Los ni?os de la represi¨®n chilena llenan los silencios

Dos ni?as fuman sus primeros cigarrillos y toman restos de bebidas alcoh¨®licas a escondidas aprovechando la escasa atenci¨®n de los adultos durante la fiesta en casa de una de ellas. No entienden la excitaci¨®n con que se festeja el triunfo del ¡®no¡¯ en el plebiscito que acab¨® con la dictadura de Pinochet en 1988. Entre los mayores saltan, en medio del j¨²bilo, viejos rencores -¡°hocic¨®ndemierda, cag¨®n, t¨² no brindas por nadie, hijodeputa¡±-, as¨ª que las ni?as prefieren concentrarse en su iniciaci¨®n en los vicios.

Es el punto de partida de La resta, de Alia Trabucco (Santiago, 1983), una de las sorpresas de la temporada literaria en Chile. Los nacidos en los a?os setenta y ochenta, que eran ni?os durante la represi¨®n, a los que sus padres proteg¨ªan callando antes que compartiendo, son hoy una destacada generaci¨®n de narradores. Su mirada tiene puntos en com¨²n: el primero es un intento de rellenar los huecos que dejaron esos silencios. Lo autobiogr¨¢fico tiene as¨ª un fuerte peso en sus obras, en las que la memoria pasa de lo ¨ªntimo a lo pol¨ªtico. Tienen una visi¨®n cr¨ªtica de la transici¨®n a la democracia en su pa¨ªs. Coinciden en el gusto por el cuento o la novela breve. Y abundan algunos rasgos estil¨ªsticos: muchos ejercen una prosa directa, casi cinematogr¨¢fica, de frases cortas. Pero tambi¨¦n se ven influencias de la poes¨ªa y del vanguardismo, formatos arriesgados. En alg¨²n caso, el minimalismo se lleva al extremo.

M¨¢s informaci¨®n

Espa?a | Escribir a los 40: las voces de la nueva realidad, por A. AGUILAR

M¨¦xico | Los 20 de Londres, la vanguardia mexicana, por J. MART?NEZ AHRENS y PABLO DE LLANO

Argentina | "Aira hace que parezca demasiado f¨¢cil escribir", por F. PEREGIL

Sergio Parra, veterano y muy respetado librero y editor que dirige Metales Pesados, sostiene que desde el boom no aparec¨ªa en Am¨¦rica Latina una generaci¨®n de narradores tan reconocible como esta. "Comparten lo mismo: escuchan igual m¨²sica, ven pel¨ªculas, hacen guiones, programas de humor. Tienen influencia de lo multimedia, de la performance. No tienen miedo a escribir. Y no necesitan ser autores de una gran novela". Su obra, repartida a menudo en libros de pocas p¨¢ginas, se lee c¨®mo un puzle. Est¨¢n lejos de la grandilocuencia.

Las referencias m¨¢s claras son Roberto Bola?o, el autor maldito que alcanz¨® la gloria despu¨¦s de muerto con su novela 2666, y el poeta Nicanor Parra. Alberto Fuguet, uno de los que se rebel¨® contra el realismo m¨¢gico en McOndo (Mondadori, 1996), o el argentino C¨¦sar Aira son otras de las influencias destacadas. Babelia dialog¨® con diez de estos autores en Santiago de Chile, Valpara¨ªso, Londres y (v¨ªa electr¨®nica) Nueva York. Estas son sus reflexiones.

Literatura de hijos

La expresi¨®n Literatura de hijos la utiliz¨® Alejandro Zambra (Santiago, 1975) para titular un cap¨ªtulo de Formas de volver a casa (Anagrama, 2011), una exploraci¨®n de su propio pasado. ¡°Los de mi generaci¨®n vivimos la democracia y la adolescencia al mismo tiempo. Nos dimos cuenta de que solo la segunda era totalmente cierta¡±, explica este autor entre clase y clase de las que imparte en la Universidad Diego Portales. ¡°En los 90 tuvimos una sensaci¨®n de orfandad muy grande. Se daban los problemas por archivados, pero advertimos que no lo estaban¡±. Y a?ade: ¡°Para explicar cualquier cosa en Chile tienes que ir a la dictadura. Es muy dif¨ªcil no hablar de ella¡±.

