Nueva poes¨ªa para una era convulsa
Un ambicioso estudio en que han participado unas 200 universidades certifica el brillante momento del g¨¦nero en espa?ol. Los creadores son ecl¨¦cticos, ind¨®mitos y nativos digitales
Dotados de una identidad tr¨¦mula, difusa, recelosos de las dicotom¨ªas. Con la ventaja de haber llegado a ser casi nativos digitales y el privilegio de acortar la distancia entre las dos orillas. Alimentados por sus referentes vivos y en paralelo a la edad del tiempo, desde G¨®ngora y sor Juana In¨¦s de la Cruz a Lorca, Neruda, Rub¨¦n Dar¨ªo o Alejandra Pizarnik y ?ngel Gonz¨¢lez¡ Respetuosos de las lecturas que les han ido esculpiendo, pero con el piolet empu?ado para escarbar por s¨ª mismos entre la siempre esquiva seducci¨®n del lenguaje. En guardia contra las etiquetas, buscando rabiosamente su propia voz, parece que la generaci¨®n po¨¦tica presente en espa?ol podr¨ªa llegar a convertirse en una de las m¨¢s vigorosas y brillantes de la historia. Aunque ellos se unan para responder con cautela y no cre¨¦rselo, un tanto impresionados por el respeto a sus precedentes y el miedo al implacable juicio del futuro, son estudiosos como Remedios S¨¢nchez Garc¨ªa, de la Universidad de Granada, o Anthony L. Geist, de la de Washington, encargado de la selecci¨®n po¨¦tica, quienes han encuestado a 197 expertos de todo el mundo para elaborar El canon abierto (Visor).
Canon abierto, 40 voces
Espa?a:?Fernando Valverde, Raquel Lanseros, Elena Medel, Ana Merino, Sergio Arlandis, Antonio Lucas, Jos¨¦ Luis Rey, Yolanda Casta?o, Pablo Garc¨ªa Casado, Josep Mar¨ªa Rodr¨ªguez, Daniel Rodr¨ªguez Moya, Erika Mart¨ªnez, Luis Bagu¨¦ Qu¨ªlez.
M¨¦xico:?Al¨ª Calder¨®n, ?lvaro Sol¨ªs, Hern¨¢n Bravo Varela, Juli¨¢n Herbert, Luis Felipe Fabre, Mijail Lamas.
Colombia:?Federico D¨ªaz Granados, Andrea Cote, Luc¨ªa Estrada, Catalina Gonz¨¢lez Restrepo.
Chile:?Javier Bello, H¨¦ctor Hern¨¢ndez Montecinos, Mario Mel¨¦ndez.
El Salvador:?Jorge Gal¨¢n, Roxana M¨¦ndez.
Argentina:?Andr¨¦s Neuman, Carlos Aldaz¨¢bal.
Ecuador:?Xavier Oquendo, Aleyda Quevedo.
Costa Rica:?David Cruz.
Per¨²:?Victoria Guerrero.
Rep¨²blica Dominicana:?Frank B¨¢ez.
Venezuela:?Luis Enrique Belmonte.
Bolivia:?Gabriel Chaves Casazola.
Nicaragua:?Francisco Ruiz Udiel.
Panam¨¢:?Javier Alvarado.
Puerto Rico:?Urayo¨¢n Noel.
El resultado: 40 poetas de todo el universo de La Mancha, nacidos despu¨¦s de 1970, ejemplo del empuje, la buena salud y dotados de un vigor generacional ins¨®lito. ¡°Estamos ante un momento de polifon¨ªa singular y enriquecedora que va a ser dif¨ªcil que se vuelva a repetir con similar fondo y forma¡±, afirma Remedios S¨¢nchez. ¡°Ya hemos definido la Edad de Oro y la de Plata. ?Por qu¨¦ no hablar de una nueva edad de platino?¡±, se pregunta Geist.
Los consultados se muestran cautos. De Fernando Valverde (Granada, 1980) o Raquel Lanseros (Jerez de la Frontera, C¨¢diz, 1973) ¡ªambos los m¨¢s votados de la lista¡ª a Jorge Gal¨¢n (El Salvador, 1973), el primer americano m¨¢s apreciado, a Antonio Lucas (Madrid, 1975), Aleyda Quevedo (Quito, Ecuador, 1973) o Luis Enrique Belmonte (Caracas, Venezuela, 1971) y Javier Alvarado (Santiago de Veraguas, Panam¨¢, 1982), escurren el bulto de su celebrada clarividencia y su talento por parte de los cr¨ªticos.
Un rasgo les une. Negar de frente cualquier etiqueta. Reivindicar la sagrada libertad de exploraci¨®n y sus propios tormentos en torno al hecho de sacar brillo al lenguaje. ¡°La libertad es nuestra b¨²squeda permanente¡±, clama Alvarado. ¡°Lo que me incomodan son los sectarios¡±, advierte con su tino exuberante en la identidad del erotismo Aleyda Quevedo. ¡°Todos buscamos el poema genuino¡±, confiesa el salvadore?o Gal¨¢n. ¡°La gran poes¨ªa es comunicativa e intimista al mismo tiempo¡±, asegura Luis Enrique Belmonte.
