La nostalgia cafre

A principios de los a?os ochenta, una de las (cortas) sagas que marc¨® a una generaci¨®n de adolescentes cafres de medio mundo fue la iniciada con Las vacaciones de una chiflada familia americana, protagonizada por Chevy Chase, y escrita y dirigida por dos nombres que a cada paso que damos en madurez (si ello es posible), m¨¢s importantes resultan: John Hughes y Harold Ramis. Reverso guas¨®n del sue?o familiar estadounidense, la pel¨ªcula ha seguido influyendo en algunos de aquellos cr¨ªos de tal manera que, alcanzada su meta profesional en Hollywood, han ido realizando variantes m¨¢s o menos jocosas de aquella jornada, con Somos los Miller (2013) como exponente m¨¢s notable.

Jonathan M. Goldstein, otro de aquellos chavales, acompa?ado de un fan¨¢tico de la siguiente generaci¨®n, John Francis Daley, se ha atrevido incluso a componer una nueva versi¨®n: Vacaciones, con homenaje incluido a un Chevy Chase que, con una papada de m¨¢s, interpreta un papel a medio camino entre el cameo y el secundario. Han pasado 30 a?os y la puesta al d¨ªa contiene mayores dosis de explicitud y atrevimiento (re¨ªrse, con talento, del matonismo entre hermanos, no es f¨¢cil), pero la esencia sigue ah¨ª: cuanto m¨¢s esfuerzo se pone en pasarlo bien, m¨¢s pat¨¦tico se es, y la perfecta familia americana no es m¨¢s que una fachada que puede esconder un infierno de desesperanza alrededor de la cultura del triunfo. Eso s¨ª, est¨¢ por comprobar si la pel¨ªcula tiene m¨¢s eficacia en la nostalgia de aquellos adolescentes hoy cuarentones, o en la nueva irreverencia de la generaci¨®n digital.