Para la cr¨ªtica Lorena Amaro, la de los hijos es "una literatura cargada de culpas: la dictadura fue tan larga que dio tiempo a que los ni?os crecieran y entendieran lo que estaba ocurriendo, pero no dur¨® tanto como para que pudieran combatirla realmente". As¨ª que, lejos de la ¨¦pica, estos escritores denuncian "el mutismo de la clase media, su servilismo ante las ¨¦lites y su complicidad con los atavismos del poder en Chile".

Lina Meruane (Santiago, 1970) manifiesta su "espanto" ante la expresi¨®n "hijos de la dictadura". "Qu¨¦ castigo, pienso, que ese sea el nombre que se dio a esa generaci¨®n como si hubi¨¦ramos sido parte". Esta autora identifica la literatura de "posmemoria" como "relatos de segunda mano donde los narradores se hacen cargo como pueden de lo que vieron a medias o intuyeron", explica por correo electr¨®nico desde Nueva York. En el 2000, Meruane public¨® Cercada (reeditada por Cuneta), sobre la relaci¨®n entre hijos de un torturador y de sus v¨ªctimas. "Mi generaci¨®n abord¨® este tema muy pronto", dice. Pero ahora est¨¢n surgiendo distintos puntos de vista, entre los que destaca el de Trabucco, porque en su libro "la memoria es una cosa cenicienta: irrespirable y dif¨ªcil de sacudirse".

En un pub de Londres, donde reside, Alia Trabucco analiza la marca de los de su edad: "La diferencia de la literatura de hijos tiene que ver con rescatar otros afectos: esta generaci¨®n no aborda el pasado solo desde el homenaje, sino tambi¨¦n cuestionando, interpelando. Surge algo m¨¢s afilado. Una aproximaci¨®n m¨¢s inc¨®moda que en otras narrativas". En La resta (Demipage, 2015), tres de aquellos ni?os se reencontrar¨¢n como j¨®venes para un viaje (casi una fuga) en el que les perseguir¨¢n los fantasmas de sus infancias. Un pasado no tan inocente seg¨²n su relato. "Hay algo terrible en la infancia, que siempre es narrada a posteriori para construir una identidad".

Infancias siniestras

Es una se?a de identidad de esta generaci¨®n: entienden la memoria de la infancia como algo reconstruido, por uno mismo y por la familia, a lo largo de la vida. Poco fiable. Space Invaders (Alquimia, 2013), de Nona Fern¨¢ndez (Santiago, 1971), es una novela breve entre nost¨¢lgica y terror¨ªfica en que los recuerdos de alumnos de los colegios de los ochenta se enredan con los sue?os de los adultos que los reviven. La misma autora escribi¨® Fuenzalida (Random House Mondadori, 2012), el intento de una mujer de reconstruir la vida de un padre ausente, un maestro de artes marciales implicado sin quererlo en el horror. En ambas la frontera entre lo autobiogr¨¢fico y la ficci¨®n es muy difusa.

A estos autores les persiguen fantasmas? de su infancia. La memoria es ¡°irrespirable, dif¨ªcil de sacudirse¡±

"La conducci¨®n de la memoria es muy subjetiva", admite Nona Fern¨¢ndez. "De los escolares de un mismo curso, nadie recuerda lo mismo. No creo en la memoria oficializada. Hab¨ªa muchos agujeros negros, cosas que se inventaron. Fuimos una generaci¨®n rara que tuvo lucidez y conciencia de lo que ocurr¨ªa pero no llegaba a entenderlo. Nos quedamos sin respuestas: algunas siguen sin llegar. En unos casos porque el dolor fue demasiado grande; en otros porque eran de los que no quer¨ªan saber". En estos libros abundan los saltos en el tiempo, las tramas paralelas en el presente y en un pasado de miedo, sangre y plomo. Y se indaga, con esa perspectiva, en el destino de tantos desaparecidos: los miles que liquid¨® el r¨¦gimen y tambi¨¦n los que se escondieron tras identidades falsas.

