Esa esencia de las bandas de rock¡®n¡¯roll
The Replacements volvieron a deletrear la palabra rock¡¯n¡¯roll con entusiasmo contagioso A pesar de su pegada, The Black Keys han perdido algo en su camino hacia el ¨¦xito
Cuentan las cr¨®nicas que cuando The Replacements tocaban en aquellos conciertos de los ochenta en los que apenas los conoc¨ªan cuatro gatos, pero golpeaban que daba gusto con su desgarrador rock mel¨®dico de genoma punk, se bajaban del escenario y acababan tirados por los suelos entre el p¨²blico, revolvi¨¦ndose entre sudores, griter¨ªo y una revoluci¨®n el¨¦ctrica que ordenaba (y transformaba en algo ¨²nico) el caos interno de aquellos adolescentes que se criaban a la sombra del reaganismo en una Norteam¨¦rica que hab¨ªa dejado atr¨¢s sus a?os dorados de rock¡¯n¡¯roll. Tres d¨¦cadas despu¨¦s, aquel mundo y aquellos protagonistas son muy distintos, tanto que el poderoso veh¨ªculo de la nostalgia, mezclado con eso de lo que nunca se habla pero se llama dinero, reuni¨® en 2005 a The Replacements (concretamente, a Paul Westerberg y Tommy Stinson, miembros originales), que hasta anoche no pisaron suelo espa?ol en esta etapa de reunificaci¨®n.
Lo hicieron en el Primavera Sound, que como evento social, mastod¨®ntico y l¨²dico-festivo de la m¨²sica en directo choca un poco con aquello que alguna vez represent¨® la banda salida de Minneapolis. ?Pero el rock¡¯n¡¯roll no es desde hace mucho tiempo un acontecimiento que choca muchas veces contra s¨ª mismo, sus principios o sus fines? En el festival barcelon¨¦s, los cuatro miembros actuales de The Replacements no bajaron del enorme escenario, como anta?o, pero no les hizo falta. Esos cuatro tipos, liderados por un Paul Westerberg en¨¦rgico,?volvieron a deletrear la palabra rock¡¯n¡¯roll con profesionalidad y, s¨ª, lo m¨¢s importante, un entusiasmo contagioso.
Esa banda veterana de bar que parece The Replacements no se anduvieron con medias tintas para ir empalmando canciones con fervor, sacando a relucir sus or¨ªgenes punk en esa supervelocidad y tensi¨®n de sus guitarras. Ah¨ª, con una multitud que se enchuf¨® desde los primeros acordes, estaban The Replacements, que ni cambiaron el curso de la historia ni siquiera consiguieron hacer todo el ruido que guardaban sus mejores composiciones, y era como ver a cuatro tipos jug¨¢ndosela al destino con las cartas boca arriba: Rock¡¯n¡¯roll primigenio, de fuerte melod¨ªa, que igual sacud¨ªa al m¨¢s puro estilo The Ramones en Bastards of Young que ensanchaba en modo Big Star con Alex Chilton o Can¡¯t hardly wait.
Westerberg, que ha cambiado lo del ir puesto hasta arriba por sorbos de Coca-Cola sobre el escenario, anda cascado de voz pero se levanta sobre s¨ª mismo con pundonor y termina por generar toda una onda vehemente sobre el resto, como en el caso de Tommy Stinson, que se giraba euf¨®rico cada dos canciones, dando vueltas sobre s¨ª mismo, sonriendo sin parar. Sin malabarismos, sin miramientos, todav¨ªa encajan la pieza, tienen la capacidad de hacer sonar sus himnos de romanticismo e insatisfacci¨®n callejeros como si por ellos no pasara el tiempo.
Himnos, precisamente, es lo que se puede decir que ya tienen The Black Keys, uno de los grupos cabeza de cartel de esta edici¨®n. Solo bast¨® que se arrancaran con Dead and Gone y ya el vocer¨ªo fue destacado. Como en su d¨ªa les pas¨® a The White Stripes, en esa vertiente de revisionistas que lleva dando el rock tanto tiempo, su f¨®rmula de blues-rock-garage triunfa, tanto que han pasado de tocar en salas de aforo medio a grandes pabellones. Pero tanto que, a su vez, algo se les ha perdido por el camino. Con sus retumbantes riffs y distorsiones a todo trapo, Dan Auerbach y Patrick Carney fueron un glorioso descubrimiento desde Ohio con ¨¢lbumes llenos de sabrosos ecos como Brothers o Thickfreakness hasta que lleg¨® El Camino, sobresaliente de principio a fin, que les puso en la ¨®rbita de medio mundo con temas que ayer volvieron a brillar como aut¨¦nticos ¨¦xitos, tales como Gold on the ceiling o Lonely Boy.
Pero en este d¨²o, cada d¨ªa m¨¢s fr¨ªo en su relaci¨®n, hay una pose de rock de estadio que ya sale sola, que busca m¨¢s el impacto facil¨®n que remover cuerpos intr¨¦pidamente, que aplana todas las sucias e interesantes aristas blues que les dio personalidad. Su ¨²ltimo disco, Turn Blue, fue un pinchazo en toda regla, constatando que lo suyo ya va m¨¢s por ese derrotero que el anterior. Con todo, tienen una pegada de altura. Pero all¨ª donde The Black Keys parecen ir perdiendo su esencia fascinante, unos tipos como The Raplecements, muchos a?os despu¨¦s, son capaces de recuperarla.
Babelia
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