Muti invoca el esp¨ªritu burl¨®n de Verdi
El director interpreta como nadie en el panorama musical la obra del compositor italiano
A medida que Riccardo Muti se va aproximando a la edad de John Falstaff, ha ido convenci¨¦ndose de que el amor tiene m¨¢s de melanc¨®lico que de ridente, como dir¨ªa Giuseppe Verdi. Para la pasi¨®n alegre, pura, inocente, jovial, medio narcotizada de la juventud, queda la lejana sensaci¨®n et¨¦rea que se mueve en los l¨ªmites del pasado. Y el maestro napolitano, con ese aspecto de eterno seductor, con su introspectiva elegancia y la contundencia que dan los a?os, va conquistando los placeres serenos de su d¨¦cada septuagenaria.
El martes pasado cumpl¨ªa Muti 74 a?os. Lo celebraba ensayando en el Teatro Campoamor de Oviedo ¡ªaqu¨ª recibi¨® en 2011 el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes¡ª, este Falstaff que ser¨¢ la gran cita oper¨ªstica del verano en Espa?a, donde es la segunda vez que el m¨²sico se presenta con un Verdi escenificado (la anterior fue en Sevilla en 1992).
Pero tambi¨¦n, en cierta forma, se convertir¨¢ en una de las m¨¢s importantes de la temporada en Europa. Cuando este experto se adentra en el compositor italiano es un acontecimiento, como en esta producci¨®n, dirigida en escena por su mujer, Cristina Mazzavillani y estrenada en Ravenna, Italia, hace una semana.
¡°Para conmemorar el segundo centenario del compositor quisimos montar su trilog¨ªa shakesperiana: Otelo, MacBeth y Falstaff. Sobre esta ¨²ltima nos basamos en las cartas de Verdi, donde expresaba su deseo de que fuera una ¨®pera de c¨¢mara, dulce, delicada para representar en su casa de Santa ?gata. Por eso hemos elegido estrenar en Ravenna y Oviedo, circuitos alejados de esa grandiosidad que el maestro no buscaba¡±, afirma la responsable esc¨¦nica.
Han querido pues ambos directores respetar el intimismo de la ¨®pera testamentaria de Verdi. Una obra en que el maestro prefiri¨® pasar a la posteridad con la sonrisa y el escepticismo que proporciona la guasa. M¨¢s cuando antes hab¨ªa cuajado un repertorio lleno de sangre, tuberculosis, venganza, humillaci¨®n, ambici¨®n de poder, envidias, tragedias¡ Como un excelso Juego de tronos con sonido concebido para los dioses.
¡°Todo en el mundo es burla¡±, concluye sir John Falstaff, y a trav¨¦s de ¨¦l un verdi que no hab¨ªa atravesado la vida con muchas alegr¨ªas. Pero s¨ª supo afrontar desgracias con la sabidur¨ªa y el empaque suficiente para encajar la muerte de su primera mujer, Margarita Barezzi, y sus dos hijos, Virginia e Icilio, en el mismo a?o, ¡°Esta es una ¨®pera de c¨¢mara, un juego que rinde homenaje a lo mozartiano pero al mismo tiempo antecede al impresionismo¡±, comenta Muti.
Para ese susurro cantado, con apenas arias, una estructura rompedora y miradas de soslayo entre las que se cruza el circuito sangu¨ªneo que lleva de la juventud a la vejez, Muti y Mazzavillani han reunido a cantantes como Kiril Manolov, Federico Longhi, Matthias Stier, Graziano Dallavalle, Eleonoara Buratto, Damiana Mizzi, Isabel de Paoli y Anna Malavasi. Acompa?a la orquesta Luigi Cherubini, experimento sonoro juvenil del director, modelado a su gusto, con una intensa preparaci¨®n previa en Ravenna, dentro de la Academia Musical liderada por Muti.
¡°Hemos trabajado intensamente en el m¨¦todo de aprendizaje de una ¨®pera. As¨ª aprend¨ªa yo los t¨ªtulos de Verdi con Toscanini, Karajan, Sabata o Serafin y esto ha desaparecido completamente. No se hace de manera tan profunda en ninguna parte. Estoy decidido a volverlo a implantar. No deber¨ªamos dejar de interrogar nunca a las partituras, est¨¢n llenas de caminos abiertos por los compositores para que los transitemos¡±, afirma Muti.
Una filosof¨ªa v¨¢lida para quien empieza, como los j¨®venes m¨²sicos que forman la Cherubini, los nuevos directores que deciden formarse con ¨¦l o para grandes expertos, como Pl¨¢cido Domingo: ¡°Cuando hice por ¨²ltima vez Otelo con ¨¦l en la Scala, ya lo hab¨ªa cantado en escena m¨¢s de 200 veces. Pues aun as¨ª, nos tiramos un mes prepar¨¢ndolo¡±.
