Ospina, Frankenstein y otros monstruos
El escritor se acerca al misterio de la fabulaci¨®n y rinde homenaje al Romanticismo
El Romanticismo puso de moda una palabra de origen italiano: capricho. Literalmente podr¨ªa significar "que procede como las cabras". Es decir: a salto de mata, desordenadamente. Pero los rom¨¢nticos, que hicieron de ella una fe de vida, dieron un sentido preciso a esta palabra: lo que se ejecuta por la fuerza del ingenio antes que por la observancia de unas reglas.
Con este gozoso m¨¦todo intuitivo, el escritor colombiano William Ospina (Padua, Tolima, 1954) recrea una an¨¦cdota central en la historia de la literatura moderna, hace su peculiar homenaje al Romanticismo y, ya de paso, como quien dice, al misterio de fabulaci¨®n en general.
El punto de partida de es la erupci¨®n del volc¨¢n indonesio Tambora en 1815, la mayor registrada en la historia, que provoc¨® desastres naturales por todo el mundo
El punto de partida de El a?o del verano que nunca lleg¨® es la erupci¨®n del volc¨¢n indonesio Tambora en 1815, la mayor registrada en la historia, que provoc¨® desastres naturales por todo el mundo y convirti¨® 1816 en ese famoso "a?o sin verano". En Ginebra, junto al lago Lem¨¢n, en la Villa Diodati, coincidieron unos d¨ªas de junio Lord Byron, Percy Bysshe Shelley, Mary Godwin (futura Mary Shelley), John William Polidori, Claire Clairmont, la condesa Potocka y Matthew Lewis. El resto lo sabemos: durante tres noches que duraron tres d¨ªas, los j¨®venes escritores rom¨¢nticos jugaron a escribir el relato m¨¢s terror¨ªfico que pudieran imaginar. Contra todo pron¨®stico, fueron dos desconocidos quienes, quiz¨¢s influidos por los extra?os mecanismos clim¨¢ticos, escribieron las obras perdurables: Polidori invent¨® El vampiro, germen del Dr¨¢cula de Bram Stoker. Mary Shelley, el genial Frankenstein.
Pero El a?o del verano que nunca lleg¨® no s¨®lo es una recreaci¨®n de esta an¨¦cdota. El narrador reconoce al comienzo que "a¨²n no sab¨ªa que somos legi¨®n los que intentamos relatar aquellos d¨ªas en Villa Diodati", por eso multiplica sus recursos: el ensayo literario, la novela hist¨®rica e incluso la tan tra¨ªda autoficci¨®n (o autobiograf¨ªa a secas), Ospina no rechaza ninguna herramienta para ahondar en una de las funciones de la literatura. Escribir, nos sugiere este libro, es dar un sentido al mundo y un orden al azar. Por eso, son muchas las genealog¨ªas curiosas y aventuras aparentemente digresivas que caben en ¨¦l. Y por eso, a veces fugazmente, aparecen por estas p¨¢ginas Galileo, Milton, Dante Gabriel Rossetti, Henry James, Borges, Conan Doyle y tantos otros. Cada uno de ellos da una puntada en ese curioso tejido que parece abolir el azar.
Si toda literatura es, en cierto sentido, la resoluci¨®n de un misterio (como las huellas que originaron la escritura, seg¨²n la curiosa interpretaci¨®n del historiador Carlo Ginzburg, o esa gran trama criminal que es el Nuevo Testamento, en palabras de Chesterton aqu¨ª citadas), El a?o del verano que nunca lleg¨® tambi¨¦n es una novela de detectives, un caso del investigador Ospina.
?ste es uno de los mayores riesgos del libro, bien resuelto. Hubiera sido f¨¢cil repetir la f¨®rmula del libro sobre c¨®mo se escribe un libro, y cierta moda internacional lo hubiera avalado. Pero aunque Ospina escribe que "inventar un narrador me obligar¨ªa a falsear los hechos", el narrador de esta historia no deja de ser una invenci¨®n sutil. Aqu¨ª, el reconocido escritor William Ospina (poeta, ensayista y premio R¨®mulo Gallegos por la novela El pa¨ªs de la canela, entre otras cosas) se nos muestra como un supersticioso que pasea la obsesi¨®n por Frankenstein y otros monstruos modernos en los ¡°vanos encuentros literarios¡± a los que le invitan por medio mundo. La distancia respecto a s¨ª mismo es lo importante: en este caso, la poco significativa vida de un escritor mientras espera ese instante en que el azar desaparece y nace la literatura.
Son muchos los registros de este ambicioso divertimento: erudici¨®n sobria, lirismo, remansos autobiogr¨¢ficos, imaginaci¨®n del int¨¦rprete de mitos¡ En sus mejores momentos, Ospina busca ¡°la profundidad en la claridad¡±, como dice Goethe en este libro; en los peores, pocos, la efusividad l¨ªrica desemboca en el clich¨¦.
Pero no es ¨¦ste un libro al que afeen sus deslices. Forman parte de la gracia de su estructura, del riesgo y de su envidiable ritmo. Porque este homenaje a la capacidad fabuladora es, en cierto sentido, un manual de seducci¨®n del azar: c¨®mo acercarse y desviarse del plan trazado. C¨®mo acechar un tema sin asfixiarlo. El a?o del verano que nunca lleg¨® avanza "caprichosamente". Y el lector queda atrapado desde el memorable comienzo hasta la ¨²ltima p¨¢gina.
El a?o del verano que nunca lleg¨®. William Ospina. Literatura Random House. Barcelona, 2015. 304 p¨¢ginas. 18,90 euros
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