Medio siglo de la historia de Latinoam¨¦rica a golpe de fotos
¡®Latin Fire¡¯, gran exposici¨®n de PhotoEspa?a, re¨²ne obras de la Colecci¨®n Anna Gamazo
Una masa de cabezas de militares argentinos, con sus gorras, bigotes y gesto adusto, celebrando el D¨ªa del Ej¨¦rcito durante la dictadura, dan una seca bienvenida a Latin Fire. Otras fotograf¨ªas de un continente, la muestra que quiz¨¢s vertebra el centenar de exposiciones de la XVIII edici¨®n del festival PhotoEspa?a, que tiene a Latinoam¨¦rica como objetivo. CentroCentro Cibeles, en Madrid, alberga hasta el 13 de septiembre 180 obras de 52 fot¨®grafos latinoamericanos que pertenecen a la Colecci¨®n Anna Gamazo de Abell¨®. Si expertos o aficionados esperaban que de este mosaico que arranca en 1958 y finaliza en 2002, de este "peri¨®dico de un continente", como lo definieron los organizadores, se desprendiese una tesis, tendr¨¢n que esperar a mejor ocasi¨®n. La directora de PHE, Mar¨ªa Garc¨ªa Yelo, dijo que de los fondos de la "que probablemente es la colecci¨®n privada de fotograf¨ªa latinoamericana m¨¢s importante de Europa, no se puede concluir que exista una identidad com¨²n" en estos artistas de ocho pa¨ªses: M¨¦xico, Per¨², Colombia, Venezuela, Brasil, Cuba, Argentina y Chile. "No ha habido una intenci¨®n enciclop¨¦dica", aunque "es la primera vez" que se muestra un n¨²mero tan amplio de piezas de la colecci¨®n.
Del paseo por esta exposici¨®n que ha tenido de trastienda un a?o de conversaciones y preparativos, se constata un predominio "de la realidad, de las injusticias vividas por los latinoamericanos", explic¨® la colombiana Mar¨ªa Wills, la comisaria junto al franc¨¦s Alexis Fabry. Entre los rasgos comunes que tejen estas obras subrayaron la mezcla de lo popular con lo urbano y las dificultades econ¨®micas de los fot¨®grafos. Los comisarios explicaron tambi¨¦n que la denominaci¨®n de Latin Fire ¡ªtomada de un grupo de salsa cuyos carteles les llamaron la atenci¨®n¡ª hace referencia al car¨¢cter apasionado de los latinoamericanos y resume "la aplastante influencia estadounidense", de su idioma y costumbres, en la cultura de todos sus vecinos del sur. "Aunque ahora est¨¢ empezando a pasar al rev¨¦s", matiz¨® Fabry.
Las im¨¢genes duras, de las dictaduras, los desaparecidos, las guerrillas, las protestas callejeras¡ se han plasmado en la primera parte del recorrido, bautizada con toda la intenci¨®n como Fuego. "Es llamativo c¨®mo los fot¨®grafos m¨¢s veteranos trataron la violencia de forma m¨¢s expl¨ªcita, mientras que los j¨®venes han preferido rodearla, no mostrarla con tanta evidencia: no ense?an el asesinato, sino la mano con la pistola", argument¨® Fabry. As¨ª sucede con las descorazonadoras fotos de la serie Desaparecidas, de la mexicana Maya Goded, de 2005, sobre los familiares de los asesinados en Ciudad Ju¨¢rez.
La vida nocturna
La segunda parte de Latin Fire, Con el diablo en el cuerpo, t¨ªtulo de una canci¨®n de la cantante cubana La Lupe, es "el reflejo de la locura de la vida nocturna de ciudades como Lima, M¨¦xico o Buenos Aires", explic¨® Wills. Junto a cantinas y bares de mala muerte, hay un conjunto de instant¨¢neas de travestis de Santiago de Chile y otra de los s¨®rdidos antros de prostitutas que el colombiano Fernell Franco fotografi¨® en blanco y negro. Un respiro son las fotos de bodas de la alta sociedad tijuanense del mexicano Jos¨¦ Luis Venegas (el padre de la cantante Julieta Venegas y de otra fot¨®grafa de la exposici¨®n, Yvonne).
Casi al final de este paseo por la fotograf¨ªa latinoamericana de la segunda mitad del XX hay dos retratos en blanco y negro a los que no es f¨¢cil mantener la mirada. Uno es El ni?o y el infierno, de la mexicana Yolanda Andrade, en el que un chaval posa amenazante delante de un muro de grafitis. La otra es El guerrillero herido, de Pedro Meyer. En ella, un joven nicarag¨¹ense con las piernas mutiladas y mu?ones vendados se incorpora casi desnudo en la cama del hospital para mostrar las huellas ocultas de otras heridas.
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