As¨ª se hace historia. Rigurosamente. No existe un director vivo que dispute actualmente a Muti el trono de Verdi sobre la tierra. Y a fondo, el maestro se ha colocado en el podio de los hist¨®ricos. Por eso, lo de ma?ana y pasado en Oviedo ha girado el foco musical hacia la capital asturiana. De ah¨ª, Muti partir¨¢ a Salzburgo, donde dirigir¨¢ Ernani, otro t¨ªtulo verdiano, esta vez de inspiraci¨®n espa?ola, como tambi¨¦n lo fueron en su repertorio Don Carlo y El trovador.
Pero este Falstaff gira en torno a otra de las grandes alianzas de Verdi. La del m¨²sico con Shakespeare. La ¨®pera adapta libremente, con Arrigo Boito a cargo del libreto, Las alegres comadres de Windsor. Una de las comedias, digamos, ligeras, del ingl¨¦s, que don Giuseppe sabe arrimar a sus intereses para encarrilar una l¨²cida conclusi¨®n existencial: ¡°Aunque no lo hace¡±, comenta Muti, ¡°desde un cinismo agn¨®stico, sino con una voluntad de trascendencia, con sus dudas. Todo hombre duda, sino se convierte en un animal, pero liberado ya del peso de la tragedia y esa visi¨®n negra de la existencia que nos da en Rigoletto, Otelo, MacBeth, Un ballo in maschera o Simon Boccanegra¡¡±.
Lo expone utilizando el h¨¢bil contrapunto de la sonrisa, haciendo alarde de su pura esencia terrenal: ¡°Era un hombre atado a la ra¨ªz y a la tierra, que cuando volv¨ªa a sus or¨ªgenes despreciaba las razones del ¨¦xito, la futilidad profundamente ef¨ªmera del reconocimiento banal¡±, asegura el maestro. O cruzando en planos paralelos su escepticismo ante el primer amor que observa en los personajes de Fenton y Nannetta, quienes a su vez, como las comadres, encuentran a Falstaff un viejo depravado. La vida pues con su despertar y su pesadilla, con su esqueleto y su panza, a la que el protagonista entona todo un sincero homenaje de identidad dionisiaca.
Toda esa ciencia vital queda este fin de semana en manos de un sabio de la m¨²sica. Muti lo es y desembarca en Oviedo para no dejar indiferente al p¨²blico en estos tiempos convulsos su clarividente mensaje de contundencia verdiana: ¡°?l nos muestra una ventana con esa atm¨®sfera de hermandad y amor a la humanidad, sin dejar de abrir a ¨¦sta en canal, de lamento y raciocinio, llena de calor y con una inmensa capacidad de llegar a todo el mundo¡±.
Rey verdiano
Si Herbert von Karajan, su gran valedor en escenarios como Salzburgo, le tendi¨® su autoritaria mano para darle una oportunidad con Mozart cuando era joven, ha sido con el tiempo Giuseppe Verdi el compositor que ha catapultado m¨¢s veces a la gloria a Riccardo Muti. Durante su periodo como todopoderoso director en La Scala de Mil¨¢n, el m¨²sico napolitano impuso a fondo en los programas de la que fuera su casa al compositor italiano. No s¨®lo recuperando la esencia de la mayor¨ªa de sus t¨ªtulos, despu¨¦s, tambi¨¦n, utilizando alguna de sus ¨®peras, como Nabucco, para cantarle las cuarenta a Silvio Berlusconi en plena ¨¦poca de descaro institucionalizado de su Gobierno. Se sac¨® el maestro un bis del coro Va pensiero, que anim¨® a entonar al p¨²blico en Roma para protestar contra los recortes que el mandatario estaba implantando en el arte. "Matar a la cultura en un pa¨ªs como Italia es un crimen contra la sociedad", solt¨® antes de alzar el brazo y animar a los presentes a cantar. Toda una personalidad nada acomodaticia, que si en tiempos fue criticado por no ser amigo de los consensos, en esta ¨²ltima etapa ha ido dulcificando y a?adiendo humor a su car¨¢cter radicalmente mediterr¨¢neo, como un trasunto de Falstaff, pero guardando la l¨ªnea. No hay m¨¢s que verle con el trabajo que realiza al frente de su Orquesta Luigi Cherubini, con la que Muti parece decidido a no renunciar al elixir de una eterna juventud, activa y bien din¨¢mica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.