Cine de Guerra Santa
'El ap¨®stol' se parece demasiado a un discurso de proselitismo cristiano por cuestiones de inmadurez y de incapacidad de construir una narraci¨®n compleja
Tras el atentado en la redacci¨®n de Charlie Hebdo, hubo dos singulares da?os colaterales en la cartelera cinematogr¨¢fica francesa: pel¨ªculas como Timbukt¨² y El ap¨®stol, que ahora llega a las pantallas espa?olas, fueron retiradas de algunas salas por temor a nuevas agresiones integristas. Ese no era el primer obst¨¢culo con el que topaba la pel¨ªcula de Cheyenne Carron, que, en su momento, no obtuvo ning¨²n tipo de financiaci¨®n oficial: la cineasta se vio obligada a buscar medios de producci¨®n entre algunas familias adineradas, que han preferido mantenerse en el anonimato.
EL AP?STOL
Direcci¨®n: Cheyenne Carron.
Int¨¦rpretes: Norah Krief, Camille Lavabre, Fay?al Safi, Salah Sassi, Brahim Tekfa, Sarh Zaher.
G¨¦nero: Drama.
Francia, 2014.
Duraci¨®n: 117 minutos.
El ap¨®stol cuenta la historia de la conversi¨®n al catolicismo de un joven musulm¨¢n con hermano integrista que, a priori, y por imperativo familiar, parec¨ªa destinado a ser un imam como su t¨ªo. Tal premisa podr¨ªa ocultar un ladino ejercicio de provocaci¨®n, un punto de partida para un debate matizado o bien un tosco discurso de proselitismo cristiano. La pel¨ªcula de Carron no es exactamente nada de eso, aunque acaba pareci¨¦ndose demasiado a lo del proselitismo por cuestiones que tienen m¨¢s que ver con la inmadurez, con la incapacidad de construir un discurso complejo, que con la mala fe o el integrismo de hostia y agua bendita. V¨ªctima de malos tratos en su infancia, abandonada por su madre biol¨®gica ¨Ca la que ella llama g¨¦nitrice, por su negativa a reconocerla como madre¨C y educada en una familia adoptiva de cristianos de izquierdas, Carron parece tener cierta tendencia a poner el dedo en el centro de ciertas llagas: en su pel¨ªcula Extase (2009) mezclaba ¨¦xtasis er¨®tico y ¨¦xtasis m¨ªstico y, en Patries, su nuevo trabajo tras El ap¨®stol, la cineasta pretende abordar el tema del racismo hacia el hombre blanco que se vive en los banlieues parisinos.
La directora registra su historia c¨¢mara en mano, buscando desesperadamente un registro realista que encuentra cierta correspondencia en la entregada espontaneidad de su reparto, pero que la propia escritura de la pel¨ªcula traiciona una y otra vez, a trav¨¦s de afectadas angulaciones de c¨¢mara o con el vergonzante plano congelado que remata la ¨²ltima escena de la pel¨ªcula. Ese desenlace malogrado por la forma parec¨ªa la ¨²ltima oportunidad de redenci¨®n de una pel¨ªcula que se empe?a en plantear su problema como el dilema entre un dios castigador (Al¨¢) y otro compasivo (el Dios cristiano). No hay, pues, demasiada voluntad de objetividad en su planteamiento y, por supuesto, no ayuda a la defensa de la pel¨ªcula que su escena inicial sea un asesinato cometido por un musulm¨¢n. Se supone que la intenci¨®n de la Carron era abrir un sano y necesario debate: resulta muy dif¨ªcil entender por qu¨¦ le ha salido una pieza de lo que bien podr¨ªamos llamar cine de Guerra Santa.
Babelia
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