Del individualismo y el bien com¨²n
En el espect¨¢culo de Atalaya sobresalen la energ¨ªa y el car¨¢cter del trabajo coral
?Por qu¨¦ hay tantos festivales veraniegos de teatro cl¨¢sico gen¨¦rico, con una oferta tan parecida? Para diferenciarse mejor, ?no deber¨ªa alguno de ellos consagrarse al teatro aurisecular? Tendr¨ªamos entonces nuestro Festival Siglo de Oro y nuestro Festival Lope, como los pa¨ªses anglosajones tienen sus festivales Shakespeare. Tambi¨¦n ser¨ªa m¨¢s diverso el panorama estival si alguno de los cert¨¢menes restantes abriera el abanico de su programaci¨®n al repertorio contempor¨¢neo, cosa que solo hacen cuando la obra escogida est¨¢ ambientada en la Edad Moderna, aunque tan l¨ªcito ser¨ªa representar La indagaci¨®n, documental de Peter Weiss sobre los juicios de N¨²remberg, como este Marat-Sade, preestrenado en Cl¨¢sicos en Alcal¨¢, donde la pugna dial¨¦ctica entre el autor de Justine y Jean-Paul Marat, fil¨®sofo revolucionario, viste de ¨¦poca la disyuntiva actual entre el individualismo hedonista y la lucha por el bien com¨²n.
MARAT / SADE
Autor: Peter Weiss.
Versi¨®n y direcci¨®n: Ricardo Iniesta.
Int¨¦rpretes: Jer¨®nimo Arenal, Manuel Asensio, Carmen Gallardo¡
Alcal¨¢ de Henares (Madrid), Teatro Sal¨®n Cervantes.
Barcelona, Teatre Lliure, del 17 al 19 de julio.
En su cincuentenario, la obra maestra de Weiss sigue tan fresca y pujante como el d¨ªa de su estreno, a¨²n lastrada por una contradicci¨®n: su autor enarbola las tesis colectivistas de Marat (¡°El director que no las haga triunfar, me traiciona¡±, dijo), pero como quien lleva la batuta del espect¨¢culo es Sade y como el int¨¦rprete de su antagonista en la ficci¨®n dentro de la ficci¨®n es un orate, la figura del marqu¨¦s adquiere m¨¢s relieve que la del pol¨ªtico jacobino y el escepticismo de aquel va calando en el p¨²blico, salvo que la puesta en escena ejerza un efecto corrector, caso de la de Ricardo Iniesta con la compa?¨ªa sevillana Atalaya, donde el protagonismo creciente del coro de revolucionarios reequilibra la balanza.
El sugestivo montaje de Iniesta recrea un teatrito antiguo con cortinas blancas correderas y luces contrapicadas (como el del hospital de Charenton o el del madrile?o sanatorio Esquerdo, cuyo fundador tambi¨¦n montaba funciones con locos de familias pudientes), y en su versi¨®n, elaborada a partir de la traducci¨®n de Miguel S¨¢enz, se citan algunas tiradas del texto de la de Alfonso Sastre y resuenan los tiempos de cambio que corren. Hay una tensi¨®n ¡ªque, manejada con iron¨ªa, podr¨ªa ser m¨¢s productiva¡ª, entre la ¨®ptica expresionista con la que los actores de Atalaya abordan sus personajes asilados y la par¨¢lisis emocional pr¨®xima a la catatonia que alguno de ellos padece. Manuel Asensio, un Sade que podr¨ªa pasearse sin desentonar por cualquier pel¨ªcula de Tim Burton o por el Pinocchio de Luigi Comencini, encontrar¨ªa una oposici¨®n m¨¢s convincente si Jer¨®nimo Arenal rebajara el ¨¦nfasis con que tiende a decir los parlamentos de Marat. Excelentes el trabajo coral, el manejo de la energ¨ªa, el tono del espect¨¢culo y la ambientaci¨®n. En lo musical, sobresalen los temas acompa?ados en vivo y el d¨²o a capella entre Silvia Garz¨®n y Ra¨²l Sirio.
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