Tambi¨¦n son frecuentes las miradas al espacio ¨ªntimo, a lo dom¨¦stico y familiar, que se?alan debilidades de la condici¨®n humana. Un ejemplo es Alejandra Costamagna (Santiago, 1970), quien escribe cuentos tan inquietantes como los reunidos en Animales dom¨¦sticos (Mondadori, 2011), donde utiliza como pretexto la presencia de las mascotas para presentarnos a una galer¨ªa de personas presas de la incomunicaci¨®n. Costamagna pone el foco en el detalle, en "las mierditas del d¨ªa a d¨ªa, los conflictos que est¨¢n tapados por una superficie de aparente calma".

Minimalismo

De la tendencia a la concisi¨®n es un ejemplo la propia Costamagna. La autora ha reescrito su primera novela, En voz baja (LOM, 1996), comprimi¨¦ndola tanto que la ha convertido en un cuento de 35 p¨¢ginas, incluido en Hab¨ªa una vez un p¨¢jaro (Cuneta, 2013). En voz baja fue una obra emblem¨¢tica de la literatura de hijos porque se public¨® a mediados de los 90, "cuando la dictadura hab¨ªa dejado de ser tema (ah, eso quer¨ªan)". Pero, al revisar aquella obra de una veintea?era (una "mocosa" en lo literario, admite), Costamagna entendi¨® que hab¨ªa "ruido, sobreexplicaciones, personajes-maquetas y un lenguaje altisonante", se justifica en el ep¨ªlogo. Ahora ha reducido la historia enfoc¨¢ndola al conflicto entre una hija y su padre en los a?os setenta "y punto".

Alejandro Zambra ha escrito novelas cortas como Bons¨¢i (Anagrama, 2006), el relato sobre una pareja que comparte el erotismo y las lecturas, y que empieza contando el final. Sus obras no suelen alcanzar el centenar de p¨¢ginas. Tampoco su ¨²ltimo libro, Facs¨ªmil (Sexto Piso, 2015), que da un nuevo salto formal: el texto se estructura como un examen de acceso a la universidad (la Prueba de Aptitud Verbal), en el cual el alumno se sit¨²a ante fragmentos de textos que debe ordenar, o descartar en parte. Con ese esquema se presentan peque?as historias o reflexiones del autor sobre los temas que le importan, algunos muy cotidianos (?por qu¨¦ ya no se saluda en los ascensores?) y que adquieren nuevos sentidos, o m¨¢s a menudo mantienen el mismo, seg¨²n decida el lector. Con este formato "se volvi¨® muy relevante la posibilidad de desordenar todo, de eliminar los detalles y las redundancias. Empez¨® como una parodia y acab¨® en autoparodia. Una parodia amarga", explica su autor.

Lo ¨ªntimo, lo personal

Muchos escritores chilenos participan de la tendencia (global) de que el escritor se ponga a s¨ª mismo como personaje. Aunque, subrayan, la autoficci¨®n tambi¨¦n tiene algo de mentirosa. "La honestidad de un escritor es con su tiempo, no con su vida", opina Zambra. "Y la ficci¨®n no es lo opuesto a la verdad, ?como si la vida no incluyera los sue?os!". Nona Fern¨¢ndez lo explica de otra manera: "Estamos en un momento en que la gente se disfraza menos. Y por tanto puede ponerse a s¨ª mismo como personaje".

