¡®Memoria¡¯ (5): ¡®La vida de los otros¡¯
Javier Olivares, guionista de series como 'Isabel' contin¨²a su relato. Este jueves, el protagonista se pone en contacto con sus antiguos compa?eros de COU
Hay un d¨ªa en el que cambias sin darte cuenta. Un momento en el que te diste por vencido a cambio de tener un sueldo y una hipoteca. El d¨ªa en el que dejaste de ser t¨². Yo he buscado ese d¨ªa, pero a¨²n no lo he encontrado. No me ha dado tiempo. Los 70 acabaron r¨¢pido y los 80 m¨¢s a¨²n. Tras cuatro d¨¦cadas en la que no se pod¨ªa ser nada, lo fuimos todo en apenas diez a?os. Heavys, mods, neo-rom¨¢nticos, tecnos, posmodernos, dem¨®cratas y esc¨¦pticos, anal¨®gicos y digitales. Ahora no somos nada. Nuestra vida era s¨®lida, pas¨® a ser l¨ªquida y se desvaneci¨® en el aire al mismo tiempo que cambiamos de siglo.
Ve¨ªa las fotos de mis compa?eros de COU e imaginaba c¨®mo podr¨ªan haber sido sus vidas. ?Habr¨ªan conseguido ser felices? ?Estar¨ªan bien de salud? Pero, sobre todo: ?les estar¨ªa pasando lo mismo que a m¨ª? Ped¨ª una semana de vacaciones y empec¨¦ a indagar uno a uno, por orden alfab¨¦tico.
Alonso P¨¦rez, Francisco. Era el m¨¢s bajito de la clase, con un flequillo rebelde e inaccesible para cualquier peine. Quer¨ªa ser arquitecto. Es aparejador y est¨¢ calvo. Tiene 5 hijos. Cuando le empec¨¦ a hacer m¨¢s preguntas, me colg¨®.
Caballero Ram¨®n, Ana. La guapa de la clase. Quer¨ªa ser modelo. Hoy es una madre de familia que tiene la ilusi¨®n de que su hija llegue a modelo.
Cambra L¨¦on, Julia. No la llam¨¦. Fue mi novia y me cas¨¦ con ella. Me dej¨®. Tras separarnos, se cas¨® con el abogado que nos llev¨® el divorcio. Probablemente sea m¨¢s feliz que cuando estaba conmigo. No debe de ser muy dif¨ªcil.
Castro Garc¨ªa, Carlos. El radical de la clase. Cada recreo era como ir a las barricadas. Trabaja en un partido de derechas como asesor en temas de Estad¨ªstica. Me dijo que el d¨ªa que quisiera me explicaba las razones del cambio. No s¨¦ si tendr¨¦ tiempo para ello.
De Diego Ant¨²nez, Jos¨¦ Mar¨ªa. Nunca tuvo grandes notas, pero era el m¨¢s inteligente. No quiso ser futbolista, pero jugaba mejor que nadie. Me cogi¨® el tel¨¦fono su madre: hab¨ªa muerto hac¨ªa 10 a?os. No supo decirme ni en qu¨¦ trabajaba su hijo, tan secreta era su vida.
Fern¨¢ndez Paredes, Francisco. Mi amigo de la infancia. Su sue?o era dedicarse a la m¨²sica. Trabaja de polic¨ªa municipal. Me dijo que no ten¨ªa tiempo para gilipolleces.
Gim¨¦nez Vigil, Pablo. El compa?ero que siempre estaba pendiente de los problemas de los dem¨¢s. Todas las chicas suspiraban por ¨¦l. Pablo era rubio, delgado y absolutamente gay. Habl¨¦ con un hermano suyo: me dijo que hab¨ªa muerto de sida en el 89. A¨²n lloraba al recordarlo. Me pregunt¨® por qu¨¦ la buena gente se va y los hijoputas llegan a viejos. No supe qu¨¦ responderle. Yo opino lo mismo.
Llamas Bonilla, Victoria. Era la gordita de la clase. Quedamos para vernos. A sus 55 a?os est¨¢ m¨¢s atractiva que con 16. Delgada, elegante¡ Trabaja en un banco. Quiso convencerme de que me hiciera un plan de jubilaci¨®n como ¨²nico objetivo de la cita.
Mart¨ªnez Vicente, Isabel. La pelirroja. Siempre me hab¨ªa atra¨ªdo sexualmente, pero nunca me hab¨ªa a atrevido a proponerle nada. Era hija de un tipo propietario de industrias c¨¢rnicas. Quedamos para cenar. Me cont¨® que su padre muri¨® de un infarto (¡°Normal, pesaba 120 kilos y no paraba de comer chorizos¡±). Ella se hizo vegana. Tras cenar, la llev¨¦ a su casa. Acabamos en la cama follando como locos. Al acabar, se encendi¨® un cigarro y me dijo: ¡°Siempre me hab¨ªas atra¨ªdo¡ Pero nunca me atrev¨ª a dec¨ªrtelo¡±. Prometimos volver a vernos.
Mu?oz Recuero, Antonio. ?l me envi¨® la orla. La hab¨ªa enviado a veinte compa?eros (de los dem¨¢s no sab¨ªa nada) y solo le hab¨ªa contestado yo. Me explic¨® que por fin hab¨ªa encontrado una raz¨®n para vivir. Estaba analizando desde hac¨ªa a?os los n¨²meros de la gu¨ªa telef¨®nica. Estaba seguro de que los alien¨ªgenas estaban comunic¨¢ndose con nosotros a trav¨¦s de ellos.
Ah¨ª, par¨¦. Necesitaba un descanso.
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