C¨®mo desencorsetar a Teresa de Jes¨²s
La poeta Olvido Garc¨ªa Vald¨¦s y el fil¨®sofo Jos¨¦ Luis Pardo conversan en la Feria del Libro sobre el peso de la santidad en la figura de la m¨ªstica
La poeta Olvido Garc¨ªa Vald¨¦s tiene una cuenta pendiente con Bernini: ¡°?Le hizo mucho, mucho da?o a Teresa de Jes¨²s! La imaginamos siempre bajo esa representaci¨®n, que la ha convertido en un personaje folcl¨®rico¡±. El ¨¦xtasis de Santa Teresa, que retrata a la santa en el momento m¨¢s evidentemente f¨ªsico del goce m¨ªstico, es, para Garc¨ªa Vald¨¦s, un s¨ªmbolo de la losa que la religi¨®n ha impuesto sobre ella. ¡°As¨ª es muy dif¨ªcil recuperarla para la escritura¡±, se lamentaba el martes en la Feria del Libro de Madrid, en un di¨¢logo con Jos¨¦ Luis Pardo en torno a la figura de la m¨ªstica. El fil¨®sofo cabeceaba como signo de aprobaci¨®n: ¡°La santidad la se?ala como un ejemplar ¨²nico. Eso dificulta la comprensi¨®n del personaje¡±.
Cinco siglos despu¨¦s de su nacimiento (este es uno m¨¢s de los actos que celebran el centenario durante 2015), Teresa de Jes¨²s est¨¢ cubierta a¨²n por un velo hagiogr¨¢fico. ¡°?Se ha entendido su obra dentro de la tradici¨®n espa?ola?¡±, preguntaba Javier Rodr¨ªguez Marcos, conductor del encuentro, poeta y periodista de EL PA?S. ¡°Dudo que se haya separado del imaginario religioso, que se la haya dado la talla que tiene¡±, contestaba con amargura la escritora y autora de la biograf¨ªa Teresa de Jes¨²s (Omega, 2001). ¡°No nos cuesta asimilar a Juan de la Cruz como una de las figuras de nuestra literatura, pero ella nos parece un personaje extra?o, una figura que no sabemos por d¨®nde coger¡±.
Tanto para ella como para Pardo, la clave est¨¢ en el ep¨ªteto que acompa?a su figura: la Santa. ¡°Se nos escapan las conexiones l¨®gicas y argumentales que componen su vida. Como es una santa, parece que todas sus excentricidades pueden ponerse en la cuenta de una vida excepcional, que su vida est¨¢ fuera de los contenidos de la historia¡±, apuntaba el fil¨®sofo. Pero el proceso de santificaci¨®n es en s¨ª mismo un elemento hist¨®rico, y pol¨ªtico. La r¨¢pida canonizaci¨®n de Teresa de Jes¨²s, en solo 40 a?os, apenas puede ocultar que, cuando muere, en 1582, el Libro de la vida est¨¢ a¨²n en la Inquisici¨®n. ¡°Dec¨ªa Emilio Lled¨® que tanta santificaci¨®n no favorece al santo como a los que se sirven de ¨¦l¡±, record¨® la poeta.
Escribir desde los m¨¢rgenes
¡°Los m¨ªsticos, a los que nos dedicamos a la filosof¨ªa, nos ponen un poco nerviosos¡±, bromeaba Pardo. No son los ¨²nicos: ¡°Son revoltosos y subversivos, tanto en el mundo de las ideas como en el religioso¡±. Ella, lo hac¨ªa doblemente: ¡°Teresa sabe que escribe desde los m¨¢rgenes. Su obra la construye en 15 a?os, a partir de los 40 o 45. Y ella sabe que los que escriben son los letrados, que en primer lugar son hombres¡±, se?alaba Garc¨ªa Vald¨¦s. En sus reflexiones sobre el papel de la mujer en la sociedad, en los consejos a las monjas para desenvolverse en un mundo de cl¨¦rigos, en la narraci¨®n de su propia vida , ¡°hay una lectura feminista que no es forzada ni anacr¨®nica¡±.
Para muestra, su rechazo confeso a entrar en el convento, un acto ¡°de violencia contra s¨ª misma¡±, como explica la escritora: ¡°Sabe c¨®mo es la vida de una mujer casada, y que es lo ¨²nico que puede hacer para evitarla¡±. Un cierto tono de falsa modestia de sus escritos (¡°puro cuento¡±) es un rasgo de su condici¨®n de escritora en un mundo en el que la palabra era espacio masculino: ¡°Es la actitud que tiene que tomar para pasar ciertos filtros, de la censura, de los superiores. La misma posici¨®n de Sor Juana In¨¦s de la Cruz, o de Rosal¨ªa de Castro siglos m¨¢s tarde. Un ¡®para c¨®mo somos, no podemos hacer m¨¢s que esto¡¯, que no deja de ser un enga?o¡±.
La santidad pesa tanto que acab¨® pos¨¢ndose sobre el encuentro. Apenas hubo tiempo, en una hora, para hablar de la obra de Santa Teresa. Lo hizo Garc¨ªa Vald¨¦s, sobre su prosa (¡°su poes¨ªa no me interesa lo m¨¢s m¨ªnimo¡±), una rareza completamente autobiogr¨¢fica en pleno siglo XVI. ¡°Hay un espejismo, una sensaci¨®n de que habla con sinceridad, pero la autora, la narradora y la protagonista se entremezclan. Hay una voluntad de construir, de cortar el texto. Es una obra llena de cautelas y de un an¨¢lisis muy afilado. Para este a?o, deber¨ªamos tratar de verla como alguien que intenta salir de los encorsetamientos de la ¨¦poca¡±. M¨¢s all¨¢ de Bernini.
Babelia
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