Rafael Gumucio (Santiago, 1970) se ha puesto de personaje una y otra vez. Es el autor de Memorias prematuras (Debate, 2000), un libro rompedor por dos motivos: el primero, que escribir unas memorias antes de cumplir los 30 no es lo m¨¢s habitual; el segundo, que aportaba el punto de vista del exiliado. El autor -tambi¨¦n periodista y humorista, presentador de espacios en radio y televisi¨®n- pas¨® su infancia en Francia, donde se hab¨ªa refugiado su familia, y regres¨® a Chile a los 14 a?os. "Fue un shock. Ese pa¨ªs al que volv¨ªa no era mi pa¨ªs, porque no ten¨ªa ning¨²n recuerdo de ¨¦l. As¨ª que era un descubrimiento que ten¨ªa que hacer en voz baja". Gumudio reflexionaba sobre el sentimiento del desarraigo en una obra que vincula lo personal, y por tanto emocional, y lo pol¨ªtico. "Era una confesi¨®n de fragilidad, escrita m¨¢s desde la duda que de la certeza".

Gumucio no solo ha sido personaje ¨¦l mismo, sino que hizo protagonista a su abuela, una gran influencia en su vida, en Mi abuela, Marta Rivas Gonz¨¢lez (Ediciones UDP, 2013). El autor considera a esa mujer de vida intensa, exiliada dos veces, "el hombre de la familia", un modelo de virilidad. "Vengo de un mundo donde no somos del todo chilenos, franceses ni espa?oles", dice Gumucio, quien tambi¨¦n ha residido en Espa?a y en Estados Unidos. Y sigue explorando su pasado de n¨®mada. Su nueva novela, Milagro en Hait¨ª (Literatura Random House, 2015), se basa en otra experiencia familiar. En ese pa¨ªs caribe?o residi¨® su madre, un tiempo en que vivi¨® un golpe de Estado y una severa infecci¨®n tras una operaci¨®n est¨¦tica, los puntos de partida de la novela. Pero ¨¦l asegura que las coincidencias acaban ah¨ª y todo lo dem¨¢s es ficci¨®n.

Lina Meruane tambi¨¦n sale de su pa¨ªs pero no de sus ra¨ªces familiares en Volverse palestina (Literatura Random House, 2015), la cr¨®nica de su viaje al pueblo de sus abuelos, en Cisjordania. Una estancia que despert¨® en ella una "conciencia m¨¢s pol¨ªtica de lo palestino", y que le hizo fijarse m¨¢s en el violento presente que en la nostalgia del origen.

Otros episodios negros

Y es que no solo de la dictadura y de la transici¨®n escriben los j¨®venes autores chilenos. A sus 28 a?os, Diego Z¨²?iga (Iquique, 1987) ha tenido ¨¦xito con su segunda novela, Racimo (Literatura Random House, 2015), un relato en torno a la desaparici¨®n de m¨¢s de una decena de chicas adolescentes que estudiaban en un colegio en Alto Hospicio, en el des¨¦rtico norte de Chile. Aquel episodio a¨²n duele: los familiares de las v¨ªctimas se toparon con la incomprensi¨®n, desidia e incompetencia de las autoridades (un miembro del Gobierno lleg¨® a sugerir que las chicas se hab¨ªan fugado y lo relacion¨® con su "promiscuidad") hasta que se descubri¨® que era un psic¨®pata el que estaba detr¨¢s de 14 muertes en la zona. Sin pretenderlo, a Z¨²?iga le sali¨® una novela negra -¨¦l dice que no es autor de g¨¦nero-, ambientada en un lugar desolador e inquietante, donde adem¨¢s se ubicaba una f¨¢brica de armas de racimo, hoy prohibidas. "El cementerio perfecto", explica Z¨²?iga. "No me interesaba el asesino en serie, hablo de la herida del pa¨ªs, que est¨¢ lleno de casos as¨ª".

