¡®Highway 61 Revisited¡¯: Una nueva conciencia
Reciente el avistamiento del anciano Dylan por tierras hispanas, maravilla la desafiante juventud que el joven Zimmerman vio preservada para siempre en la portada ¡ªobra del fot¨®grafo David Kramer¡ª de su sexto ¨¢lbum, el primero totalmente el¨¦ctrico.
Pocos elep¨¦s tienen un arranque tan crucial como ese golpe del bater¨ªa Bobby Gregg al inicio de Like a rolling stone, candidata a mejor composici¨®n rock de su ¨¦poca o de cualquier otra, tan abismal en su desd¨¦n ¡ªhacia la musa de Warhol, Edie Sedgwick, pero tambi¨¦n hac¨ªa s¨ª mismo tras hastiarse del dogma folk¡ª que Greil Marcus necesit¨® todo un libro para despanzurrarla y observar en sus piezas, como en la hojas de t¨¦ al fondo de una taza, el v¨¦rtigo de una ¨¦poca convulsa. ¡®¡¯Un toque de bater¨ªa que suena como un disparo de pistola¡¯¡¯, escribe Marcus. ¡®¡¯En Like a rolling stone el tir¨®n del pasado era tan fuerte como el tir¨®n del futuro, y ¨¦ste era fort¨ªsimo¡¯¡¯. El casual ¨®rgano de Al Kooper, el trot¨®n aliento de blues impresionista, el eco del Studio A de Columbia Records, la torrencial letra y esa pregunta universal en el estribillo ¡ª?c¨®mo se siente uno cuando no encuentra el camino al hogar?¡ª la hicieron una de esas piezas que nunca fallan.
Este ¨ªmpetu el¨¦ctrico forja otros temas inquietos: los restallantes Tombstone Blues, From a Buick 6 o ese Highway 61 Revisited de arranque b¨ªblico. Luego est¨¢ la solemne diatriba contra los medios de comunicaci¨®n que todo lo malinterpretan y pervierten, en Ballad of a thin man, conducida por el titilante piano del propio Bob, aqu¨ª venenoso cual escorpi¨®n arrinconado. Una ristra de at¨ªpicas, parlanchinas baladas equilibraba el conjunto: la cadenciosa It takes a lot to laugh, it takes a train to cry y su oxidada arm¨®nica, la melodiosa Queen Jane Approximately, la desolada Just like Tom Thumb¡¯s blues¡ Y la verborrea final que va vomitando Desolation row, once minutos de entrop¨ªa l¨ªrica, con guitarra espa?ola puntuando el avance hacia ninguna parte.
¡®¡¯Fue la v¨ªa principal del country blues, comienza donde yo empec¨¦¡¯¡¯, aclar¨® Dylan sobre la autov¨ªa que titula el ¨¢lbum. ¡®¡¯Mi lugar en el universo, siempre sent¨ª que la llevaba en la sangre¡¯¡¯. Pese al sustrato rural, Highway 61 Revisited transluce culto y referencial, aguerrido y sinuoso. Empareja a la cantante de blues Ma Rainey con Beethoven, cita a Jack el Destripador y Dalila en la misma letra, a Einstein y Ner¨®n, a Ofelia y Romeo, a T.S. Eliot y Ezra Pound. Las alegor¨ªas revolotean cual hojarasca batida por vientos oto?ales, mientras la aguda guitarra de Michael Bloomfield impone el estigma rock and roll a la rota matriz del folkie criado en las catacumbas de Greenwich Village.
El arranque de una nueva era, una nueva conciencia.
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