Muere el escritor James Salter a los 90 a?os de edad
Era uno de los escritores estadounidenses m¨¢s poderosos y completos de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Las dos palabras que mejor resumen su hacer son luminosidad y sensualidad.
James Salter (Nueva York, 1925), narrador norteamericano cuyas obran destacan por lo sutil y exquisito de su prosa, falleci¨® el pasado viernes en su casa de Sag Harbor, apenas diez d¨ªas despu¨¦s de haber cumplido noventa a?os. Su muerte ha cogido por sorpresa a sus m¨¢s allegados, ya que tras una intervenci¨®n quir¨²rgica rutinaria, el autor se recuperaba con perfecta normalidad. Tuve el privilegio de conversar con el novelista en su casa de Bridgehampton, en Long Island, con motivo de la publicaci¨®n de Todo lo que hay (2013), su ¨²ltima novela, editada cuando Salter contaba 87 a?os de edad.
Su forma f¨ªsica era entonces perfecta. Era un hombre elegante, atractivo, no muy alto, de mirada intensamente azul y postura de una firmeza que inevitablemente hac¨ªa recordar que siendo adolescente fue cadete en West Point, y posteriormente, piloto de guerra por espacio de 12 a?os. La experiencia del vuelo solitario, al margen de las connotaciones de lo que en su caso signific¨® haber participado en un centenar de acciones de combate, dio lugar a algunas de sus p¨¢ginas de mayor belleza y profundidad.
Prosa luminosa
Uno de los rasgos definitorios de su escritura es la luminosidad de la prosa; otro, la sensualidad con que celebra los m¨¢s diversos aspectos de la experiencia humana. Salter representa el triunfo de la literatura en el sentido m¨¢s aut¨¦ntico, ¨¢spero e implacable de la palabra. Sus p¨¢ginas son el resultado de una vida vivida sin filtros ret¨®ricos ni componendas art¨ªsticas. En los c¨ªrculos literarios de Nueva York todo el mundo sab¨ªa perfectamente qui¨¦n era, aunque durante a?os agentes y editores se desentendieran de ¨¦l. Fue admirado sobre todo por sus colegas de oficio.
Escrib¨ªa lentamente, con extraordinario rigor y claridad, transmitiendo una jubilosa sensaci¨®n de vitalidad y asombro ante el milagro elemental de la existencia. Novelas como Juego y distracci¨®n (1967), A?os luz (1975), o la colecci¨®n de cuentos La ¨²ltima noche (2005) llevan a cabo una disecci¨®n de los aspectos m¨¢s profundos e inquietantes del deseo sin parang¨®n en la literatura de nuestro tiempo.
Tras un silencio novel¨ªstico de 35 a?os, Salter public¨® Todo lo que hay (2013), obra en la que se deshizo de la carga de preciosismo presente en sus obras m¨¢s conocidas, logrando el punto de mayor depuraci¨®n de su larga trayectoria literaria. Con esta novela tard¨ªa le lleg¨®, por fin, un reconocimiento que ni hab¨ªa buscado ni estaba dispuesto a permitir que interfiriera con su vida. ¡°Me siento atrapado¡±, confes¨® en su conversaci¨®n conmigo. ¡°Si me hubiera ocurrido en un momento anterior de mi vida, lo habr¨ªa vivido de otro modo. La verdad es que a estas alturas todo eso me sobra¡±. En su juego de luces y sombras con la celebridad que le era hurtada, Salter desgran¨® a lo largo de los a?os un escogido n¨²mero de t¨ªtulos exquisitos que incluyen, adem¨¢s de las novelas mencionadas, libros de memorias (Quemar los d¨ªas, 1997) y colecciones de relatos (Anochecer, 1988; La ¨²ltima noche, 2005).
Para comprobar la grandeza y profundidad de su escritura es suficiente con leer el relato que da t¨ªtulo a La ¨²ltima noche. En este cuento, de una sobriedad devastadora, el amor y la muerte se enfrentan de un modo que jam¨¢s se hab¨ªa visto antes en la literatura, mostrando simult¨¢neamente la grandeza y mezquindad que a veces se asoman al horizonte de la pasi¨®n amorosa.
El terreno de su ficci¨®n
Tal vez no haya una palabra capaz de describir con precisi¨®n el territorio en que se mueve el escritor. A la pregunta de si la pulsi¨®n er¨®tica era el centro de su obra respondi¨®: ¡°Escribir acerca de algo as¨ª exige un elevado grado de control y conocimiento. Hay que dar con el lenguaje adecuado. Lo que hago es genuino pero no tiene nada de m¨¢gico. Hay cosas que son totalmente tab¨² y est¨¢ el peligro de convertir a los personajes femeninos en objetos. Es dif¨ªcil sortear ese peligro porque a la hora de describir lo que sucede durante el encuentro f¨ªsico entre los cuerpos, no se puede negar que tiene lugar un proceso de objetivaci¨®n, no de un sexo u otro, sino del proceso en s¨ª. Las diferencias entre el hombre y la mujer son reales, somos criaturas diferentes, eso es algo que existe en la realidad, algo que guarda relaci¨®n con la forma de hacer y de sentir, y que hay que saber llevar a la p¨¢gina. Por supuesto, el amor tiene muchas facetas, pero ?qu¨¦ hay m¨¢s profundo que el encuentro sexual en s¨ª? Escribo acerca de lo que s¨¦ y de lo que siento y lo que he vivido, que es aut¨¦ntico y genuino independientemente de que guste o interese¡±.
Babelia
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