¡®Stand up¡¯, el humor es un arte
El Centro Pompidou ahonda en la influencia de la comedia en vivo en la cultura pop y el arte contempor¨¢neo a trav¨¦s de un programa de conferencias y un ciclo de pel¨ªculas
En la entrada de la sala de exposiciones que el Centro Pompidou dedica estos d¨ªas a la stand up comedy, alguien pens¨® en colgar una frase de Todd Solondz. El cineasta en los ochenta trat¨® de labrarse una carrera como monologuista hasta que, la noche del estreno, su madre se sinti¨® en la obligaci¨®n de recordarle que no era gracioso y Solondz decidi¨® suspender su actuaci¨®n. La cita dec¨ªa: "S¨²bete a un escenario y haz una performance. Si es divertida, ser¨¢ comedia en vivo. Si no lo es, ser¨¢ arte contempor¨¢neo". El museo parisiense termin¨® dando marcha atr¨¢s, tal vez para no herir m¨¢s sensibilidades de las necesarias con su ¨²ltima ocurrencia, que ya hab¨ªa dejado at¨®nitos a los puristas: dedicar un ciclo a un subg¨¦nero que eleva a la categor¨ªa de "arte de?sacralizado", en palabras de la comisaria Am¨¦lie Galli. Ella es la responsable de un programa pluridisciplinar que incluye performances a cargo de nombres que reinventan el one man show como gesto po¨¦tico y diluyen la frontera entre comedia y arte contempor¨¢neo, como Bettina Atala, Aude Lachaise y Matija Ferlin.
Una gran sala de visionado permite descubrir la historia y el presente de la stand up comedy ¡ªcon Miguel Noguera como ¨²nico representante espa?ol¡ª, y un ciclo de pel¨ªculas indaga en su influencia y representaci¨®n en la comedia estadounidense contempor¨¢nea, donde la irrupci¨®n de Judd Apatow ¡ªque debut¨® en el stand up a los 17 a?os¡ª ha provocado un aut¨¦ntico cambio de paradigma con sus antih¨¦roes de masculinidad herida y desdicha silenciosa. Adem¨¢s, el Pompidou ha orquestado homenajes a los mejores c¨®micos de la historia del subg¨¦nero: desde Lenny Bruce y Richard Pryor hasta Jerry Seinfeld y Rachel Dratch, o la tronchante Debbie Downer de Saturday Night Live ¡ªel m¨ªtico programa televisivo que lleva 40 a?os popularizando la comedia¡ª.
Los primeros monologuistas eran jud¨ªos y afroamericanos que no dudaban en re¨ªrse de los estereotipos que les concern¨ªan
El conjunto permite trazar los contornos de esta pr¨¢ctica, a la que los grandes museos no hab¨ªan prestado hasta ahora ninguna atenci¨®n, sujeta a ingredientes fijos y c¨®digos casi inalterables: un c¨®mico de pie frente al micr¨®fono se somete al examen de un p¨²blico implacable, que no tolerar¨¢ nada que no induzca a la carcajada y no dudar¨¢ en echarle a los leones si fracasa. "El stand up se sit¨²a entre el simple chiste y la batalla en la palestra romana. El protagonista es un h¨¦roe desnudo sobre el escenario que se enfrenta a un ejercicio cat¨¢rtico para ¨¦l y para quienes le observan. El monologuista nos autoriza a re¨ªrnos de sus miserias, pero tambi¨¦n de las nuestras. Nos permite aceptar el desconsuelo humano y hacer de ¨¦l una gran fiesta", afirma Galli.