Pero los expertos ¡ªy en algunos casos ellos mismos¡ª no han renunciado a agruparles en la siempre m¨¢s c¨®moda referencia de un colectivo est¨¦tico. Del antiguo conceptismo y culteranismo, objeto de reyertas en el Siglo de Oro entre G¨®ngora y Quevedo, a la amplia poes¨ªa de la experiencia frente a la m¨¢s opaca del silencio en ¨¦pocas m¨¢s recientes, llegamos hoy a las tendencias que seg¨²n S¨¢nchez marcan el car¨¢cter actual: la poes¨ªa de la incertidumbre y el neobarroquismo. ¡°Son los dos frentes claros que observamos, junto a los de la corriente de la poes¨ªa del fragmento, m¨¢s herm¨¦tico¡±.
Si Luis Antonio de Villena reuni¨® en su antolog¨ªa de La l¨®gica de Orfeo (Visor, 2003) a varios poetas espa?oles que, seg¨²n ¨¦l, se tomaban con mucho m¨¢s esp¨ªritu deportivo sus propias familias, dice Geist que hoy, aunque las corrientes convivan en algo m¨¢s que apariencia pac¨ªficamente, ¡°el hacha sigue afilada¡±. Entre los grupos sobresalen los poetas realmente ind¨®mitos e inclasificables, plenamente fecundos y aglutinadores por ser capaces de unir en torno a su voz a admiradores de uno y otro campo. Es el caso de Antonio Lucas, ganador del Premio Loewe en 2014 por Los desenga?os: ¡°No existe entre nosotros el canon de otros tiempos, que todo lo fijaba y tanto escond¨ªa. Ahora se da una colisi¨®n de voces que conviven en un espacio con cierta voluntad de bastard¨ªa y con un enorme trasvase de lecturas compartidas¡±.
Lucas no es amigo de antolog¨ªas, quiz¨¢s porque figura en casi todas: ¡°La que nos ocupa tampoco es representativa de lo que sucede en la poes¨ªa de los ¨²ltimos 20 a?os, pero casi ninguna lo es. La confusi¨®n y la falta de molde entre los poetas espa?oles contempor¨¢neos resulta extraordinaria. Digamos que si el mundo anda convulso, la poes¨ªa, por dentro, es espejo de dicha convulsi¨®n¡±. Pero todos ellos se buscan a s¨ª mismos nadando con toda naturalidad dentro de lo que es el signo fecundo de estos tiempos: un marcado eclecticismo, como apunta Raquel Lanseros. Aunque fieles a su genuina singularidad, son capaces de extrapolar similitudes: ¡°La poes¨ªa que hacemos se mueve y conmueve dentro de un mundo marcado por la mercadotecnia y se impone como una reacci¨®n necesaria para preservar lo humano¡±, afirma la poeta de Jerez de la Frontera. ¡°Contra la obsesi¨®n por el dinero, marcamos un espacio humanista, blandimos nuestra arma contra el economicismo en que encontrarnos a nosotros mismos y mirar con ojos limpios la realidad¡±, comenta Valverde.
Sus referencias beben de los propios pa¨ªses en que residen, pero se difuminan tambi¨¦n en las fronteras del territorio com¨²n de la lengua. Lorca, Neruda, Machado est¨¢n en boca de casi todos. Lo mismo que C¨¦sar Vallejo, Gonzalo Rojas, Octavio Paz, los nombres de la generaci¨®n del 27 y el 50 espa?oles, la vigorosa fuerza de ultratumba real de muchos m¨ªsticos¡ Pero tambi¨¦n el presente. La ineludible y bendita tecnolog¨ªa coopera constantemente v¨ªa Twitter, Facebook, en ese memorable Big Bang que los funde, los nutre y los relaciona en foros comunes, reforzando su fuerza generacional. ¡°Son casi nativos digitales, eso beneficia una globalizaci¨®n po¨¦tica que ellos esgrimen adem¨¢s como trinchera frente a una globalizaci¨®n econ¨®mica¡±, apunta Geist. ¡°La fuerte influencia de las tecnolog¨ªas marca tambi¨¦n nuestra sensibilidad hacia el mundo, aunque la aut¨¦ntica sensibilidad de un poeta se reinventa al indagar obsesivamente en el lenguaje¡±, esgrime Aleyda Quevedo.
Esa es siempre y ser¨¢ la madre del cordero. El lenguaje como grial, los poetas como cruzados de su pureza y la multiplicidad potencial de los propios significados, como notarios de lo sublime y denunciantes sin horario de la ignominia. No hay espejismo de superficialidad que los amanse y los silencie. Nacen, crecen, se multiplican y, a diferencia de otros, quienes vencen el inc¨®modo rasero del tiempo, nunca mueren.
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