?Qu¨¦ llevaban puesto?
Dos exposiciones ponen el foco en las historias, condiciones y dificultades que migrantes de todo el mundo sufren hasta llegar a Europa, si llegan
Una griposa ma?ana, esas que son habituales en estas fechas, entre sue?o, toses y mocos, oyes a¨²n desde la cama: ¡°50 muertos en Canarias¡±. De repente, todos los conductos se despejan y pones los cinco sentidos para saber qu¨¦ ha pasado. Enseguida, la duda se aclara: ¡°Un cayuco¡±. ?Ah! Vuelta a la normalidad. Duro y real.
Una se levanta con la radio de fondo, esas voces se mezclan con las de los pensamientos. ¡°?Qu¨¦ me pongo?¡±, me pregunto mientras abro y miro el armario. La soluci¨®n a esta inc¨®gnita llegar¨¢ tras tener en cuenta los factores de la ecuaci¨®n: temperatura exterior, las horas de salida y llegada a casa, qu¨¦ voy a hacer, d¨®nde voy a estar, con qui¨¦n... Quien m¨¢s y quien menos piensa c¨®mo presentarse al mundo, y no lo hace igual si va a pasar el d¨ªa en la playa, si tiene una reuni¨®n con la tutora de su hijo o si tiene una cita. La ropa que llevamos habla de nosotros, forma parte de nuestra identidad.
?C¨®mo iban vestidas ese medio centenar de personas que murieron esa ma?ana? Puede parecer una pregunta inadecuada, pero al contrario: de esa idea surge la exposici¨®n Huir con lo puesto, en el Museo del Traje hasta el 2 de febrero, del planteamiento y la seguridad de que la indumentaria cuenta circunstancias, historias, realidades. El museo y Acnur (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados) intentan explicar los procesos y caminos de refugiados y migrantes a trav¨¦s de la ropa que llevan y los pocos objetos que les acompa?an cuando se ven obligados a huir de sus casas, de sus pa¨ªses. Cuando se despiden de una vida que ya no volver¨¢ a ser la misma y de la que solo les quedar¨¢ lo que cabe en una maleta, en el mejor de los casos.
Un vestido verde, una camiseta del Ajax, una chancla de pl¨¢stico y una t¨²nica negra son algunas de las prendas que forman parte de la muestra, todas tienen en com¨²n un lejano lugar de procedencia, Colombia, Mal¨ª, Honduras y Afganist¨¢n, respectivamente. Confluyen en Madrid, ya que es parte de la ropa que sus due?os eligieron para que les acompa?ara en su viaje: el vestido que Ofelia se puso para salir del avi¨®n; el amor por el f¨²tbol de Abba; Carolina y lo que cabe en una maleta de cabina; y la t¨²nica que se puso Hasib para pasar desapercibido en Kabul. Ahora, todos viven como refugiados en Espa?a, donde, a finales de 2023 ¨Dfecha de los ¨²ltimos datos oficiales¨D, hab¨ªa 394.246 refugiados y personas ap¨¢tridas (43,4 millones en el mundo). En Madrid, 85.843.
Micheline Amboma es una de ellos, tiene 44 a?os y lleva 16 en Espa?a; 17 tiene su hija. Ella sali¨® de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo embarazada, un grupo de rebeldes hab¨ªa asesinado a su marido y ella estuvo secuestrada dos semanas. Atraves¨® Camer¨²n, Mal¨ª, Senegal, Nigeria y Mauritania. Con la beb¨¦ se embarc¨® en una patera que perdi¨® el motor y qued¨® a la deriva.
Que ahora pueda contarlo y colaborar con Huir con lo puesto solo dependi¨® de un golpe de suerte o, m¨¢s bien, de un golpe de mar. Golpes que no nos sacuden con suficiente fuerza si nos atenemos a nuestra indiferencia ante este problema. El a?o pasado llegaron a Canarias 46.843 migrantes por v¨ªa mar¨ªtima, contabilizar a los que se quedaron por el camino es imposible. En el paseo de Coches del parque del Retiro ha estado expuesta hasta el pasado domingo La ruta canaria, una serie de im¨¢genes tomadas en 2020 por el fotoperiodista y premio Pulitzer Javier Bauluz, donde document¨® las llegadas a Gran Canaria y la acogida de los migrantes en esta, su tierra prometida, una Europa que no les promete nada.
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