Memoria (1): 'La orla'
El guionista Javier Olivares comienza su relato con una reflexi¨®n de la memoria y el olvido
Dios cre¨® la memoria para que record¨¢ramos qui¨¦nes somos. El hombre invent¨® el olvido para no sufrir. Luego, alguien compr¨® el olvido y encarg¨® a un experto en publicidad y brandingque buscara un nombre para el producto. Decidi¨® que se llamara ¡°memoria¡±. Luego, lo puso a la venta. Ahora, todos creemos que consumimos memoria cuando, en realidad, es olvido.
El principal efecto que causa este producto es hacernos creer que hemos sido testigos esenciales del mundo, protagonistas de nuestras vidas. Es mentira: en realidad no pasamos de ser actores secundarios o mera figuraci¨®n sin texto. Por eso fabulamos que somos otros: para sobrevivir. Entre medias, nos apuntamos al gimnasio cada enero. Coleccionamos miniaturas cada septiembre. Ocupamos las tardes de los domingos viendo a nuestro equipo preferido. Un d¨ªa antes, llenamos los h¨ªper comprando algo que necesitamos y mil cosas que no. Y as¨ª pasan los d¨ªas y as¨ª pasan los a?os. Y nosotros so?ando que quiz¨¢s, quiz¨¢s, quiz¨¢s¡
Cuando dejamos de consumir el producto, la vida se cuela entre los resquicios de la mente
La vida, en realidad, es otra cosa. Pero no nos damos cuenta. A veces, cuando dejamos de consumir el producto, la vida se cuela entre los resquicios de nuestra mente, un rayo nos ilumina y estamos a punto de caer del caballo. Una canci¨®n nos apu?ala por la espalda desde la radio. O paseando por la calle, sentimos que nos falta el aire, al percibir un perfume que nos recuerda d¨ªas m¨¢s felices. Entonces, buscamos entre la multitud el rostro de quien alg¨²n d¨ªa amamos. Y la gente nos mira como bichos raros. Entonces, dejamos de buscar y miramos el reloj disimulando. O fingimos que alguien nos llama por el m¨®vil. Y seguimos andando. Para parecer normales.
Al llegar a casa, a¨²n aturdidos, ponemos la televisi¨®n. Ah¨ª se nos suministra la siguiente raci¨®n de olvido. Los informativos nos entretienen con v¨ªdeos de YouTube. Tambi¨¦n podemos ver tertulias. Antes, hablaban de la vida de los famosos. Luego se inventaron ellos mismos los famosos. Despu¨¦s los llevaron (a unos y a otros) a una isla o a una casa aislada para que los vi¨¦ramos sufrir y as¨ª saber que nuestra vida es m¨¢s feliz. Ver gente tan imb¨¦cil te hace sentir m¨¢s inteligente. Y m¨¢s normal.
Lo importante es el amor,
Si no nos gusta ese espect¨¢culo, hay otros. Tertulias sobre f¨²tbol en las que nadie habla de f¨²tbol. O de pol¨ªtica donde poco se habla de pol¨ªtica. O series donde el terror es agradable, la comedia es agradable, los policiacos son agradables y descubrimos que vivir en la posguerra puede ser la cosa m¨¢s agradable del mundo. Y que nuestros reyes del pasado nunca hicieron tropel¨ªas desde que son protagonistas de series. Porque lo importante es el amor, que todo lo puede. Luego nos vamos a la cama. Y nuestros sue?os se convierten en dramedia.
Yo viv¨ªa c¨®modo en este limbo ajeno a las pasiones m¨¢s desenfrenadas, los sue?os no cumplidos, los amores no correspondidos y las p¨¦rdidas irreparables. Pero todo cambi¨® hace apenas dos meses. Un antiguo compa?ero de colegio me envi¨® un privado por Facebook. En ¨¦l, se adjuntaba una fotograf¨ªa de la orla de cuando estudi¨¢bamos COU. Curso 1975-1976. All¨ª estaba yo con 16 a?os, a¨²n con mil recuerdos que construir antes de que nuestra memoria fuera borrada. De repente, todo cambi¨®. La verdad me fue revelada. Ahora, he de comunicarla al mundo.
Me llamo Jos¨¦ Javier Zurilla Lozano. Tengo 55 a?os, estoy separado y no tengo hijos. Ahora, adem¨¢s de saber mi nombre, mi edad y mi estado civil, s¨¦ qui¨¦n soy. He recuperado mis recuerdos. Los de verdad.
Y son una mierda.
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