Gary Oldman: ¡°Hubo momentos en que prefer¨ª estar borracho a hacer cualquier otra cosa. Ya no soy ese tipo¡±
El actor brit¨¢nico encarna al escritor John Cheever como un hombre melanc¨®lico y alcoholizado en ¡®Parthenope¡¯, otro canto de amor de Paolo Sorrentino a N¨¢poles
En la terraza del hotel donde atiende a la prensa, Gary Oldman (Londres, 67 a?os) habla a la vez que lucha contra los pelos que le invaden la cara. El viento no cesa; al ingl¨¦s no parece importarle mucho. En realidad, en la expresi¨®n pl¨¢cida del actor reina una sensaci¨®n: nada le molesta, el tiempo est¨¢ congelado, no hay prisas, solo queda espacio para el disfrute y la charla calma. Ante un grupo de periodistas acelerados en la presentaci¨®n de Parthenope, de Paolo Sorrentino (que se estrena en Espa?a el d¨ªa de Navidad), en la que Oldman encarna a John Cheever, el londinense decide que es momento de abrirse en canal y pasear por su vida, la de un hombre que lleva sin beber desde hace 27 a?os. El actor respira profundamente, y no deja hueco para muchas preguntas; solo habr¨¢ respuestas.
Parte de esa tranquilidad vital de Oldman nace de su matrimonio (el quinto del brit¨¢nico), desde 2017, con la fot¨®grafa y comisaria de arte Gisele Schmidt. ¡°Viajamos siempre juntos, Gigi [saluda desde una mesa a pocos metros], mi hijastro [al lado de su madre], y yo. Y eso ha logrado que est¨¦ atravesando el mejor momento de mi mejor vida. Viajar acompa?ado, con familia, es maravilloso¡±, cuenta en el hotel Marriott, en el festival de Cannes, donde se realiza el encuentro. Llega una de las primeras confesiones del actor: ¡°Te lo dice alguien que se ha pasado media vida viviendo con una maleta, en hoteles. Solo. Cuando acababas la jornada, te ibas a tu hotel, ped¨ªas una cena asquerosa al servicio de habitaciones y, como escrib¨ªa John Cheever: ¡®Mi mano temblorosa alcanza el tel¨¦fono para llamar a Alcoh¨®licos An¨®nimos y luego alcanzo lo que queda de whisky, la ginebra, el verm¨²¡ Ya llamar¨¦ ma?ana¡¯. Me llev¨® mucho tiempo quitarme el mono, conocer a alguien y disfrutar de viajar y ser feliz. S¨¦ que tambi¨¦n hay gente que no lo consigue. Yo s¨ª. Estar¨ªa muerto si no hubiera parado de beber¡±.
Yo estar¨ªa muerto si no hubiera parado de beber¡±
John Cheever es el ¨²ltimo de los adictos, en el caso del escritor al alcohol, al que ha dado vida Oldman, un int¨¦rprete especializado en personajes turbulentos a los que se acab¨® asemejando durante largo tiempo. Si para el p¨²blico de los multicines, el londinense es ese actor que hizo de villano en taquillazos como Air Force One o que aparec¨ªa en la saga Harry Potter y los Batman de Christopher Nolan (encarnando al comisario Gordon), el cin¨¦filo recordar¨¢ c¨®mo a finales de los ochenta, un chaval paliducho explot¨® en el cine indie ingl¨¦s con Sid y Nancy y ?brete de orejas antes de aterrizar en EE UU para encadenar El clan de los irlandeses, JFK: caso abierto y Dr¨¢cula de Bram Stoker. Desde entonces, ha picoteado por todo tipo de industrias (en Espa?a protagoniz¨® Bosque de sombras, de Koldo Serra) y presupuestos, ganado el premio Oscar por dar vida a Churchill en El instante m¨¢s oscuro, acariciado otras dos estatuillas de la academia de Hollywood (por El topo y Mank) y jugado con todo tipo de acento: tambi¨¦n ha monetizado su voz en filmes de animaci¨®n y videojuegos. Por cierto, su histrionismo desaparece en persona, y su voz natural es mucho m¨¢s un susurro que el chorro que emana de la pantalla. Con los a?os ha ido abandonando los personajes s¨¢dicos, psic¨®patas retorcidos, por papeles con cierta bonhom¨ªa.
