La nueva Espa?a

En el bienio 1996-1997 dos pel¨ªculas cambiaron el panorama del cine comercial espa?ol: Airbag, de Juanma Bajo Ulloa, y Torrente, el brazo tonto de la ley, de Santiago Segura. Ancladas en el esperpento espa?ol, a?ad¨ªan referencias del c¨®mic, del dibujo animado, del cine de acci¨®n y del desparrame juvenil americano, las dos fueron un descomunal ¨¦xito. La casualidad, o m¨¢s bien una nueva realidad, ha querido que en menos de un a?o, casi dos d¨¦cadas despu¨¦s, hayan coincidido la quinta entrega de la saga de Segura, tan pendiente de los cambios en la sociedad espa?ola que elucubraba sobre nuestro futuro pol¨ªtico inmediato, y la tremebunda Rey gitano, de Bajo Ulloa, que en la l¨ªnea formal de Airbag se atreve a mezclar una trama central con un supuesto hijo bastardo (y cal¨®) del Rey Juan Carlos, e infinidad de rocambolescas subtramas sobre el FMI, la ruptura territorial del pa¨ªs, el Espa?a-Holanda del planchazo de Van Persie y el espionaje del CNI, junto a riadas de politoxicoman¨ªas, escatolog¨ªa y lo que los pol¨ªticamente correctos (y ciertamente cursis) llamar¨ªan "chistes sobre minor¨ªas oprimidas".

El problema es que salvo la secuencias que presiden Karra Elejalde y Manuel Manqui?a, sensacionales c¨®micos, prodigios de gracia y tempo, aupados por un texto estupendo de Bajo Ulloa, casi nada funciona. Y no por burdo, insolente o prohibido, pues estamos ante una nueva realidad en la que ya no hay intocables, sino por carencia de genio y, a pesar de su atrevimiento, por mucho menos audaz de lo que en su superficie aparenta.