Despecho contra el tirano
Cardenal mantiene su atractivo al margen de las consignas versificadas y ya caducas de quienes le imitaron
En los Epigramas de Ernesto Cardenal, Managua parece habitada solamente por el poeta, su amada y el dictador Somoza: ¡°Me contaron que estabas enamorada de otro?/ y entonces me fui a mi cuarto?/ y escrib¨ª ese art¨ªculo contra el Gobierno?/ por el que estoy preso¡±. O tambi¨¦n: ¡°Uno se despierta con ca?onazos?/ en la ma?ana llena de aviones.?/ Pareciera que fuera revoluci¨®n:?/ pero es el cumplea?os del tirano¡±. Esto sucede hacia 1960, cinco a?os despu¨¦s de que Nicanor Parra, C¨¦sar Fern¨¢ndez Moreno o Carlos Mart¨ªnez Rivas (nicarag¨¹ense, este, como Cardenal) hubieran proclamado un giro coloquialista que declaraba agotado el largo imperio del surrealismo sobre la l¨ªrica latinoamericana. El poema abandonaba la sinfon¨ªa en favor de la dicci¨®n, la opacidad metaf¨®rica camino del significado. Cardenal lleva al extremo el movimiento: a diferencia de los poetas mencionados, renuncia a las referencias cultas, simplifica el verso a la soluci¨®n m¨¢s econ¨®mica. En lo formal, la operaci¨®n determinante es, aqu¨ª, la iron¨ªa que vincula la vida sentimental a la opresi¨®n totalitaria: el despecho mueve al activismo contra el tirano; y el tirano, como la represi¨®n que impone, es una entidad omnipresente.
El encanto de estos poemas tempranos de Cardenal es que no desactiva lo amoroso al fundirlo con lo pol¨ªtico: al contrario, al rebajarles la solemnidad y agregarles una m¨¢scara c¨®mica potencia ambos sentidos. Conviene no obviar, aqu¨ª, la clave aportada por el t¨ªtulo: Epigramas remite a la tradici¨®n latina de poemas breves, sentenciosos, despechados, insultantes. Si no se tiene en cuenta a Marcial (siglo I despu¨¦s de Cristo), este conocido poema de Cardenal pierde su parte par¨®dica, de autoflagelaci¨®n: ¡°Al perderte yo a ti, t¨² y yo hemos perdido:?/ yo porque t¨² eras lo que yo m¨¢s amaba?/ y t¨² porque yo era el que te amaba m¨¢s.?/ Pero de nosotros dos t¨² pierdes m¨¢s que yo:?/ porque yo podr¨¦ amar a otras como te amaba a ti,?/ pero a ti no te amar¨¢n como te amaba yo¡±.
Cardenal se orden¨® sacerdote en 1965 y sus Salmos funcionan a modo de confesi¨®n: en sus plegarias, lo eterno es llamado a una alianza con lo humano contra la tiran¨ªa: ¡°Escucha mi protesta?/ porque no eres t¨² un Dios amigo de los dictadores?/ ni partidario de su pol¨ªtica?/ ni te influencia la propaganda?/ ni est¨¢s en sociedad con el g¨¢ngster¡¡±; Israel liberada de Egipto es alegor¨ªa del pueblo nicarag¨¹ense destituyendo la dictadura de Somoza. Estamos cerca de la ¡°teolog¨ªa de la liberaci¨®n¡±, la corriente de izquierda cristiana que iba a tener en Cardenal a uno de sus exponentes m¨¢s notorios. A esa atm¨®sfera pertenece tambi¨¦n ¡®Oraci¨®n por Marilyn Monroe¡¯, un poema que combina el aire revolucionario que emanaba de Cuba con la cultura de masas que ven¨ªa de Hollywood. Esa clase de operaciones, que Cardenal realiz¨® con asombrosa nitidez, lo volvieron uno de los poetas m¨¢s imitados en Am¨¦rica Latina en los a?os sesenta y setenta; y lo devuelven, hoy, con un nuevo y no desgastado atractivo, al margen de tanta consigna versificada en aquellos a?os, caduca para siempre.
Poes¨ªa inicial (1960-1965). Epigramas-Gethsemani, Ky-Salmos-Oraci¨®n por Marilyn Monroe y otros poemas. Ernesto Cardenal. Ediciones de la Universidad Diego. Portales. Santiago de Chile, 2015. 175 p¨¢ginas. 20,25 euros
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