Siete noches con Miles Davis
Parafraseando al Frank Zappa m¨¢s ir¨®nico: ¡°Justo lo que el mundo necesita, otro lanzamiento m¨²ltiple de Miles Davis¡±. Pero el cu¨¢druple Miles Davis at Newport 1955-1975 tiene sentido: ofrece una impactante panor¨¢mica del trompetista en directo, siete conciertos que cubren veinte a?os vertiginosos.
Desde luego, abundan los discos live de Davis. Existe incluso una caja monumental con veinte compactos, The complete Miles Davis at Montreux 1973-1991. L¨¢stima que se trate de un estuche poco manejable; por las fechas, ya entender¨¢n que no hay gran variedad sonora ni recoge al artista en plenas facultades. Adem¨¢s, Montreux era territorio conquistado y sospecho que el hombre y su banda pod¨ªan mostrarse hasta autocomplacientes en sus citas regulares con el p¨²blico suizo, concertadas por un promotor-groupie como Claude Nobs.
La relaci¨®n con Newport fue m¨¢s peliaguda. Por lo que cuenta su fundador, George Wein, fue Miles qui¨¦n se ofreci¨® para tocar en la segunda edici¨®n, el 17 de julio de 1955. ?Se hacen cargo? ?Se ofreci¨®! Lo necesitaba: aunque hab¨ªa superado una adicci¨®n a la hero¨ªna, ten¨ªa la mala costumbre de montar broncas a propietarios de jazz clubs e incluso a sus propios colegas. Wein le coloc¨® al lado de uno de los agraviados, el pianista Thelonius Monk, en una All-Star Jam Session.
Se cumplen 60 a?os de la primera aparici¨®n de Miles Davis en Newport, y se edita una colecci¨®n de siete conciertos en el famoso festival
Funcion¨®: su interpretaci¨®n de Round midnight, la balada de Monk, entr¨® en la leyenda y le ayud¨® a conseguir un contrato con una de las m¨¢s poderosas discogr¨¢ficas, CBS. Ya con sus propias bandas, Davis retornar¨ªa en 1958, 1966, 1967 y 1969. Tal vez no se sent¨ªa muy c¨®modo. Por varias razones: Newport, en Rhode Island, era h¨¢bitat de millonarios, que mostraron inicialmente antipat¨ªa por aquella m¨²sica y sus seguidores. Y Wein pertenec¨ªa a la hermandad del pu?o cerrado (recuerden que, por cuestiones de dinero,?Davis protagoniz¨® una espantada en Barcelona, esquivando un doble concierto firmado por Wein en 1967).
Por lo que se cuenta en el librito de Miles Davis at Newport 1955-1975, sol¨ªa llegar en el ¨²ltimo momento y marcharse una vez concluido su set. Atenci¨®n: el Miles de los cincuenta y los sesenta tiene poco que ver con el que conocimos, a partir de los ochenta, en los escenarios espa?oles, dosificando sus intervenciones y orbitando en su ego trip. En Newport se viv¨ªan situaciones de alta tensi¨®n: Davis era un boxeador ¨¢gil y nervioso, que deb¨ªa competir hasta con los que estaban a sus ¨®rdenes, como el tit¨¢nico John Coltrane.
Newport fue el modelo para los posteriores festivales masivos al aire libre. Tambi¨¦n cay¨® en la tentaci¨®n de abrir sus carteles al rock, con su programaci¨®n de 1969: aquel a?o, dicen que Davis estuvo como espectador en todos los conciertos, asimilando informaci¨®n sobre la contracultura. Wein descubrir¨ªa que los nuevos p¨²blicos eran incontrolables y, ya en los setenta, convirti¨® el Newport Jazz Festival en una franquicia, con giras por Europa.
A partir de 1969, Davis y compa?¨ªa olvidaron los trajes y las corbatas. Abundaban los peinados afros en aquellas bandas que entraban al galope, ancladas en el bajo funk, pisando los pedales de gua-gua. Todav¨ªa hoy, la sensaci¨®n es similar a la de estar sobrevolando territorio desconocido, sin instrumentos de vuelo, con un piloto que nos ignora. Reconozco un perverso deleite en escuchar al tiquismiquis Keith Jarrett tocando un Fender Rhodes en el ojo de semejante hurac¨¢n; por el contrario, Chick Corea s¨ª se expresaba con elocuencia.
Imaginen Miles Davis at Newport 1955-1975 como una sucesi¨®n de recorridos en una apasionante monta?a rusa. Son cinco horas de m¨²sica, de las que casi cuatro permanec¨ªan in¨¦ditas (al menos, de forma legal). Dejando aparte sus experimentos orquestales, aqu¨ª est¨¢n las bandas esenciales de Davis en acci¨®n. Y las claves del misterio del Pr¨ªncipe Oscuro: parece cosa de telepat¨ªa pero era una suma de intuici¨®n, audacia y carisma.
Babelia
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