Si Z¨²?iga nos lleva al lejano norte de Chile, donde naci¨®, la poeta Gloria D¨¹nkler (Puc¨®n, 1977) es del extremo sur. Y sus historias se sit¨²an en esa tierra fr¨ªa y remota pero se remontan un siglo atr¨¢s. Tras la independencia, miles de colonos alemanes fueron asentados en el sur para garantizar la consolidaci¨®n de ese territorio; los ind¨ªgenas mapuches, a su vez, fueron desplazados a los cerros, porque no se les consideraba aptos para el trabajo agrario. En ese contexto se sit¨²an sus dos poemarios: F¨¹sche von Llafenko (Ediciones T¨¢citas, 2009) y Spandau (2012). El primero se centra en el desencuentro entre alemanes y mapuches. En el segundo, se habla de los criminales de guerra nazis refugiados all¨ª, como Walter Rauff, reclamado por Alemania y a quien Allende no fue capaz de extraditar. La tercera entrega, que se llamar¨¢ Yatagan, aborda un asunto pol¨¦mico: la matanza, el 5 de septiembre de 1938, de unos 60 j¨®venes nacistas (con c, variante aut¨®ctona de la ideolog¨ªa hitleriana) al aplastarse un conato de revoluci¨®n pretendidamente nacional-socialista.

"Es un tema tab¨², inc¨®modo", confiesa la autora. "Fue una masacre pero, como las v¨ªctimas eran de tendencia nazi, no fue recordada. No est¨¢ en el canon de lo pol¨ªticamente correcto". La poeta, descendiente de alemanes y espa?oles, quiere combatir ese olvido. Pero asegura que inici¨® esta serie sin otro objetivo que "una b¨²squeda personal, una indagaci¨®n en la sombra del yo".

Fen¨®meno independiente

D¨¹nkler, quien se expresa sorprendida por la repercusi¨®n de su obra, es un ejemplo de la pujanza de las editoriales independientes, una de las claves del momento literario chileno. Otro caso llamativo es el de Natalia Berbelagua. La joven escritora de Valpara¨ªso (nacida en Santiago en 1985) alcanz¨® notoriedad con Valporno (Emergencia Narrativa, 2012), una colecci¨®n de cuentos de sexo descarnado, que aborda lo m¨¢s oscuro y sucio que ocurre puertas adentro en contraste con una sociedad en apariencia muy formal. Para su redacci¨®n se sirvi¨® de ideas que dejaban internautas an¨®nimos en su blog sobre erotismo. Valporno fue un grito punk, una provocaci¨®n que sali¨® del circuito de lo underground tras ser elogiada por Nicanor Parra (cuentos tan pornogr¨¢ficos como buenos, dijo el poeta). La autora cre¨® all¨ª a dos personajes llamativos, El¨ªas y Alicia, una pareja que se trata sin ternura alguna y que revela que "la felicidad es una mentira".

Si Valporno trataba de la perversi¨®n hasta lo repulsivo, La bella muerte (2013) continuaba esa l¨ªnea fij¨¢ndose en la crueldad extrema. Sin embargo, su tercer libro, Domingo (2015), da un giro y aborda sus recuerdos de infancia, adolescencia y juventud en forma de diario ¨ªntimo y en un tono de gran melancol¨ªa. Berbelagua explica en una terraza de Valpara¨ªso, ciudad portuaria y por tanto canalla, que lo suyo ha sido el "humor negro", inhabitual en la literatura chilena. "En Valporno quise golpear; era m¨¢s joven y tiene la rebeld¨ªa de aquellos a?os. Domingo est¨¢ hecha de microficciones que forman una historia completa". Y ah¨ª destaca, de nuevo, una mirada nada inocente sobre la ni?ez: "Yo trato el horror cotidiano", dice. "La infancia como terreno feliz no es tal".?

Como no todo lo alternativo se entiende bien, a Natalia Berbelagua le preguntan a menudo si es sadomasoquista, como a Gloria D¨¹nkler algunos la miran mal por si es nazi. No todo el mundo supo leer sus obras.

Una mirada esc¨¦ptica

Carlos Franz (Ginebra, 1959) no pertenece a esa oleada de veinte, treinta y cuarenta?eros, sino a la generaci¨®n que era madura durante la transici¨®n. Al pedirle opini¨®n sobre los que van detr¨¢s, discute el concepto: "Hay gente muy diversa". S¨ª observa un cierto gusto por tendencias minimalistas, por una estructura muy tenue y delgada, pero eso, se?ala, ya se hac¨ªa en EE UU en los a?os sesenta. "No hay tendencias dominantes sino una ausencia de l¨ªderes. Como en la pol¨ªtica", se?ala. Con esa reserva, elogia a Zambra por su "o¨ªdo po¨¦tico". Y lo enmarca en una tradici¨®n chilena de autores apegados al realismo y al intimismo. Porque el realismo m¨¢gico, remarca, "nunca prendi¨® en Chile", con la ¨²nica excepci¨®n de Isabel Allende, a quien considera casi caribe?a "aunque ella no lo sepa".

