Toda La Habana desde una azotea
El Malec¨®n es mucho m¨¢s que un parapeto contra las marejadas o el banco p¨²blico m¨¢s concurrido del mundo: en realidad constituye una barrera donde han terminado o comenzado los sue?os y posibilidades de tantos cubanos
Seg¨²n se mire, el Malec¨®n marca el principio o el fin de la ciudad. La Habana es una urbe hist¨®rica y geogr¨¢ficamente hecha por el mar, premiada con una bah¨ªa que, en los tiempos originales, decidi¨® la ubicaci¨®n de la villa y toda su suerte posterior. Por el mar le llegaron a La Habana sus grandezas y algunos de los males que la han azotado. Vivir de frente o de espaldas al mar ha sido la disyuntiva ontol¨®gica de la capital de la isla de Cuba, e incluso la relaci¨®n con el oc¨¦ano fue para Virgilio Pi?era la s¨ªntesis de un destino nacional y po¨¦tico: el de una insularidad invencible que ¨¦l asumi¨® como la condena de "la maldita circunstancia del agua por todas partes".
Sin el mar, La Habana no ser¨ªa La Habana. Y sin su Malec¨®n, aun siendo La Habana, la ciudad ser¨ªa otra. Ese parapeto de concreto, que corre por la costa rocosa desde el interior de la bah¨ªa hasta la desembocadura del r¨ªo Almendares, resulta mucho m¨¢s que un parapeto contra las marejadas del norte o el banco p¨²blico quiz¨¢s m¨¢s largo y concurrido del mundo: en realidad constituye la barrera f¨ªsica y psicol¨®gica donde han terminado o comenzado los sue?os y posibilidades de tantos cubanos, la frontera hasta donde llega la isla y a partir de la cual empieza el resto de un mundo que, para los isle?os, es siempre mucho m¨¢s ancho y ajeno.
Cuando Laurent Cantet me propuso que tom¨¢ramos un episodio de mi libro La novela de mi vida y lo utiliz¨¢ramos como punto de partida o pretexto para lo que ser¨ªa nuestra pel¨ªcula Regreso a ?taca, me concedi¨® total libertad de acci¨®n literaria, pero siempre a partir de tres condiciones que para su imagen visual y dramat¨²rgica del filme no eran negociables: la reuni¨®n de cinco amigos cincuentones que ¨ªbamos a versionar libremente deb¨ªa tener lugar durante una sola noche y en una azotea de La Habana desde la que se viera el Malec¨®n y, tras ¨¦l, el mar. Sin unidad de tiempo, azotea habanera y Malec¨®n inamovible con oc¨¦ano insondable no podr¨ªa existir nuestra historia. Mi pregonada libertad de guionista, como es f¨¢cil advertir, era notablemente relativa ¡ªcomo siempre es la libertad del guionista¡ª.
Cantet nos oblig¨® a sus colaboradores m¨¢s cercanos a subir y bajar escaleras del barrio de Centro Habana en busca de su escenario
Cantet, un hombre sensible y con una admirable capacidad para captar esencias, ya hab¨ªa descubierto en sus viajes a La Habana la importancia f¨ªsica, las potencialidades visuales y el sentido simb¨®lico del Malec¨®n. No es casual que su episodio en la cinta coral Siete d¨ªas en La Habana escogiera un edificio carcomido por el salitre y ubicado justo frente al Malec¨®n para desarrollar su muy surreal y realista corto La fuente.
Por supuesto, en una pel¨ªcula que se desarrolla en una sola locaci¨®n y que, por principios dram¨¢ticos, debe cumplir determinados requisitos, hallar el sitio adecuado para montar su argumento es absolutamente decisivo, y Cantet nos oblig¨® a sus colaboradores m¨¢s cercanos a subir y bajar escaleras del barrio de Centro Habana en busca de su escenario. Y cuando lo encontr¨®, ya no tuvo dudas: esa azotea sin encantos desde la que al mismo tiempo se ve la inmensidad y majestuosidad de La Habana ¡ªenmascarada por la distancia¡ª y su decrepitud y hacinamiento ¡ªrevelado por la cercan¨ªa¡ª, deja entre las moles de concreto una brecha liberadora que conduce al Malec¨®n y al mar, al fin y al principio f¨ªsico y simb¨®lico. Aquel sitio preciso era el que el director necesitaba para expresar lo que hab¨ªamos escrito: un drama habanero en el cual la ciudad ser¨ªa el sexto personaje (el sexto pasajero lo nombr¨¦ en nuestras charlas), ataviado con cada uno de sus atributos m¨¢s significativos: gentes que viven sus peque?as vidas, edificios que muchas veces en "est¨¢tica milagrosa" resisten el tiempo, el peso de la historia remota y reciente, y el mar, siempre el mar, como promesa y desaf¨ªo.
