¡®Memoria¡¯ (2): ¡®16 en el 76¡¯
Javier Olivares, guionista de series como 'Isabel' o 'El Ministerio del Tiempo' contin¨²a su relato. Hoy, el protagonista rememora los primeros d¨ªas de la Transici¨®n Espa?ola
Hay quien cree que no es posible viajar por el tiempo. O que, si es posible, hace falta una sofisticada tecnolog¨ªa. O magia. No es verdad: solo hace falta una foto. Y en la orla hab¨ªa muchas. All¨ª estaban Pablo, Carlos, Manolo, Paco, Ana, Isabel, Vicky¡ Y yo, que ten¨ªa 16 a?os en 1976.
Aquel curso fue especial por dos cosas. Una, que era la primera vez que hab¨ªa chicas en el colegio. Dos, que antes de Navidad, muri¨® Franco. De pol¨ªtica, eso s¨ª, apenas se hablaba. Ni en el colegio ni con mi familia. Pero yo ve¨ªa el miedo en los ojos de mi madre. En los de mi padre, no. Apenas paraba por casa. Ni firmaba mis notas. Solo fue una vez al colegio cuando se enter¨® que me hab¨ªan pegado. Yo ten¨ªa diez a?os. No s¨¦ que le dijo al padre Jos¨¦ Mar¨ªa (hay nombres que no se olvidan) ni al director del colegio. Solo s¨¦ que, a la salida de la reuni¨®n, ya en la calle, se encendi¨® un cigarro al m¨¢s puro estilo Bogart. Luego me mir¨® a los ojos y me dijo:
¨CTranquilo, Javi. Nadie te pondr¨¢ m¨¢s la mano encima.
As¨ª ocurri¨®. Era un hombre de palabra.
Yo no era consciente de lo que supon¨ªa la muerte de Franco. No entend¨ªa que si hab¨ªa hecho tanto da?o, pudiera llegar a viejo y morir en una cama. En mi barrio, quien la hac¨ªa, la pagaba. Tampoco pens¨¦ mucho en ello. En realidad, estaba m¨¢s preocupado por heredar los Levis (aut¨¦nticos americanos) que mi hermano mayor hab¨ªa conseguido de un amigo cuyo padre trabajaba en la base de Torrej¨®n. Se ten¨ªa que tumbar en la cama para abroch¨¢rselos de lo estrechos que eran. De ¨¦l hered¨¦ (por fin) los pantalones y el gusto por los Moody Blues y los Kinks. Ray Davies y los suyos hab¨ªan actuado en Madrid en mayo de 1966. Hab¨ªan pasado diez a?os y en la bodega del barrio todos hablaban a¨²n de aquel momento como el m¨¢s importante de sus vidas. Para muchos de ellos, los que han sobrevivido a la hero¨ªna y al sida, a¨²n sigue si¨¦ndolo.
De mi hermana hered¨¦ la pasi¨®n por los libros. Pas¨¦ de Silver Kane y Keith Luger a Kafka y a Cort¨¢zar. A ¨¦stos ¨²ltimos, no creo que por entonces los entendiera del todo. Pero todo va calando y por falta de empe?o no iba a ser. Luego vinieron Borges, Garc¨ªa Marquez, Vargas Llosa¡ Descubr¨ª que la mejor literatura viva en castellano no era espa?ola. Pens¨¦ que a lo mejor ten¨ªa que ver con la dictadura.
Una noche, mi hermana lleg¨® llena de moratones. Apenas pod¨ªa andar. Ven¨ªa de una manifestaci¨®n para pedir la libertad de los presos pol¨ªticos. Los grises la hab¨ªan molido a palos. Estuvo una semana en cama. Al a?o siguiente, me pegaron a m¨ª en plena Gran V¨ªa en otra manifestaci¨®n. Salimos a protestar por la muerte de un compa?ero de clase. Unos tipos de la ultra derecha le reventaron la cabeza en el Retiro con unos bates de beisbol. En esa manifestaci¨®n, un bote de humo disparado a apenas dos metros de distancia impact¨® en la cara de otra compa?era. Lo vi con mis propios ojos. Aterrado, me escond¨ª en un portal. All¨ª me sigui¨® un antidisturbios. A solas, me dio una paliza mientras me llamaba ¡°bellaco¡± y ¡°petimetre¡± (sic). Ah¨ª descubr¨ª que algunos antidisturbios deb¨ªan leer las aventuras del Capit¨¢n Trueno antes de entrar en acci¨®n. Tambi¨¦n, supe qu¨¦ era la dictadura. Y que segu¨ªa viva pese a la muerte del dictador.
Poco despu¨¦s asesinaron a unos abogados laboralistas en su bufete de Atocha. Una abogada se salv¨® porque, aquella tarde, un compa?ero le pidi¨® prestado su despacho. Hoy es la actual alcaldesa de Madrid. Alguien que por entonces ostentaba la jefatura del servicio de Publicidad de la Secretar¨ªa de Estado de Turismo ahora la llama totalitaria y fascista. Y se erige en defensora de la democracia.
Sin duda, todos modificamos nuestros recuerdos. Lo hacemos para sobrevivir. Pero unos lo hacen m¨¢s que otros.
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