Benjamin Clementine: ¡°Siempre me he sentido un marginado¡±
El cantante destapa un universo jazz¨ªstico tr¨¢gico, primitivo y bello en su primer ¨¢lbum 'At Least For Now'. Un chico solitario descubierto cuando tocaba en la calle

En su voz quebrada, en las teclas de piano que acompa?an a sus lamentos como intensas pinceladas de un retrato impresionista, hay un hipn¨®tico halo de misterio. Benjamin Clementine (Londres, 1988) es un enigma dif¨ªcil de descifrar, pero, como en sus canciones desgarradoras recogidas en su reciente debut At Least For Now, radia un fascinante magnetismo. ¡°La m¨²sica es algo que sirve para acompa?ar a las personas¡±, asegura en conversaci¨®n telef¨®nica desde Londres.
Este desgarbado cantante y pianista, que muestra un porte propio de un modelo publicitario de un lujoso perfume, lo sabe bien. La m¨²sica le acompa?¨® desde ni?o cuando se crio en el barrio de Edmonton, uno de los m¨¢s desfavorecidos del ¨¢rea metropolitana londinense. All¨ª, al introvertido Clementine, el peque?o de cinco hermanos de una familia pobre de descendencia guineana, le gustaba pasar horas encerrado en su habitaci¨®n, devorando libros, incluido el diccionario, y, sobre todo, escuchando la radio. El pianista franc¨¦s Erik Satie, pionero de la m¨²sica minimalista, fue una de sus primeras influencias. Un d¨ªa oy¨® c¨®mo esas teclas parec¨ªan llorarle en su silencio y no se lo pod¨ªa quitar de la cabeza. ¡°Ten¨ªa 11 a?os cuando comenc¨¦ a tocar. Empec¨¦ con un peque?o y barato teclado el¨¦ctrico¡±, explica. ¡°Fue algo muy autodidacta. No tuve ning¨²n entrenamiento duro ni nada parecido¡±, a?ade.
Pasaba el d¨ªa encerrado en su habitaci¨®n. ¡°La soledad siempre ha sido un impulsor de mi creaci¨®n. Forma parte de mi vida¡±
Cada d¨ªa, a la vuelta del colegio, donde reconoce que no ten¨ªa amigos, se met¨ªa en la habitaci¨®n, encend¨ªa la radio y practicaba por su cuenta, de o¨ªdo, con tes¨®n, al margen del mundo, literalmente. ¡°La soledad siempre ha sido un impulsor de mi creaci¨®n. Forma parte de mi vida¡±, afirma. Incomprendido en la escuela, m¨¢s le afectaba serlo tambi¨¦n entre las paredes de su hogar. No se entend¨ªa con todos sus hermanos pero, sobre todo, con sus padres, que se separaron cuando ten¨ªa 13 a?os. Seg¨²n ¨¦l, eran demasiado religiosos y rigurosos, intent¨¢ndole aplicar normas en las que no cre¨ªa y contra las que termin¨® rebel¨¢ndose hasta que se fue de casa. ¡°De alguna forma, siempre me he sentido un marginado en casi todas partes¡±, se?ala.?
Sin plan preconcebido, en pleno impulso, primero comparti¨® piso en Londres y, luego, un buen d¨ªa, decidi¨® presentarse en Par¨ªs cargado s¨®lo con una mochila. No conoc¨ªa a nadie ni le importaba. Durante semanas, altern¨® alberges de mala muerte con la calle para dormir, mientras pasaba las jornadas tocando en esquinas o en el metro. Sol¨ªa pasar hambre pero ese tiempo le sirvi¨® para a?adir a su repertorio influencias francesas de fuerte carga teatral como Edith Piaf, Jacques Brel o L¨¦o Ferr¨¦. Ahora recuerda aquella supervivencia como un paso muy importante en su vida: ¡°Tengo muchos buenos recuerdos desde que empec¨¦ a dedicarme a la m¨²sica. Incluso cuando me levantaba por las ma?anas en Francia y no ten¨ªa m¨¢s en mi cabeza que tocar en la calle, con el fin de conseguir unas monedas y sentirme vivo¡±.
En una de esas actuaciones callejeras, algo fuera de lo com¨²n vio en ¨¦l Matthieu Gazier, reputado productor de m¨²sica electr¨®nica en Francia, quien le ofreci¨® grabar un EP y contratarle para una serie de conciertos en peque?os locales y hoteles de moda¡±. Clementine acept¨®, aunque algunas de esas actuaciones en hoteles ¡°pijos¡± no le gustaron nada. ¡°Lo que peor recuerdo son esas caras de algunos hombres que me miraban en el restaurante como diciendo que jam¨¢s me har¨ªa famoso¡±, cuenta. ¡°Me dije a m¨ª mismo que nunca m¨¢s tocar¨ªa en un sitio para gente rica¡±, a?ade. Una promesa que, por suerte, no inclu¨ªa los programas de televisi¨®n. El brit¨¢nico actu¨® en el programa de Jools Holland en la BBC e interpret¨® su canci¨®n Cornestone, un visceral lamento en el que su voz se rompe entre graves al m¨¢s puro estilo Nina Simone. ¡°Es un gran cumplido que me comparen con ella, pero no es algo a lo que preste atenci¨®n¡±, apunta. Entre bambalinas, se top¨® con un asombrado Paul McCartney que le dijo que ten¨ªa talento para hacer una gran carrera como cantante. Poco despu¨¦s, Virgin le fich¨®, tal vez viendo en ¨¦l un talento similar al de Antony Hegarty, regres¨® a Londres y grab¨® At Least For Now, que present¨® en Espa?a el pasado julio en Vida Festival, tras la aplaudida actuaci¨®n que dio el verano pasado en La Mar de M¨²sicas. ¡°Mi filosof¨ªa es sencilla: si realmente quieres algo, hazlo¡±, dice.
Tras aparecer en televisi¨®n, recibi¨® elogios de Paul McCartney. y por su voz se le compara con Nina Simone
Con sus largos y finos dedos, que parecen encajar con precisi¨®n de relojero entre las teclas del piano, Clementine destapa un universo jazz¨ªstico tr¨¢gico, primitivo y bello en At Least For Now. Es su universo, que en ¡®Winston Churchill¡¯s Boy¡¯ parece brillar como una estrella en el firmamento cuando su portentosa voz, elevada por una majestuosa secci¨®n de cuerdas, se pregunta por el amor y la familia perdida y llora ese verso final que reza ¡°alg¨²n d¨ªa este chico estar¨¢ bien, mejor presta atenci¨®n, ese d¨ªa podr¨ªa ser hoy¡±, que parece abrirse en dos cuando solloza orgullosa en el arranque de Then I Heard a Bachelor¡¯s Cry o que parece ingobernable cuando sus cuerdas vibran urgentes en Adios. ¡°Intento que mi voz sea apreciada como un instrumento¡±, asegura. ¡°Y, bueno, el piano es un buen elemento para captar la soledad¡±. Una soledad que, en su m¨²sica arcaica y pasional, guarda todo el misterio de una f¨¢bula.?
At Least For Now, de Benjamin Clementine, est¨¢ editado por virgin EMI
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