Franz, que ha residido en Berl¨ªn (y en Madrid), sostiene que en Chile nunca se ha hecho una revisi¨®n del pasado como en Alemania, donde se interrogaron sobre su pasado "de forma compleja y no simplista". En Almuerzo de vampiros (Alfaguara, 2007), el autor sit¨²a a un estudiante en un submundo nocturno de p¨ªcaros que se ocultaba del toque de queda, donde topar¨¢ con el fantasma de uno de sus mejores profesores, transformado en un buscavidas que habla una grosera jerga. El lenguaje como disfraz. Pero Franz nunca pretendi¨® hacer una historia de la dictadura, sino que busca valores universales. En este caso: "Las bellas palabras e ideas no valen nada ante la mierda que es este mundo".

Y Franz advierte contra las lecturas cr¨ªticas de la transici¨®n iniciada en 1988 que abundan hoy. "La transici¨®n chilena fue algo extraordinario. Sin un tiro, sin una gota de sangre. Fue inclusiva y con ¨¦xito econ¨®mico", sostiene. Pero admite que "la f¨®rmula se ha vuelto insuficiente". Y observa, en un pa¨ªs agitado socialmente, "peligrosas tendencias populistas".

La crisis chilena actual

Muchos de los autores j¨®venes chilenos expresan cierta sinton¨ªa con el movimiento de protesta, encabezado por los estudiantes, que sacude el pa¨ªs desde 2011, el a?o en que el activismo se destap¨® a escala global. A las demandas sociales se ha sumado la denuncia de la corrupci¨®n tras un esc¨¢ndalo que ha implicado al hijo de la presidenta Bachelet, cuya valoraci¨®n popular ha ca¨ªdo en picado.

Es rotunda en su visi¨®n Alia Trabucco: "La crisis en Chile ha sido una bendici¨®n. Se ha destapado c¨®mo se ha hecho pol¨ªtica. Chile es una gran fractura social, en la que todos compiten con todos". La autora cree que la sociedad se ha levantado contra el "ultracapitalismo", herencia de la dictadura nunca cuestionada. Desde las aulas, Zambra pone el foco en el drama de los estudiantes obligados a endeudarse de por vida para pagarse la universidad, lo que ve "aberrante". Las protestas, afirma, "tienen algo que ver con un cambio generacional y cierta autonom¨ªa de pensamiento". Pese a todo, dice mantener esperanzas en la reforma de la Constituci¨®n -a¨²n rige la que dej¨® Pinochet, aunque enmendada- que prometi¨® Bachelet.

Gumucio admite que vio con esperanza el inicio de las movilizaciones, pero teme "su deriva y la reacci¨®n de la derecha sociol¨®gica, que es temible". En un pulso cada vez m¨¢s crispado, "todo el mundo est¨¢ siendo desenmascarado, y al que no le importe ser un monstruo ganar¨¢". Z¨²?iga sostiene la idea de que en 2011 se despert¨® dormido. "La transici¨®n pareci¨® muy ordenada y que dejaba un pa¨ªs pr¨®spero, pero no est¨¢bamos tan bien". Aunque se muestra humilde: "Es c¨®modo hablar mal de la transici¨®n cuando uno no la vivi¨® realmente".

El librero Sergio Parra analiza a estos autores en funci¨®n de su momento pol¨ªtico: "Es una generaci¨®n muy honesta. Han hecho la transici¨®n a la adultez en una sociedad sin transparencia y sin autoridad. Es curioso: sus padres ven¨ªan de lo autoritario, ahora no hay autoridad".

?Reproche a los padres?