Cheever es uno de esos, un autor que ha naufragado por el alcohol en el N¨¢poles id¨ªlico que dibuja Sorrentino en Parthenope. Oldman siente que le ha llegado el momento adecuado: sus vivencias son similares, aunque el actor se salv¨®: ¡°Paolo me cont¨® que John Cheever era un escritor melanc¨®lico, triste y borracho. S¨¦ qu¨¦ es eso. No es un secreto que yo sol¨ªa beber y, de hecho, acabo de cumplir 27 a?os de sobriedad¡±. Oldman se detiene, pero queda claro que su respuesta no ha concluido: ¡°Cheever era un alma torturada que sufri¨® por una doble vida. Estaba casado, con una familia y tuvo que ocultar su homosexualidad porque era lo que se hac¨ªa en aquel momento. Toda esa culpa, verg¨¹enza y secretos los ahogaba en alcohol. Ya sab¨¦is el dicho: ¡®Est¨¢s tan enfermo como tus secretos¡¯. Los secretos te comen vivo, igual que cuando dudas de ti mismo o te odias. Entend¨ª el personaje instintivamente, y cre¨¦ mi propia versi¨®n melanc¨®lica de ese estereotipo de escritor solitario y alcoh¨®lico, tipo Hemingway, con bloqueo creativo, que esconden a un creador que les susurra en un o¨ªdo y a un cr¨ªtico en el otro. Todo eso lo conozco bien. Supongo que es lo que le llev¨® al alcohol, porque es lo que me llev¨® a m¨ª al alcohol¡±.
Oldman incide en que, m¨¢s all¨¢ de los premios o del aplauso popular, lo que le salv¨® de la autodestrucci¨®n fue la aceptaci¨®n de c¨®mo era y su asistencia a reuniones de Alcoh¨®licos An¨®nimos: ¡°La sobriedad puede acabar en segundos. La aceptaci¨®n tiene que surgir de ti mismo. Como dicen en el libro de Alcoh¨®licos An¨®nimos: ¡®Una aceptaci¨®n fue la respuesta a todos mis problemas¡±. Y echa a re¨ªr: ¡°Cuidado, el Oscar tambi¨¦n est¨¢ bien. Paso delante de ¨¦l de vez en cuando¡±.
Esa comprensi¨®n le permite ahora dar vida, desde su sobriedad, a borrachos como en Mank, esta Parthenope o la serie Slow Horses. ¡°No es buena esa romantizaci¨®n que la ficci¨®n suele hacer del alcoholismo. Desde luego, existe y ha sido as¨ª siempre. Todos mis h¨¦roes de ni?o eran unos borrachos. Y ahora m¨ªrame, yo mismo atravieso mi periodo de personajes alcoh¨®licos¡ ?Sabes qui¨¦n ha creado el mejor borracho del cine? Denzel Washington en El vuelo. Denzel nunca decepciona¡±, se r¨ªe.
La conversaci¨®n nunca abandona la autocontemplaci¨®n. ¡°A ver, es mi historia. S¨¦ que hubo periodos en que podr¨ªa haber sido m¨¢s creativo. Hubo momentos en que prefer¨ª estar borracho a hacer cualquier otra cosa. Pero ya no soy ese tipo, el camino prosigue. Y quiz¨¢ tuve que pasar por todo aquello para llegar hasta aqu¨ª ahora¡±. En una entrevista por la serie Slow Horses meses antes, explicaba: ¡°Es muy ego¨ªsta ser artista o actor. Te absorbe una visi¨®n y sacrificas muchas cosas. Me gusta la fotograf¨ªa, tengo muchos libros que ver, muchas pel¨ªculas que ver, cosas que quiero hacer. No dejar¨¦ de ser creativo, solo rebajar¨¦ el ritmo de todo lo dem¨¢s¡±. ?Se siente de verdad as¨ª? ¡°Por supuesto, disfrutemos¡±. Y se?ala un refulgente mar Mediterr¨¢neo que enmarca la terraza panor¨¢mica.
Poco m¨¢s. Oldman, el nuevo cham¨¢n de la autoaceptaci¨®n, aconseja: ¡°Hay una frase muy popular, que dice algo as¨ª como: ¡®Tenemos un pie en el pasado, otro en el futuro y nos meamos en el presente¡¯. Es decir, no disfrutamos el momento. Y esto es uno de los temas de Parthenope, el sentimiento que devora a los personajes j¨®venes. Es obvio que no podemos hacer nada contra el envejecimiento, as¨ª que no tiene ning¨²n sentido oponerse a ¨¦l. Por eso, hoy m¨¢s feliz que nunca, m¨¢s c¨®modo en mi propia piel que cuando era joven¡±.
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