Las chirigotas de Atenas
El pasado es un pretexto para hablar del presente en esta versi¨®n de la comedia de Arist¨®fanes
Una versi¨®n lib¨¦rrima, pero fiel al esp¨ªritu burl¨®n y al trasfondo serio del original. En La asamblea de las mujeres, Arist¨®fanes pone en solfa la pol¨ªtica que llev¨® a Atenas a su derrota militar en el Peloponeso y a la ruina, plantea un mundo al rev¨¦s y se hace eco de ideas colectivistas que estaban en el aire de la ¨¦poca: tras su golpe de mano parlamentario, las mujeres se proponen acabar con la pobreza mediante la creaci¨®n de una comunidad de bienes y cuerpos, llevada hasta el absurdo.
Es imposible precisar cuanto hay de simpat¨ªa y cuanto de burla en Arist¨®fanes, que se limit¨® a poner el tema sobre el tapete, a testar su comicidad y a dar espect¨¢culo, pues entre escenas interpol¨® unos intermedios corales hoy perdidos, cuyo equivalente quieren ser los afortunados cantables que ha compuesto Javier Ruibal, sobre melod¨ªas reconocibles. Bernardo S¨¢nchez, autor de la versi¨®n, mantiene el texto en su ¨¦poca, pero actualiza el contexto y el repertorio de alusiones: en lugar de citar a Eur¨ªpides, Cinesias y Amin¨®n, los protagonistas citan a Anguita, Rajoy y Lola Flores, para regocijo de la mayor¨ªa, que ve como el tiempo pret¨¦rito es un pretexto para hablar del presente y que las ruinas del Parten¨®n, las del Teatro Romano emeritense y las que la burbuja inmobiliaria ha dejado por doquiera son hijas de ambiciones parecidas.
Hacia la mitad, la versi¨®n de S¨¢nchez se va separando del original y el espect¨¢culo coge vuelo sical¨ªptico. ?l y Juan Echanove, su director, nos asoman al mundo de la revista y al del g¨¦nero ¨ªnfimo, cuya paleta crom¨¢tica estaba prefigurada ya en el repertorio de chistes, procacidades y cantables con pellizco obsceno del autor de Lis¨ªstrata. La escena entre Prax¨¢gora (Lolita) y Bl¨¦piro travestido (Pedro Mari S¨¢nchez) evoca las de Lita Claver, La Ma?a, con Escamillo; el baile de Lavinia (Concha Delgado) sobre el cantable En el reino de Afrodita, se come gloria bendita parece sacado de El Molino barcelon¨¦s; y la parodia de Con faldas y a lo loco es m¨¢s eficaz mientras se intuye que cuando llega a su final, tan evidente. Lolita es una Prax¨¢gora plausible y por derecho. Pedro Mari S¨¢nchez, un Bl¨¦piro caricatural y equ¨ªvoco; Conchita Delgado, un zascandil rabo de lagartija, como viene a decirle una Mar¨ªa Galiana sembrad¨ªsima: donde pone el ojo, salta la carcajada. Se echa en falta la presencia de un core¨®grafo que imprima car¨¢cter al movimiento colectivo, saque partido al enorme escenario y eleve a los cuatro figurantes a la categor¨ªa de coro. Esto aparte, el p¨²blico encontr¨® materia para pasar un par de horas m¨¢s que entretenidas.
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