Pixar: el ¨¦xtasis no tiene edad
¡®Del rev¨¦s¡¯ demuestra una gran sabidur¨ªa sobre la condici¨®n humana
Le ocurre algo venturoso al cine desde hace 25 a?os. Y es la llegada a una empresa inform¨¢tica de un individuo con talento proteico, imaginaci¨®n desbordante y la convicci¨®n de que el formato de la animaci¨®n podr¨ªa narrar primorosamente las mejores historias. Se llama John Lasseter. Primero fueron cortos tan originales como deliciosos y a partir de 1995, con el nacimiento de la legendaria Toy story, se han tomado como una religi¨®n (Woody Allen tambi¨¦n la practica) lo de parir un largometraje todos los a?os. Se supone que esa oferta est¨¢ dirigida fundamentalmente al p¨²blico infantil, pero sospecho que en el anhelo por los maravillosos regalos de esta productora disfrutamos aun m¨¢s los cin¨¦filos que los cr¨ªos, que las claves y la filosof¨ªa de Pixar no necesitan el pretexto entre el p¨²blico adulto de llevar a los hijos o a los nietos a ver pel¨ªculas de dibujos animados, sino que estos van a extasiarse, a re¨ªrse y a sentir tanto o m¨¢s que sus ni?os.
La cantidad de aciertos de Pixar, de historias que te dejan con la boca abierta y con una impagable expresi¨®n feliz, es afortunadamente desmesurada. En mi caso, la ¨²nica decepci¨®n que he sufrido, el ¨²nico t¨ªtulo en el que sent¨ª que se hab¨ªa evaporado el estado de gracia, ser¨ªa Cars 2, rutinaria, aburrida, sin chispa.
Ese para¨ªso lo hacen posible un mont¨®n de animadores virtuosos. Y al frente de ellos, dirigiendo a ese espectacular ejercito adem¨¢s de John Lasseter, existen otros cerebros privilegiados si investigas su curr¨ªculo en Pixar. Son Andrew Stanton, el difunto Joe Ranft, Brad Bird y Pete Docter.
Pete Docter, ese se?or con careto entre freak y desarmante, hab¨ªa dirigido anteriormente dos joyas tituladas Monstruos, S. A. y Up.
Imagino que cada uno ellos aporta algo distinto y excepcional para que ese cine tenga cuerpo y alma, humor y poes¨ªa, narrativa y fantas¨ªa. Pete Docter, ese se?or con careto entre freak y desarmante, hab¨ªa dirigido anteriormente dos joyas tituladas Monstruos, S. A. y Up. Los diez minutos iniciales de la segunda, contando la existencia de una pareja desde su infancia hasta la muerte de ella en la vejez, servir¨ªan para que la historia del cine le reservara un lugar de honor.
Docter retorna a la direcci¨®n con la preciosa Del rev¨¦s, un guion inquietante que demuestra sabidur¨ªa sobre la condici¨®n humana, sobre las sensaciones que habitan, exaltan, amenazan, provocan la felicidad, la pena, la angustia, la esperanza, en el cerebro y en el coraz¨®n de las personas. Viaja al interior de la mente de una de ni?a. Desde ese templo de las emociones m¨¢s diversas se formar¨¢ una alianza ins¨®lita encabezada por la alegr¨ªa, y secundada por la tristeza, el miedo, la ira y el asco, para que esa cr¨ªa, que fue dichosa desde su nacimiento hasta que el traslado con su familia a un nuevo mundo que le resulta inh¨®spito y la consecuente melancol¨ªa la amenaza con el desarraigo, la huida, la amargura y la intemperie sentimental, trastornando su car¨¢cter, sortee los peligros y recobre la alegr¨ªa de vivir.
El asunto es trascendente. Y profundo. No parece lo m¨¢s adecuado para lo que antes etiquet¨¢bamos como cine de dibujos animados. Y est¨¢ descrito sin ning¨²n resabio intelectual, con tanto sentimiento como delicadeza, provocando la risa y la ternura, creando suspense, con imaginaci¨®n y arte. Y al terminar te repites a ti mismo: ¡°Menos mal que nos queda Pixar¡±.
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