La gran bronca
Finalizada la corrida, Manuel Jes¨²s El Cid y los hombres de la cuadrilla de a pie cruzaron la plaza abatidos con las cabezas gachas
Finalizada la corrida, Manuel Jes¨²s El Cid y los hombres de la cuadrilla de a pie cruzaron el di¨¢metro de la plaza entre una sonora bronca que ten¨ªa el sabor amargo de la derrota m¨¢s cruel. Diez hombres abatidos, con las cabezas gachas, midiendo cada paso, escuchando sin querer o¨ªr el rugido de la turba encolerizada; y, al frente, el jefe de filas, el l¨ªder del fracaso, la mirada fija en el suelo y la cabeza hirviendo; el semblante, desencajado, y la incredulidad como justificaci¨®n de una realidad lacerante que ojal¨¢ fuera un mal sue?o.
No hab¨ªan transcurrido ni dos horas, y el sol radiante de la ilusi¨®n se hab¨ªa apagado por la fuerza de la desesperanza, que se fue abriendo camino entre toro y toro. Una gran ovaci¨®n hab¨ªa recibido al h¨¦roe por su may¨²scula gesta, y los mismos que sonre¨ªan ante el deseado triunfo ense?aban ahora los dientes en se?al de amargura.
Es el sino de quienes apuestan su vida al cara o cruz de una tarde; pueden disfrutar de un ¨¦xito clamoroso o sufrir un frustraci¨®n inolvidable. El Cid se present¨® en Las Ventas con la apuesta m¨¢s trascendental de su vida: solo antes seis victorinos con el ¨²nico objetivo de resucitar como figura del toreo. Le avalaban su larga historia de laureles alcanzados con esta divisa y su experiencia. Pero, quiz¨¢, le pudo la ingenuidad, y no quiso entender que ya no tiene hambre y que los a?os no pasan en balde.
MART?N / EL CID, ?NICO ESPADA
Toros de Victorino Mart¨ªn, correctos de presentaci¨®n, mansos, sosos, deslucidos y peligrosos. Una aut¨¦ntica moruchada.
Manuel Jes¨²s El Cid: metisaca (silencio); casi entera tendida (silencio); pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio); estocada y dos descabellos (silencio); media tendida y dos descabellos (protestas); media y un descabello (pitos). El torero fue despedido con una gran bronca.
El subalterno David Saugar Pirri sufri¨® una herida en la axila derecha de 15 cent¨ªmetros en el tercio de banderillas del cuarto toro. Pron¨®stico menos grave.
Plaza de las Ventas. 5 de junio. Vigesimonovena corrida de la feria de San Isidro. Lleno.
Hace tiempo que no es El Cid de la mano izquierda prodigiosa que atornilla las zapatillas, arrastra la muleta y dibuja como nadie el arte del toreo. Hace tiempo que es reo de las prisas, de la rutina y de los compases vac¨ªos y vanos. El tiempo es cruel y lo ha sido en grado sumo con El Cid.
A pesar de todo, le honra su gesta; anunciarse con seis toros en plena Feria de San Isidro no est¨¢ al alcance de cualquiera que se vista de luces. Esa es una decisi¨®n para elegidos, aunque la vida les demuestre instantes despu¨¦s que est¨¢n equivocados. El Cid fracas¨®. Rotundamente. Pero solo pierden los h¨¦roes, y solo ganan la vida ¡ªo la pierden¡ª los que tienen la gallard¨ªa de apostarla.
Claro que nadie pod¨ªa imaginar que el gran ganadero Victorino Mart¨ªn iba a traer a Madrid una moruchada de tan alto calibre como la lidiada ayer. No hubo un solo toro que ofreciera las m¨ªnimas posibilidades para hacer el toreo. Justos de fuerza, muy desiguales en los caballos, con abundancia de mansedumbre, avisados en banderillas, y sosos, sin casta, deslucidos, ¨¢speros y peligrosos en el tercio final. Dicho con otras palabras: el ganadero debi¨® compartir la bronca final con todo merecimiento.
Claro que nadie pod¨ªa imaginar que las cuadrillas iban a tener tan mal d¨ªa; es dif¨ªcil lidiar peor una corrida de toros, en la que se impuso el desorden, el p¨¢nico y las carreras entre el lamentable y justificado choteo general. El tercio de banderillas al cuarto fue impropio de profesionales, incapaces de acercarse con un m¨ªnimo de soltura a la cara del toro. Muy mal, tambi¨¦n, los picadores, a excepci¨®n de Tito Sandoval ante el sexto.
Mientras la cuadrilla de turno trataba infructuosamente de colocar garapullos a ese cuarto toro entre el griter¨ªo popular, El Cid, en barrera, ten¨ªa el alma en los pies. Estaba asistiendo en ese momento al derrumbamiento de su sue?o m¨¢s preciado. No habr¨ªa ya gigante capaz de levantar aquel desastre que, en un momento, se hab¨ªa apoderado del festejo.
Tampoco era imaginable que el propio l¨ªder se mostrara toda la corrida tan falto de ideas y encadenado a una terrible sensaci¨®n de incapacidad. Nunca dijo en voz alta que ven¨ªa dispuesto a dominar la situaci¨®n, a mandar, a ser el amo. Le faltaron recursos, no le acompa?¨® la torer¨ªa y su cara era el espejo n¨ªtido de estar fundido, de tener la cabeza a punto de estallar ante la imposibilidad de encontrar el medio para sobrevolar sobre el drama.
Ni un capotazo, ni un quite, un natural ¡ªsolo uno¡ª en el primero, mal colocado casi siempre y ventajista cuando pudo; a la defensiva y con grandes dosis de inseguridad¡ En fin, que la tarde estaba gafada.
A todos se nos rompi¨® la esperanza de tanto usarla; a todos se nos fue hundiendo poco a poco la ilusi¨®n de un inalcanzable triunfo que merec¨ªa la fiesta, el propio torero y la afici¨®n. Quien ha sido depositario de la mejor zurda de los ¨²ltimos a?os merec¨ªa otra suerte. Pero la vida es as¨ª de dura. O, quiz¨¢, es el sino inescrutable de los h¨¦roes.
La corrida de hoy: espect¨¢culo de rejoneo
Toros de Mar¨ªa Guiomar Cort¨¦s de Moura, para los caballeros Rui Fernandes, Sergio Gal¨¢n y Manuel Manzanares.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.