Goya ¡°en su sitio¡± (tr¨¢nsitos y usos del paisaje usado)
El artista analiza el cambio de ordenaci¨®n de los cartones del pintor que presenta el Prado
Los visitantes del Prado est¨¢n de suerte: el museo presenta la nueva ordenaci¨®n de los cartones de Francisco de Goya teniendo como antecedente la reciente y excepcional exposici¨®n Goya en Madrid. Su agrupaci¨®n tem¨¢tica incluye obras de artistas coet¨¢neos, mientras apuesta por singularizar la autonom¨ªa pict¨®rica de cada obra, huyendo de cualquier comparaci¨®n con los tapices para los que fueron creados y de anteriores montajes o dispositivos historicistas.
Es fascinante comprobar la capacidad del Goya para conjugar las directrices de Mengs o las convenciones de un rococ¨® localista en las clases sociales m¨¢s altas, con otras maneras m¨¢s crudas y sofisticadas de entender la escritura pict¨®rica que recaen en los menos pudientes y en lo m¨¢s residual del cuadro. Ejemplos son los rostros y las facturas de La cita o El cacharrero, devolvi¨¦ndonos a esa pintura expandida y m¨®vil del ¨²ltimo Tiziano o Vel¨¢zquez.
Otras claves importantes de estas pinturas son los lugares donde acontecen las acciones. Localizaciones distintas, nada convencionales, paisajes que conducen a las afueras de Madrid, y que remiten al paisaje sereno pero usado. Lugares que son l¨ªmite de lo urbano, donde el ciudadano en su tr¨¢nsito hacia lo natural se aventura a la exploraci¨®n del juego y de la otredad mas all¨¢ de las convenciones, algunas de ellas prohibidas por el aspecto regulador o civilizador del Estado ¡ªlugares aparentemente f¨²tiles donde la gente genera el divertimiento¡ª. Estas localizaciones de los cartones y sus similares hoy en d¨ªa hablan de un menor control y de la relajaci¨®n de las costumbres, donde se unen la clase proletaria con unas deseantes y travestidas clases media y alta: una visi¨®n contempor¨¢nea del paisaje y del lugar que existe hoy en d¨ªa como experiencia primigenia y funcional de lo perif¨¦rico. Pensemos en esos usos l¨²dicos, o de cualquier otro tipo del tr¨¢fico humano de la Casa de Campo, o del trasiego diurno y nocturno de los pol¨ªgonos que rodean la ciudad.
Estos lugares y su uso se convierten en tr¨¢nsito y ubicaci¨®n hacia lo campestre, a lo jocoso, tambi¨¦n hacia la sordidez encubierta por el follaje y a los aspectos menos normativos del comportamiento convencional. Paisajes que en algunos casos llegan a ser desag¨¹es en ese camino intermedio entre lo urbano y lo salvaje, entre los estresantes centros de trabajo y los nuevos n¨²cleos poblacionales de felicidad impostada que han surgido fuera de las ciudades.
Estos lugares paisajes de los m¨¢rgenes permiten, como apunta Gilles Cl¨¦ment en su Manifiesto del Tercer Paisaje, el cultivo de la cultura en sus rincones m¨¢s olvidados. ?No es acaso esta multitud de lugares un refugio para la diversidad de especies y de comportamientos que en otros lugares ser¨ªa r¨¢pidamente expulsada? Lo paradigm¨¢tico es quiz¨¢s el deseo ilustrado que subyace en los cartones, mejor dicho, en los tapices de los cartones, donde esta diversidad se neutraliza falsamente a la hora de convivir con sus due?os (los reyes), donde la variedad de tipos y costumbres se corporativiza por el propio formato textil. Sin embargo, las pinturas de los cartones siguen resultando un tanto inveros¨ªmiles por la otredad manifiesta y su connivencia con el Estado.
Los escenarios de Goya no expresan ni el poder ni la sumisi¨®n, tal y como argumenta Sieyes en su panfleto ?Qu¨¦ es el Tercer Estado?, en relaci¨®n con esa nueva sociedad que surge en este periodo, y que nos lleva a leer, indudablemente, a los protagonistas de estas pinturas y sus lugares como refugios o habit¨¢culos de formas que no encuentran su lugar en otros territorios. Estos terceros y usados paisajes est¨¢n, probablemente, por encima de los retos territoriales y de los l¨ªmites oficiales, comenzando a adquirir una condici¨®n pol¨ªtica, convirti¨¦ndose en intersticios, en territorios de nadie o en fragmentos compartidos de una conciencia colectiva, que inventa y crea, tal y como Goya lo plantea. Hay, sin duda, una necesidad de escape y de colonizaci¨®n de un nuevo lugar que hasta ahora no formaba parte de lo habitable, de los centros neur¨¢lgicos, y cuyas fronteras lo condiciona como zona perif¨¦rica.
Si los cartones y sus lugares acaban institucionalizados, al menos en los tapices, revela la captaci¨®n por parte de los estamentos oficiales de los espacios de ocio y de lo aparentemente improductivo, de lo no reglado, regularizando aquello que se escapa a las formas preestablecidas. Goya se convierte en un mediador que hace visible lo irracional, lo enfermo, lo desestructurado, lo inc¨®modo, los espacios de inseguridad y de placer, aquello que, en un principio, no ten¨ªa claras expectativas y que surge en medio de una invenci¨®n desenfrenada, cuando las clases y los lugares de los cartones parecen entregarse a un inconsciente irresoluto, en oposici¨®n al lugar organizado, el esp¨ªritu que se extrav¨ªa y se reinventa constantemente.
Cualidades contempor¨¢neas que permiten a Goya seguir siendo un lugar seminal y visionario para artistas tan dispares como los simbolistas belgas o expresionistas alemanes, pero tambi¨¦n para proyectos expositivos tan diferentes como la reciente Sade. Attaquer le soleil, del Museo de Orsay, o la inminente Goya. Retratos, en la National Gallery de Londres.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.