En la construcci¨®n de un nuevo discurso sobre la dictadura por parte de los que eran ni?os est¨¢ impl¨ªcito un cierto reproche a la versi¨®n anterior, la de sus padres. Pero los autores que han pasado los cuarenta a?os, muchos padres a su vez, quieren evitar ese choque. "Me siento en paz con ellos. Logro entenderlos", afirma Nona Fern¨¢ndez. Para Alejandra Costamagna, en los libros de los autores de su edad se escucha "la voz del hijo como la de un detective. Pero no ya haciendo un ajuste de cuentas con sus padres, sino poni¨¦ndonos en su lugar".

Gumucio es m¨¢s directo: "Yo ya pas¨¦ la etapa de reproche y ahora estoy en la etapa de ser padre y culpable yo". Este autor cree que en vez de mirar a otros, lo nuevo es una literatura de "qu¨¦ hicimos nosotros", en la que cada uno se responsabilice por haber sido parte "de un falso para¨ªso, de ese pa¨ªs en crecimiento pero muy desigual".

Para Lina Meruane, los autores de su generaci¨®n "portan cierta culpa de sobrevivencia o incluso de privilegio cuando los padres y madres estuvieron a favor del r¨¦gimen. Por mucho tiempo parec¨ªa que todos las novelas o los testimonios eran escritos por los m¨¢rtires, o por los hijos de esos h¨¦roes de la izquierda, pero esa escena empieza a trizarse, se ha vuelto m¨¢s compleja y en cierta medida, no siempre, m¨¢s interesante". Como Alejandro Zambra, que no ha dudado en narrar sus desencuentros con sus padres derechistas.

En Formas de volver a casa Zambra lo explica con belleza: "No quiero hablar de inocencia ni de culpa; quiero nada m¨¢s que iluminar algunos rincones, los rincones donde est¨¢bamos. Pero no estoy seguro de poder hacerlo bien. Me siento demasiado cerca de lo que cuento. He abusado de algunos recuerdos, he saqueado la memoria y, tambi¨¦n, en cierto modo, he inventado demasiado".

Clases de letras chilenas para el verano espa?ol

Los literatos de Chile son protagonistas de dos eventos en el verano cultural espa?ol, al protagonizar dos ciclos de conferencias en Santander y Cartagena. Estos son los programas:

Encuentro 'Nueva literatura chilena'. Universidad Internacional Men¨¦nez Pelayo, Santander. Del 15 al 17 de julio. Mi¨¦rcoles 15: Jorge Edwards, Juana Mart¨ªnez G¨®mez y Alejandra Costamagna. Jueves 16: Niall Binns, Mar¨ªa ?ngeles P¨¦rez L¨®pez y Gloria K¨¹nkler. Viernes 17: Pablo Simonetti, Carlos A. Franz y mesa redonda con estos dos autores m¨¢s Edwards, D¨¹nkler y Costamagna, moderado por Daniella Gonz¨¢lez Maldini. Dirigido por D¨¢maso L¨®pez Garc¨ªa. Patrocinado por la Fundaci¨®n Chile-Espa?a. M¨¢s informaci¨®n: www.uimp.es

La Mar de Letras. Chile es el pa¨ªs invitado este a?o al festival La Mar de M¨²sicas, que organiza el Ayuntamiento de Cartagena del 17 al 26 de julio, y que incluye este apartado literario. Mi¨¦rcoles 15 y jueves 16 de julio: curso 'Itinerarios de la literatura chilena'. El lunes 20 de julio, encuentro con Alia Trabucco, Alejandra Costamagna y Lara L¨®pez; Antonio Arco presenta a Carlos Franz. El martes 21, recital de relatos con Costamagna, Trabucco y Franz; encuentro con Gloria D¨¹nkler y recital po¨¦tico. Mi¨¦rcoles 22 y jueves 23: curso de narrativa por Pablo Simonetti. Mi¨¦rcoles 22: Fernando Delgado presenta a Jorge Edwards. Jueves 23: Eduardo Mendicutti presenta a Pablo Simonetti. M¨¢s informaci¨®n: www.lamardemusicas.com