Copiada, venerada y maldita. Oda a Patricia Highsmith en Gij¨®n
La creadora de Ripley sigue de plena actualidad. Aprovechamos la Semana Negra para hablar con expertos, escritores y lectores sobre la gran dama de la novela negra
Es la reina de la ambig¨¹edad moral, la escritora capaz de hacer que amemos a un psic¨®pata de la talla de Tom Ripley, la gran diseccionadora de la naturaleza humana. Adorada, no suficientemente reivindicada y copiada hasta la saciedad, Patricia Highsmith (1921-1995) dej¨® una huella indeleble que sigue recorriendo al g¨¦nero negro. La reedici¨®n en Anagrama de toda su obra y la publicaci¨®n de Sus¡ pense. C¨®mo se escribe una novela de misterio (C¨ªrculo de Tiza) junto con la influencia brutal que ha ejercido en las autoras de los dos grandes best- seller mundiales del g¨¦nero en los ¨²ltimos tiempos, Gillian Flynn y Paula Hawkins, la devuelve a la primera plana de la actualidad literaria. Recorremos la Semana Negra de Gij¨®n para hablar con escritores y expertos que nos ilustren sobre su figura.
¡°Creo que nos vimos dos veces. La primera, hace la pila de a?os en Francia. Estaba en una esquina, conectaba una ginebra tras otra y gru?endo siempre. Te acercabas y gru?¨ªa. Me sent¨¦ y le dije: ¡°Muy bien tus libros¡±. Me respondi¨®: ¡°Ya lo sab¨ªa¡±. Y me gru?¨®¡± recuerda Paco Ignacio Taibo II, haciendo uso de su inagotable fuente de an¨¦cdotas vividas en primera persona como gran conocedor del g¨¦nero. ¡°Y luego en EE UU, en una de esas conferencias extra?as del Mid West donde las charlas son bastante insulsas y se habla b¨¢sicamente de derechos de autor , de cu¨¢nto ganas, se discute poco de literatura y se firman muchos libros. Recuerdo que no le gustaba que la incluyesen dentro del g¨¦nero negro¡± .
Cuando leo a Highsmith no puedo subir en el ascensor con nadie m¨¢s Paco Camarasa
Solitaria, hura?a y genial, Highsmith hu¨ªa de los escritores, de la gente, de las relaciones personales que atormentaron su vida privada durante un tiempo. Y, por encima de todo, adoraba escribir: ¡°Cuando m¨¢s disfruto de mi trabajo es sobre las cinco de la tarde. A esa hora ya empiezo a estar cansada y s¨¦ que a¨²n me quedan tres p¨¢ginas para acabar el d¨ªa. El mundo podr¨ªa estar acab¨¢ndose a mi alrededor -ya ha pasado alguna vez- pero el trabajo perdura intacto, sin que nadie pueda manipularlo, siempre que sea s¨®lido y sincero¡± , aseguraba en sus diarios.
Ahora que hay tantas novelas con fajas en colores chillones avisando al lector de que no va a respirar hasta que termine el libro, conviene acercarse a la figura de ¡°la maestra de la postergaci¨®n¡±, como la describe el escritor Alexis Ravelo. ¡°Recuerdo la escena del crimen en la barca, en El talento de Mr Ripley, cuando asesina a Rickie: una escena en la que estaba sufriendo por Ripley, a ver qu¨¦ vas a hacer, y encima nadaba mal. Y dura y p¨¢ginas y p¨¢ginas y p¨¢ginas y ella contin¨²a postergando la acci¨®n. Y eso es mejor que esos autores que est¨¢n continuamente intentando dar una sorpresa en cada p¨¢gina. Lo bueno es que Highsmith te enganchaba, pero despu¨¦s de leer la novela hab¨ªas descubierto mucho sobre el ser humano y sobre ti mismo¡±.