Se pueden hallar sus primeras ra¨ªces en la commedia dell¡¯arte, en los music halls brit¨¢nicos del siglo XVIII y en las arengas c¨®micas que pronunciaba Mark Twain. Pero los historiadores del stand up ubican sus or¨ªgenes en los teatros de vodevil que aparecieron en Nueva York a principios del siglo XX. Propon¨ªan espect¨¢culos de variedades presentados por maestros de ceremonias que enunciaban chascarrillos breves entre una actuaci¨®n y la siguiente. El tempo de la comedia se acelera en esas presentaciones breves y apresuradas, que se zanjaban con las llamadas punchlines ¡ªesos chistes finales con un efecto similar al de un pu?etazo¡ª y sol¨ªan abordar las miserias cotidianas de la vida en una urbe. Supon¨ªan "una evasi¨®n y, a la vez, una confrontaci¨®n a las circunstancias modernas y urbanas", seg¨²n el historiador de la comedia Joseph Boskin.
Los primeros monologuistas sol¨ªan pertenecer a minor¨ªas ¨¦tnicas. Eran jud¨ªos y afroamericanos que no dudaban en re¨ªrse de los estereotipos que les concern¨ªan, algo que explica el arraigo del subg¨¦nero en ambos colectivos. En el llamado Borscht Belt ¡ªun extinto circuito de complejos o resorts vacacionales¡ª debutaron cientos de c¨®micos, algunos tan insignes como Woody Allen y Joan Rivers. Su equivalente para afroamericanos era el Chitlin¡¯ Circuit, donde aparecieron personajes como Moms Mabley, quien subvert¨ªa el estereotipo sure?o de la mammy. Mabley, que se declar¨® lesbiana en plenos a?os veinte, fue una c¨®mica triplemente pionera ¡ªcomo mujer, negra y homosexual¡ª, y sus espect¨¢culos fueron los primeros en recibir la clasificaci¨®n XXX por parte de la censura, lo que no le impedir¨ªa que terminara triunfando en los programas de Ed Sullivan y Johnny Carson.
Pese a que siempre existieran c¨®micos blancos aplaudidos por las masas ¡ªBob Hope es el mejor ejemplo¡ª, los or¨ªgenes del subg¨¦nero se encuentran en esos m¨¢rgenes. "Aunque se ha convertido en algo mainstream, sus mejores representantes siguen siendo aquellos que dan voz a una manera de ver el mundo alejada del statu quo", sostiene la cr¨ªtica de arte Miriam Katz, participante en el ciclo del Pompidou y responsable de un programa de stand up para el PS1 del MOMA en Nueva York.
La extensi¨®n del subg¨¦nero por el mundo, donde ha sido copiado con ¨¦xito desigual, es fruto del imperialismo cultural estadounidense, pese a que suela poner en duda los fundamentos del pensamiento dominante. ¡°Esos chistes f¨¢ciles suelen encubrir una visi¨®n oscura de la sociedad estadounidense. Los monologuistas encarnan un contramodelo atractivo en una ¨¦poca que nos incita a ser obligatoriamente bellos, delgados y heroicos¡±, afirma Galli, citando a una de las ¨²ltimas estrellas del g¨¦nero, Louis C.K., tal vez ant¨ªtesis personificada de los c¨¢nticos emersonianos.
En 2012, el canal Comedy Central encarg¨® un estudio para determinar el perfil sociol¨®gico de sus espectadores m¨¢s j¨®venes. Determin¨® que el 88% consideraban que el sentido del humor era un atributo fundamental para autodefinirse, por encima de la excelencia en el deporte, el gusto musical y el estilo personal. "Hablar de comedia contempor¨¢nea es solo una convenci¨®n. No existe un arte m¨¢s contempor¨¢neo que este", concluye el cr¨ªtico Emmanuel Burdeau en su texto introductorio al ciclo del Pompidou, aludiendo a la actual tendencia "a creernos permanentemente sobre el escenario, bajo los aplausos de los dem¨¢s" Un paseo por las redes sociales, nuevo p¨²lpito para miles de millones de espont¨¢neos, no hace m¨¢s que confirmar sus palabras.
Stand up! La nouvelle com¨¦die am¨¦ricaine. Centro Pompidou. Par¨ªs. Hasta el 21 de junio.
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