Si en alguna de las historias que he escrito la realidad f¨ªsica y espiritual de La Habana incide sobre el destino y los conflictos de los personajes, esa es Regreso a ?taca. La ciudad, como bendici¨®n y maldici¨®n, envuelve los dramas de los personajes mientras el mar, omnipresente, marca los desaf¨ªos de sus pasados, de sus presentes e incluso de sus futuros. El conflicto de permanecer en la ciudad o salir de ella recorre la actitud de cada uno de los protagonistas de la historia y marca desde el principio el camino de su argumento: despu¨¦s de 14 a?os de lacerante ausencia, Amadeo ha regresado a su ciudad, ha vuelto a ?taca, pero no como un h¨¦roe vencedor, sino como un ser con la vida partida en dos (o en muchos) pedazos, desde que decidi¨® franquear la frontera del Malec¨®n. Y ahora retorna sin gloria, aunque dispuesto a recomponer el desastre en la ciudad natal: Chez moi, como dice el subt¨ªtulo franc¨¦s en la ¨²ltima frase de la pel¨ªcula.
Aquel sitio preciso era el que el director necesitaba para expresar lo que hab¨ªamos escrito: un drama habanero en el cual la ciudad ser¨ªa el sexto personaje
En La novela de mi vida es el gran poeta rom¨¢ntico cubano Jos¨¦ Mar¨ªa Heredia quien vive el drama del exilio y del regreso. Heredia, el primer cubano capaz de expresar po¨¦ticamente la pertenencia nacional a una cultura naciente, el primero en dejar constancia del trauma del exilio que marcar¨ªa la vida y la historia cubana, el primero en revolcarse en la nostalgia por la isla perdida, vuelve a su ?taca tambi¨¦n vencido: por la vida y por la historia. Vuelve sin sue?os, casi moribundo. Vuelve solo para fundar, all¨¢ por 1838, uno de los sentimientos m¨¢s persistentes y mezquinos de esa identidad nacional que ¨¦l mismo estaba forjando con sus versos y su vida: regresa para comprender que sus viejos camaradas no est¨¢n dispuestos a reconocer su grandeza, pues pocas cosas pueden alterar m¨¢s a un cubano que el ¨¦xito de un compatriota. ¡°?ngel ca¨ªdo¡± lo llam¨® quien fuera su mejor amigo y le volvi¨® la espalda, reproch¨¢ndole la flaqueza de haber claudicado para ver su isla una ¨²ltima vez, antes de morir.
El regreso de Amadeo, como ten¨ªa que suceder, abre la caja de Pandora donde se han acumulado reproches, amores perdidos, nostalgias amables, frustraciones lacerantes y sospechas de traiciones. Toda la larga confrontaci¨®n con los amigos, una catarsis necesaria que se acelera cuando Amadeo revela que ha vuelto para quedarse, es un canto de amor a la pertenencia que se quiere recuperar, un himno del desterrado ¡ªcomo titulara Heredia uno de sus m¨¢s c¨¦lebres poemas¡ª que revela un drama cubano y universal: Amadeo solo puede recuperar su plenitud humana dentro de las fronteras f¨ªsicas y sentimentales de su isla, de su ciudad abocada al mar. En el sitio al que pertenece y le pertenece por derecho inalienable.
Mientras brotan las condenas y llegan los perdones, se pronuncian las palabras que sacan sangre y se habla del dolor del exilio y la distancia, la ciudad envolvente y oscura vibra alrededor de estos cinco personajes tr¨¢gicos. Una ciudad viva y decr¨¦pita, en lucha constante por la supervivencia y el derecho a la felicidad. Y cuando todo ha sido dicho por estos pobres h¨¦roes, la ciudad arruinada a¨²n sigue en pie y recibe al hijo pr¨®digo. Finalmente, sobre el mar en calma, tras la solidez del Malec¨®n, nace un nuevo d¨ªa. Quiz¨¢s el primero en la otra vida de unos personajes que, escapados de sus propios infiernos, le abren a Amadeo (el amado de los dioses) las puertas de sus corazones y de su casa: la ?taca que todos tenemos.
A vueltas con el exilio
Durante el pasado Festival de Cine de La Habana, estando ya en cartelera la pel¨ªcula Regreso a ?taca (2014), de Laurent Cantet, fue retirada de la programaci¨®n sin explicaciones oficiales. El filme, con guion del realizador franc¨¦s y del escritor Leonardo Padura, se basa en un episodio de su libro La novela de mi vida y cuenta el regreso a Cuba de Amadeo tras 16 a?os de exilio en Espa?a y el reencuentro con cuatro de sus m¨¢s queridos amigos: Aldo, un ingeniero que fabrica bater¨ªas de auto en un taller clandestino; Eddy, un "digirentico" que trabaja en el turismo; Rafa, un pintor alcoh¨®lico y frustrado, y Tania, una oftalm¨®loga cuyos hijos se han ido de Cuba. la pel¨ªcula, que resume la frustraci¨®n de la generaci¨®n de Padura, fue rodada en una azotea de La Habana y por ello era a¨²n m¨¢s dif¨ªcil comprender su retirada, despu¨¦s de ser premiada en Biarritz y en Venecia. El incidente se resolvi¨® igual de misteriosamente, cuando las autoridades decidieron exhibirla durante el Festival de Cine Franc¨¦s, celebrado en mayo de 2015 en La Habana.
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