocido el Para¨ªso lo perdieron¡±. Sin duda, todo lo que hemos le¨ªdo en los tres vol¨²menes de esta obra ha narrado los or¨ªgenes y el desarrollo de ¡°una construcci¨®n humana que rechaza el mundo real al que nos vemos arrojados y construye otro mundo nuevo, tan virtual como cualquier programa t¨¦cnico¡±. Esta es la verdadera torre de Babel que los seres humanos, tan so?adores como tenaces, han levantado, no para pedir perd¨®n al dios que los cre¨®, sino para elevar ante su presencia ¡°la ¨²nica afrenta al Creador de la que no puede defenderse¡±: el arte y la literatura. Apocal¨ªptico y sard¨®nico, inteligente y brillante sobre toda ponderaci¨®n, Az¨²a ha construido un testamento inquietante que, sin duda, Juan Benet ¡ªtan mencionado en este texto¡ª hubiera visto con orgullosa aprobaci¨®n.
G¨¦nesis. F¨¦lix de Az¨²a. Literatura Random House. Barcelona, 2015. 192 p¨¢ginas. 16,90 euros (digital, 10,99).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.