Ang¨¦licos esbirros

Seg¨²n la teor¨ªa de la animaci¨®n de dos ilustres veteranos de la Disney como Frank Thomas y Ollie Johnston, todo animador vendr¨ªa a ser una suerte de actor por delegaci¨®n. Un ventr¨ªlocuo por otros medios, capaz de expresar todo tipo de emociones a trav¨¦s de ese circuito misterioso que va de la imaginaci¨®n al trazo en movimiento. En cada animador hay, pues, un actor latente que, en ocasiones, llega a tener tal grado de implicaci¨®n con sus personajes que, inevitablemente, acaba cedi¨¦ndoles su voz en la fase de doblaje. El talento interpretativo de un animador como el franc¨¦s Pierre Coffin tiene que ser particularmente exc¨¦ntrico, pero poca discusi¨®n puede haber sobre la solidez de su vis c¨®mica: desde el estreno de Gru, mi villano favorito (2010), pel¨ªcula que abri¨® la nueva divisi¨®n animada de Universal y cuya direcci¨®n Coffin comparti¨® con Chris Renaud, el cineasta ha sido la voz de los Minions, esbirros por puro imperativo biol¨®gico y criaturas ang¨¦licas por mera torpeza evolutiva, personajes que hablan en hilarante mejunje ling¨¹¨ªstico y que aqu¨ª conquistan su territorio propio, confeccionado a su medida.

Si en?Gru. Mi villano favorito 2 (2013), el poder de seducci¨®n de los Minions llev¨® a una cierta descompensaci¨®n narrativa entre la trama principal y las subtramas de estas figuras secundarias, aqu¨ª se restablece la armon¨ªa en una precuela que funciona como mecanismo de relojer¨ªa y que ampl¨ªa el universo imaginario de las pel¨ªculas precedentes con buen sentido y fortuna c¨®mica. Los minions parecen una derivaci¨®n de esa tradici¨®n de personajes-mascota que ha desarrollado tan a conciencia la gran tradici¨®n de la historieta francobelga: Idefix, Mil¨², la ardilla Spip o el Marsupilami y su familia selv¨¢tica podr¨ªan ser sus parientes; todos ellos presencias, en principio, subordinadas, pero con el potencial de emanciparse.

Los Minions traza los or¨ªgenes de estas criaturas, ahonda en una idea c¨®mica muy afortunada ¨Cuna convenci¨®n de villanos tratada como versi¨®n subterr¨¢nea de una Comic-Con- y, finalmente, se centra en un esquema narrativo de robo (im)perfecto sin dar una nota falsa. Es cierto que no estamos ante la ambici¨®n del mejor Pixar, pero s¨ª ante una manera de entender la comedia animada que suministra placer a granel y que transforma hora y media de metraje en gozoso suspiro.