Dos estocadas de Manzanares y un gran toro de N¨²?ez del Cuvillo

No tuvo muchos pies el primero de rejoneo, pero s¨ª gran calidad. Hermoso jug¨® con ¨¦l como quiso. Siempre por lo cl¨¢sico. Su manera de encelar, su forma de encontrarse con el toro: sumaron las dos calidades, la del caballero y la del astado. Solo un rej¨®n de castigo, para luego, con el caballo Berl¨ªn, quebrar antes de clavar banderillas. Elegancia pura. O clasicismo a caballo sin ninguna concesi¨®n. Con Viriato, a mil¨ªmetros de los pitones, y con Pirata, con las cortas, otra exhibici¨®n. Al final, una impresi¨®n: mucho torero para toro tan pastue?o.

El cuarto tuvo el mismo fondo que el primero, pero menos recorrido. Se repiti¨® la actuaci¨®n anterior. Otra vez lo cl¨¢sico por bandera. Con Disparate y Pirata llegaron los mejores momentos en banderillas. Un par a dos manos, de palos muy cortos, fue una r¨²brica a tan distinguida actuaci¨®n.

Un casi inv¨¢lido de capa colorada salt¨® en primer turno para Castella. Ni hubo toro, ni hubo toreo. Larga faena, tediosa, machacona, pastosa¡­ Estuvo mucho tiempo Castella con el toro, pero tiempo perdido. Con un toro defensivo y casi ahogado, la faena result¨® siempre un sinsentido. A¨²n as¨ª, el p¨²blico le obsequi¨® generoso con una ovaci¨®n de cortes¨ªa.

M¨¢s toro fue el cuarto, en fondo y en forma, aunque tampoco como para echar cohetes. Tuvo estilo en varas las dos veces que acudi¨® al caballo. Cogi¨® muleta, aunque esforzado. Mejor plantado Castella en este toro, aunque tampoco sin redondear. Valent¨®n, le aguant¨® alg¨²n que otro par¨®n, que fue, al fin y al cabo, lo que m¨¢s lleg¨® a la gente. Las cercan¨ªas finales remataron una labor muy de p¨²blico, pero falta de entidad. La estocada final, muy trasera pero de efectos r¨¢pidos, hizo estallar la euforia y las dos orejas resultaron un premio excesivo. Un regalo, vamos.

Un gran toro el primero de Manzanares. Nada exagerado de estampa; c¨®modo de pitones. Pero toro que descubri¨® sus virtudes muy pronto. No fue f¨¢cil para torear de capa de inicio, aunque en el quite Manzanares dio pruebas de su calidad. Dos varas, dos. Y en ambas se fue como un tiro hacia el caballo. Derrib¨® en la primera, empujando fuerte, y volvi¨® a romanear en la segunda. Panorama tan despejado lo aprovech¨® Manzanares. Tras un breve tanteo, vino el toreo. La primera parte de la faena m¨¢s reunida, de toreo m¨¢s en redondo. Bien llevado el noble y c¨¢lido toro. Aunque con las fuerzas justas, el de Cuvillo aguant¨® una faena larga. Se recre¨® Manzanares, sobre todo por la mano derecha. En tan buen trabajo, solo entr¨® una serie con la izquierda, posiblemente cuando mejor toreado llev¨® al excepcional toro. Volvi¨® a la derecha; un circular invertido cosido a un natural, tras cambio de mano, dej¨® la cosa lista para sentencia. Se pidi¨® el indulto, pero Manzanares, con buen criterio, se ech¨® a matar. El remate, una gran estocada. Muy bien ejecutada. Y en los gavilanes. El toro recibi¨® honores p¨®stumos en el arrastre.

Se par¨® muy pronto el sexto y no pas¨® en la muleta. Tanteos de Manzanares, que se dio pronto cuenta que no hab¨ªa nada que rascar. Eso s¨ª, lo mat¨® de otra gran estocada.