No olvidamos, Amy
Fernando Neira, cr¨ªtico musical de EL PA?S, rememora la p¨¦rdida de la cantante de 'soul'
De entre las p¨¦rdidas de grandes artistas acontecidas en los ¨²ltimos cuatro lustros solo recuerdo haber llorado, literalmente, dos: la de Jeff Buckley en 1997 y la de Amy Winehouse en 2011. En ambos casos me atormenta conjugar el trinomio entre su inmenso talento, una juventud deslumbrante y el completo infortunio. El primero se ahog¨® a los 30 a?os el mismo d¨ªa que comenzaba la grabaci¨®n de su segundo ¨¢lbum; la segunda no lleg¨® a ser capaz de sosegar su cabeza para emprender la escritura del tercero. A los dos les sobreviven, y sobrevivir¨¢n, un pu?ado de canciones descomunales, pero escuece que ya jam¨¢s podamos saber qu¨¦ habr¨ªa sido de ellos, cu¨¢ntos octanos de petr¨®leo creativo esperaban brotar a¨²n de sus lapiceros, si habr¨ªan errado alg¨²n que otro paso o los trabajos sucesivos empeque?ecer¨ªan t¨ªtulos previos como?Grace, Last goodbye, Lover, you should've come over, Back to black, You know I'm not good o Addicted.
Desde hace ya cuatro a?os, tal d¨ªa como hoy me viene a la memoria aquel fat¨ªdico s¨¢bado estival, aquella ventana emergente en la aplicaci¨®n de un peri¨®dico brit¨¢nico por la que supe que, "a falta de confirmaci¨®n oficial", Amy ya no formaba parte del mundo de los vivos. Hoy la recordar¨¦ de la mejor manera que existe y existir¨¢ siempre para recordarla, escuchando sus dos ¨¢lbumes oficiales y quiz¨¢ tambi¨¦n ese tercero, p¨®stumo (Lioness), en el que se recopilaron retales descabalados por los que casi cualquier otro artista vender¨ªa al diablo una significativa proporci¨®n de su alma. No se me ocurre una voz en el siglo XXI tan poderosa como la de Amy: descarnada, voluptuosa, impredecible, profundamente sensorial. Y no sobrellevo bien la frustraci¨®n de que nadie acertase a sacarla del atolladero: ese novio/marido/ex que fue debilidad y perdici¨®n, un padre carente de escr¨²pulos que convirti¨® a su propia hija en la protagonista indeseada de un reality, los malditos trastornos alimentarios. El acoso de quienes, lejos de preservar el genio deslumbrante, explotaron sus fragilidades y las convirtieron en carnaza.
Quiz¨¢ no nos merec¨ªamos a Amy, una Ella Fitzgerald novosecular capaz de escribir, por ejemplo: Over futile odds / And laughed at by the gods / And now the final frame / Love is a losing game. Pero es del todo seguro que Amy no merec¨ªa engrosar el funesto Club de los 27. Solo podemos prometerte una cosa, a modo de desagravio: mientras la memoria no se nos emborrone, cuenta con que no te olvidaremos jam¨¢s.
Babelia
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