El coleccionista como creador
Charles Saatchi cre¨® el movimiento art¨ªstico 'shock art' y descubri¨® a Damian Hirst
A la hora de la verdad el campe¨®n del mundo de velocidad Usain Bolt no se distingue de sus zapatillas; Al Capone de su sombrero borsalino (modelo Chicago 32); Dal¨ª de su bigote, o Andy Warhol de su peluqu¨ªn. Hoy no eres nadie si no consigues ser una marca, t¨² mismo o cualquiera de tus complementos. En la gloria de los asesinos, nadie ha llegado tan alto como Jack el Destripador; su navaja, con la que buscaba la verdad en las entra?as de sus v¨ªctimas, hoy alcanzar¨ªa un precio desorbitado si se rematara en una subasta. Dal¨ª consigui¨® vender por 9.107 euros un pelo engominado de su bigote a Yoko Ono. Durante un acto p¨²blico, en una librer¨ªa de Nueva York, una admiradora de Andy Warhol subi¨® a la tribuna, le arrebat¨® la peluca y sali¨® corriendo con la intenci¨®n de subastarla en Sotheby¡¯s, donde tal vez hubiera superado en precio a la famosa serigraf¨ªa de Marilyn o a la de Mick Jagger sacando la lengua. Por otra parte, habr¨¢ que preguntarse qu¨¦ era Warhol sin peluca, Capone sin sombrero, Dal¨ª sin bigote y Usain Bolt sin zapatillas.
En el mundo del arte hay coleccionistas fabulosamente ricos que constituyen una marca y sus gustos deciden el valor de una obra en las subastas de Christie¡¯s y de Sotheby¡¯s donde suelen pujar agazapados detr¨¢s de un tel¨¦fono, salvo en los casos en que les conviene exhibirse como un pavo real en medio de la sala para doblegar la vanidad de un competidor. Como Ner¨®n en el coliseo decid¨ªa con el pulgar la vida o la muerte de un gladiador, del mismo modo, un coleccionista llamado Charles Saatchi, sin tener necesidad de incendiar Roma, lleg¨® un d¨ªa a conmover el mercado del arte con solo levantar o bajar la mano en una subasta para pujar por la obra de un artista que ¨¦l mismo hab¨ªa fabricado. A Charles Saatchi le bastaba con atiborrar de d¨®lares a un artista por el ombligo para que este empezara a andar.
Los caprichos de un mercader del arte
Charles Saatchi naci¨® en 1943 en Bagdad, en el seno de una adinerada familia de jud¨ªos sefard¨ªes. Junto a su hermano Maurice, cre¨® en Londres la agencia Saatchi&Saatchi.
Coleccionista, como tal fue capaz de crear un movimiento art¨ªstico, el?shock art.
Descubri¨® a Damien Hirst y el artista lleg¨® a vender La imposibilidad f¨ªsica de la muerte en la mente de alguien vivo por 9,5 millones de euros.
En la exposici¨®n Sensation mostr¨® el retrato de Myra Hindley, una asesina en serie, realizado por el artista Marcus Harvey.
Charles Saatchi naci¨® en Bagdad, en junio de 1943, en el seno de una adinerada familia de jud¨ªos sefard¨ªes. Junto con su hermano Maurice, se traslad¨® a Londres y ambos fundaron la agencia de publicidad Saatchi & Saatchi, que lleg¨® a ser la m¨¢s importante del planeta en los a?os ochenta. Charles pronto comenz¨® a fluctuar sobre ese filo que separa el arte, el negocio y la comunicaci¨®n, hasta el punto que es dif¨ªcil deslindar en este personaje lo que tiene de publicista, mecenas o marchante. De hecho, se considera que es el ¨²nico coleccionista que ha sido capaz de crear un movimiento art¨ªstico, el shock art, entre la provocaci¨®n y la fiesta.
Hubo un periodo del arte contempor¨¢neo en que su pudo decir: Dios cre¨® al hombre, Giorgio Armani lo visti¨®, Leo Castelli lo hizo artista y Jean Paul Getty lo compr¨® para su colecci¨®n. Hoy los tiempos son m¨¢s confusos hasta el punto que Dios podr¨ªa ser un modisto de alta costura lleno de frivolidad, Jean Paul Getty ya no podr¨ªa pagar ni por la oreja cercenada de su nieto y el que modula con hondura el barro de Ad¨¢n ser¨ªa Charles Saatchi, quien despu¨¦s de llevarlo a su galer¨ªa de Londres lo someter¨ªa a su capricho. Este marchante comenz¨® visitando los estudios de los artistas j¨®venes. Desde el primer momento su dedo tuvo la misteriosa fuerza del creador. Te consagraba con solo tocar tu frente con el ¨ªndice. Bastaba con que en el mercado del arte se dijera a Saatchi le interesaba un artista para que la obra de cualquier principiante comenzara a cotizase al alza, a veces de forma imparable. Bastaba con que en el ambiente previo de las subastas se rumoreara que Saatchi no lo deseaba para que un pintor consagrado iniciara el descenso hacia el anonimato.
Damien Hirst fue una de sus criaturas. Saatchi lo descubri¨® en Londres en una exposici¨®n en 1988
Damien Hirst fue una de sus criaturas. Lo descubri¨® en Londres en una exposici¨®n de artistas j¨®venes, en 1988. Saatchi pas¨® por all¨ª y aunque no adquiri¨® ninguna de sus obras, entre el publicista, marchante o mecenas y el artista se estableci¨® una excitaci¨®n mutua que ha constituido una de las locuras creativas del arte contempor¨¢neo. Saatchi adquiri¨® su obra Mil a?os, una gran caja transparente con gusanos y cientos de moscas revoloteando en torno a la sangrante cabeza de una vaca. Solo era el principio. Poco despu¨¦s Saatchi le impuls¨® con un adelanto de 22.000 euros a crear La imposibilidad f¨ªsica de la muerte en la mente de alguien vivo, un tibur¨®n, de algo m¨¢s de cuatro metros de longitud, suspendido en un tanque transparente de aldeh¨ªdo f¨®rmico, fue adquirido por unos 9,5 millones de euros por el multimillonario estadounidense Steve Cohen. La relaci¨®n de Saatchi y Hirst termin¨® por desavenencias en 2003. La obsesi¨®n por la muerte ha hecho de Damian Hirst uno de los hombres m¨¢s ricos del mundo. Una calavera humana incrustada de diamantes, una pareja muerta follando dos veces, un toro y una vaca flotando en formaldehido. La fortuna de este artista calculada en 1.000 millones de euros arranca del dedo de Saatchi. Su galer¨ªa de Londres era a medias un museo y una sala de fiestas donde cualquier creaci¨®n era admitida siempre que fuera chocante y despertara airadas protestas, silencios dubitativos, elogios retribuidos y sonrisas inteligentes, que presagiaban la llegada de sucesivas descargas de dinero. Bajo el t¨ªtulo de Sensation realiz¨® una muestra con el solo objetivo de provocar la reacci¨®n del p¨²blico. Uno de los cuadros expuestos fue el retrato de gran formato de Myra Hindley, asesina en serie de ni?os, realizado por el pintor Marcus Harvey. Fue una de las campa?as de publicidad de Saatchi & Saatchi, que consigui¨® m¨¢s de 200.000 visitantes. Para completar el cuadro a Saatchi solo le faltaba un divorcio escandaloso. Se hab¨ªa casado con Nigella Lawson, presentadora de un programa de cocina de la BBC, y su separaci¨®n se produjo en medio de esc¨¢ndalos de droga. Un dato m¨¢s que a?adir a la moderna historia del arte.
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