¡®Memoria¡¯ (3): ¡®El viaje¡¯
Javier Olivares, guionista de series como 'Isabel' contin¨²a su relato. Hoy, el protagonista relata un viaje a Londres, su primera salida al extranjero
Poco a poco fui recordando mi pasado. Descubr¨ª que su banda sonora est¨¢ llena de canciones de Serrat. Suenan en mi cabeza m¨¢s a menudo cuando los recuerdos coinciden con rechazos amorosos. O con mi habitual cita en el parque de atracciones con los recitales que daba cada verano. Cantaba en castellano y en catal¨¢n. Todo el mundo aplaud¨ªa Can?¨® de matinada o De mica en mica igual que Mediterr¨¢neo o Cantares. A los pocos a?os, de repente, el p¨²blico empez¨® a abuchearle cuando cantaba en catal¨¢n. No s¨¦ que pas¨® entre medias. Pero me dio mucha pena.
Yo quer¨ªa ser actor. Pero era muy malo. Luego decid¨ª ser escritor, pero era peor. Mis padres siempre me dec¨ªan que hiciera lo que quisiera pero que ten¨ªa que estudiar una carrera. Mi padre so?aba con que fuera abogado, m¨¦dico o arquitecto. A cambio, estaba en una compa?¨ªa de t¨ªteres y decid¨ª estudiar Historia. No hubo ni una queja en casa. Mis padres eran de una generaci¨®n que, sencillamente, quer¨ªa que sus hijos estuvieran m¨¢s preparados que ellos. No hab¨ªa dinero. A cambio, sobraba dignidad en unas familias que luchaban d¨ªa a d¨ªa porque este pa¨ªs fuera un lugar m¨¢s amable donde vivir.
En la facultad se organiz¨® un viaje a Londres. Fue mi primera salida fuera de Espa?a. Era enero de 1977. El general Villaescusa hab¨ªa sido secuestrado por los GRAPO. El Atl¨¦tico de Madrid gan¨® en Bilbao un partido decisivo para llevarse la liga. En Londres, en un hotel enmoquetado hasta el techo (hasta la tapa del retrete estaba enmoquetada) se esperaba a Abba como un acontecimiento. En el bar del hotel sonaban canciones como If you leave me now de Chicago, Margarita de Richard Cocciante o el Don?t cry for me Argentina. En los locales nocturnos, como el 100 Club de Oxford Street, era otra cosa. All¨ª un grupo punk hac¨ªa versiones de Sinatra y Aznavour. A la salida, repart¨ªan octavillas que anunciaban un concierto de Sex Pistols.
Por la tarde iba al cine. Vi El ¨²ltimo tango en Par¨ªs y Todo lo que quer¨ªa saber sobre el sexo y nunca se atrevi¨® a preguntar. S¨ª, la de Woody Allen. Ambas estaban prohibidas en Espa?a. Ahora se lo cuento a mis alumnos y se creen que es ciencia ficci¨®n.
En el metro, en la calle, me encontr¨¦ espa?oles que se giraban hacia nosotros cuando o¨ªan hablar en castellano. Gallegos, asturianos, andaluces, madrile?os. Hab¨ªan ido a Londres para trabajar en los trabajos que los ingleses no quer¨ªan. Esto ya no les parece ciencia ficci¨®n a mis alumnos.
Cuando volv¨ª a Madrid sent¨ª que volv¨ªa a un lugar oscuro y sin alegr¨ªa. A un mundo al que no quer¨ªa pertenecer. De aquel viaje a Londres conservo a¨²n una certeza y una duda. La certeza es que el No Future de los Sex Pistols ha resultado premonitorio. La duda es que, a d¨ªa de hoy, me encantar¨ªa que alguien me explicara qu¨¦ co?o eran los GRAPO.
En una de las historias de la pel¨ªcula de Woody Allen, un buf¨®n (¨¦l) iba detr¨¢s de una bella dama medieval que llevaba un cintur¨®n de castidad. Al final del sketch, encontraba por fin la llave, miraba a c¨¢mara y dec¨ªa:
¨CHay que darse prisa. Pronto llegar¨¢ el Renacimiento y tendremos que ponernos todos a pintar.
Al regresar a Espa?a, que avanzaba en su Transici¨®n democr¨¢tica, me dio la sensaci¨®n de ver algo parecido cuando iconos de la dictadura sal¨ªan en la televisi¨®n como si nada hubiera pasado. Siempre me parec¨ªa o¨ªrles:
¨CHay que darse prisa. Pronto llegar¨¢ la democracia y tendremos que ponernos todos a votar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.