Es una mujer que siempre piensa al margen, de manera distinta a como pensamos el com¨²n de los mortales Alexis Ravelo
Su legado es incuestionable, no as¨ª la percepci¨®n de c¨®mo se la ha tratado. ¡°?Subvalorada? S¨ª ha sido subvalorada¡± analiza Paco Camarasa, librero y comisario de BCNegra. ¡°Es la mujer m¨¢s malvada de la novela negra. Y es perversa porque hace que gente como Ripley nos caiga bien. Y ah¨ª est¨¢ la perversidad, en que gente de orden como cualquier lector empatice con alguien absolutamente amoral como Ripley. Y es por otra parte la que hurga m¨¢s en c¨®mo es nuestro vecino. Cuando leo a Highsmith no puedo subir en el ascensor con nadie¡±. No piensa as¨ª el escritor argentino Carlos Salem. ¡°No se la ha despreciado. Adem¨¢s ten¨ªa un car¨¢cter que eso le daba igual. S¨ª se la ha copiado. Hay lo importante es la diferencia entre seguir y copiar. El problema es cuando se hace y se tiene el morro de no decirlo¡±, sentencia abriendo el otro gran asunto alrededor de la creadora de Ripley.
¡°?Copiada? Pues la Hawkins ten¨ªa que nacer no s¨¦ cu¨¢ntas veces para tener la mitad de la mala leche de Highsmith. La Highsmith es desgraciadamente irrepetible¡±, tercia Camarasa. ¡°Se le ha copiado much¨ªsimo, hasta la saciedad. Extra?os en un tren, los Ripleys, Cr¨ªmenes imaginarios... La hemos copiado tambi¨¦n sin darnos cuenta. Y s¨ª, se la desprecia bastante. Cuando se habla de novela negra norteamericana de aquella ¨¦poca se nos olvida que ella hac¨ªa novelas de suspense, pero muchos m¨¢s negras que otras novelas que nos han vendido como tales¡±, concluye Ravelo. ¡°No dir¨ªa que sea marginal¡±, a?ade ?lvaro Baquero-Pecino, profesor asistente de Literatura en la Universidad de Nueva York. ¡°Al contrario. El hecho de que de alguna manera se la copie demuestra esa vigencia, esa centralidad. Es una especie de Dorian Gray que nunca envejece¡±.
Radical e independiente, a Highsmith no le hac¨ªa falta izar ninguna bandera para reivindicar, criticar y machacar con sa?a lugares comunes y atacar los pilares de la comodidad bienpensante. En los personajes y en los libros de la autora de Cr¨ªmenes imaginarios, el feminismo, algo tan moderno como el horror vacui o la homosexualidad latente est¨¢n muy presentes. ¡°Es una mujer que siempre piensa al margen, de manera distinta a como pensamos el com¨²n de los mortales. Eso se ve muy bien en Los peque?os cuentos mis¨®ginos. Ella mujer, feminista, liberada, que deber¨ªa defender a la mujer, escribe un libro en el que las mujeres parece que est¨¢n todo el tiempo pidiendo a gritos que las asesinen¡±, comenta Ravelo recordando una de sus facetas menos conocidas, algo en lo que coincide con Salem. ¡°Me fascina como cuentista. Tiene un cuento que se llama El papa de las zapatillas rojas que es estremecedor . Es una cuentista excelente y eso no abunda y la potencia de sus novelas lo ha ocultado¡±, asegura el hispanoargentino.
La ruidosa y populosa feria en la que est¨¢ encuadrada la Semana Negra sigue su curso, entre libros (sin rastro de los de la maestra) sidrer¨ªas y atracciones. A Highsmith no le habr¨ªa gustado, pero entre el variopinto respetable que transita por el recinto la autora estadounidense habr¨ªa encontrado material para sus fechor¨ªas morales. Seguiremos ley¨¦ndola, seguir¨¢n copi¨¢ndola, nunca pasar¨¢ de moda, siempre volver¨¢ a inocularnos con el germen de la inquietud y la desconfianza hacia el otro.
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