Y llov¨ªa, y llov¨ªa
El concierto de Carla Cook, una cantora de oficio, fue breve y contundente
Era uno de esos d¨ªas donostiarras en que el color gris casi negro del cielo se confunde con el del mar, y da miedo salir de casa; el tipo de d¨ªa que los escritores costumbristas gustan para situar sus historias de n¨¢ufragos, aparecidos y viudas abatidas por la tragedia. Un t¨ªpico d¨ªa de jazz en Donosti, vamos.
La cosa, que hace 50 a?os, a unos cuantos se les ocurri¨® organizar un festival de jazz en San Sebasti¨¢n. Podr¨ªan haber escogido ?cija, o la Almunia de Do?a Godina, pero no. Ten¨ªa que ser Donosti. Y aqu¨ª, se?ores, llueve s¨ª o s¨ª; la duda es cu¨¢nto. Anoche llovi¨® por rachas; a veces, un txirimiri, que no se ve, pero vaya si cala; a veces un ayvadioslaqueest¨¢cayendo; con la salvedad de que todos los conciertos eran al aire libre. Nada que le asuste a un donostiarra.
En Donosti, el personal va a escuchar jazz as¨ª se le venga el Cant¨¢brico encima. Lo que no se les da demasiado es bailar. ¡°En mi tierra¡±, contaba Zanmari Bar¨¦, ¡°cuando no llueve, todo el mundo baila. Y cuando llueve, tambi¨¦n¡±. Los expertos dicen que Bar¨¦ es el n¨²mero 1 entre los cantantes de isla de La Reuni¨®n, y qui¨¦n es uno para contradecir a los expertos. Un par de interpretaciones, para la cosa de familiarizarme con la m¨²sica de un pa¨ªs que uno no sabr¨ªa situar en el mapa, y al siguiente escenario donde voy a encontrarme con la estupenda Carla Cook; una cantora de oficio, que se dice. El recital, breve y contundente, sirve para comprobar que Albert Bover, en quien se ha querido ver al sucesor de Tete Montoliu, hace otras cosas, aparte colgar posts en Facebook. Tambi¨¦n toca jazz. Estupendamente, por cierto.
Porque esto es un festival de jazz, y a los festivales de jazz, uno va a escuchar eso: jazz. Y jazz es lo que nos dieron The Cookers. Jazz sin colorantes ni conservantes; jazz del que nos gusta. Sobre el estrado del Espacio Frigo los muy respetables 80 a?os del contrabajista Cecil McBee frente a los 40 reci¨¦n cumplidos del pianista Danny Grissett; y lo que queda entre ambos. Por ejemplo, Billy Harper: la clase de h¨¦roe ignorado que tanto nos gusta a los aficionados. Nada como un Billy Harper para presumir ante los amigos y hacerles ver su ignorancia. Un saxofonista y un compositor tan reconocible como escasamente reconocido, dicho sea sin desmerecimiento de sus compa?eros es escenario. Y venga a llover; y nosotros, a mojarnos. ?Qui¨¦n es el h¨¦roe aqu¨ª?
La cosa, que los 300 de los Cookers eran 10.000 unos metros m¨¢s all¨¢. Y esos, claro, no hab¨ªan ido a escuchar jazz, sino a Jamie Cullum en la primera de las 157 apariciones que se le tienen preparadas durante el festival, ¨¦sta vez como DJ. Al final, el ¨²nico que bail¨® con su selecci¨®n fue el propio DJ; el respetable bastante ten¨ªa con sostener el paraguas y no ponerse las Adidas perdidas de arena. Mismo escenario de la playa de Zurriola para la subsiguiente actuaci¨®n de la nueva franquicia de los Earth, Wind & Fire. Uno va a escuchar a EW&F Experience sabiendo lo que va a escuchar, que es lo que, efectivamente, termina escuchando. Conviene darse de vez en cuando un paseo por el lado horterilla del asunto.
Y de Jimmy Cliff, con el que se cerr¨® la noche, qu¨¦ voy a decirles. El Ivanhoe Martin de la gran pantalla ofreci¨® un concierto divertid¨ªsimo, previsible y terriblemente desafinado, lo que puede que fuera producto de la megafon¨ªa, aunque no me lo pareci¨®.
Se me olvidaba: todos los conciertos de la noche fueron gratis. Que conste.
Babelia
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