¡®Wounda¡¯: ¡®C¨ªrculo 5¡¯
Manuel R¨ªos San Mart¨ªn, guionista y director de series como ¡®M¨¦dico de familia¡¯, contin¨²a su relato sobre un asesinato en un zool¨®gico y se centra en la relaci¨®n entre una gorila, su cr¨ªa y el jefe de la zona de los grandes simios del parque
Jellineck lleva un rato observando La Isla de los Gorilas. Desde que mat¨® a Kesho, el ?espalda plateada?, no para de darle vueltas a la extra?a conducta del animal. Cuando Kenny Millet llega a su altura, comienza a hablar con ¨¦l sin dejar que le salude.
¡ª?Todos los monos tienen los ojos as¨ª, oscuros?
¡ªHola, inspector. ?Se refiere a la escler¨®tica? ¡ªpregunta extra?ado.
¡ª?A la qu¨¦?
¡ªLo blanco del ojo en los humanos, lo que no es pupila.
¡ªS¨ª, eso.
¡ªDe m¨¢s de ochenta especies de primates, tan solo la nuestra es as¨ª. Los humanos tenemos un rostro muy expresivo. Somos animales sociales, necesitamos saber qu¨¦ piensa el otro, saber si nos quiere enga?ar. Los monos miran donde mira la cabeza de su compa?ero; los humanos, donde los ojos.
¡ª?Y los monos no enga?an? ¡ªtermina por preguntar.
¡ªBueno, en cierta medida, s¨ª. ?Sabe qu¨¦ animal enga?a muy bien? El cerdo.
¡ª?No es un doble sentido?
¡ªNo ¡ªsonr¨ªe por fin Kenny, ahora ya m¨¢s relajado¡ª. Vi un experimento en el que a un cerdo le muestran, en un laberinto, d¨®nde est¨¢ la comida. Despu¨¦s lo sacan y lo juntan con otros cinco de su especie. Al abrirse la puerta, corre en la direcci¨®n err¨®nea de manera intencionada. Cuando los dem¨¢s lo siguen, ¨¦l se desmarca, vuelve sobre sus pasos y elige el camino correcto para comer sin que lo estorben.
¡ª?Me encantan los cerdos! Sobre todo en jam¨®n de York.
¡ª?Qu¨¦ le trae por aqu¨ª, inspector?
¡ªEn realidad nada relacionado con la investigaci¨®n que tengo entre manos. No s¨¦¡, quer¨ªa saber c¨®mo estaba la hembra de gorila.
¡ª?Wounda? Ya lo ha visto. Ha pasado un par de d¨ªas malos pero parece que ha vuelto a dar de comer a su cr¨ªa. Yo creo que saldr¨¢n adelante.
¡ª?Y todo esto est¨¢ pasando por algo? ¡ªdice por fin Jellineck¡ª. Lo de los monos, que no comen, que se ?suicidan?¡
¡ªPues, no s¨¦, la verdad¡ Desde hace un a?o, ninguna cr¨ªa nace a t¨¦rmino. En todos los casos hemos tenido que intervenir para sacarlas.
¡ª?Me est¨¢ diciendo que¡ es como si intuyesen que es mejor no nacer?
¡ªLos animales siguen teniendo el instinto que los humanos hemos perdido.
Hasta hace unos d¨ªas, a Jellineck no se le pod¨ªa haber ocurrido pensar en algo as¨ª, aunque la crisis en toda Europa haya ido a peor, haya aumentado exponencialmente la delincuencia, las alergias, los virus, los movimientos de tierras. Pero no nacer¡ Le suena el tel¨¦fono. Le est¨¢n esperando en otra parte. Cuando ya se va a marchar, comienza una pelea entre chimpanc¨¦s. Kenny se preocupa y se despide precipitadamente del inspector.
¡ªSi me necesita¡ ¡ªdice Jellineck se?alando la pistola.
¡ªEsta vez mejor no. Ya lo resolvemos nosotros.
¡ªEso espero.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.