Frikis

Una posibilidad de evadirse algo de la saturaci¨®n de informaciones sobre la crisis griega, de tanto economista que tiene la soluci¨®n, de tanto tertuliano que sabe cu¨¢l es el problema de los griegos o de tanto an¨¢lisis del refer¨¦ndum, es ver el minimarat¨®n de la serie The Big Bang Theory que ofrece los viernes la cadena TNT.

Las tribulaciones de cuatro amigos y sus novias son un remedio espl¨¦ndido para tanto agobio. Sheldon, Leonard, Howard y Raj forman, probablemente, el cuarteto m¨¢s divertido de California, apoyados espl¨¦ndidamente por Penny, Bernadette, Amy y una sucesi¨®n de damas del enamoradizo Raj, al que apenas le duran un par de cap¨ªtulos.

Naturalmente, la serie no alcanzar¨ªa el notable ¨¦xito que tiene sin un selecto grupo de personajes secundarios entre los que cabe destacar una voz genial y gritona (la madre de Howard Wolowitz, a la que nunca veremos en pantalla) y Stuart Bloom, due?o de una ruinosa tienda de c¨®mics a la que asisten devotamente dos veces por semana los cuatro investigadores del Instituto Tecnol¨®gico de California, fan¨¢ticos de las series televisivas y con una notable cultura del c¨®mic.

La incapacidad de los cuatro por relacionarse con el g¨¦nero humano desde los convencionalismos sociales les coloca en situaciones disparatadas que nunca comprender¨¢n, sobre todo Sheldon Cooper, un ni?o del este de Texas que fue superdotado y que en su hipot¨¦tica madurez sigue consider¨¢ndose muy superior al resto de los mortales por sus 187 puntos de cociente intelectual. En realidad, solo respeta a Stephen Hawking y al doctor Spok. Mantiene una relaci¨®n inmaculada con Amy Farrah Fowler, que insiste infructuosamente una y otra vez en alcanzar la carnalidad de la misma.

Cuatro frikis y unos guionistas espl¨¦ndidos que no se reprimen a la hora de re¨ªrse de todo, desde el juda¨ªsmo a Georges Lucas, productor de la serie.